Acompañado de una presentación de powerpoint y una exposición de una hora ante un público universitario, el ministro de Economía Martín Guzmán estrenó en los últimos días un nuevo perfil, alejado de las discusiones técnicas con el Fondo Monetario Internacional y de los monitores en su despacho con indicadores financieros en vivo y en directo. El jefe del Palacio de Hacienda encaró desde la semana pasada una suerte de “road show” federal para defender la política económica y marcar el rumbo que tendrá la pospandemia.
Primero fue en la Universidad del Comahue, en Neuquén, el viernes pasado. Y ayer tuvo una segunda escala en la Facultad de Ciencias Económicas de Entre Ríos. El espíritu de la nueva función de Guzmán, coinciden las fuentes oficiales consultadas por Infobae, es ser él mismo el canal de comunicación de la idea de agenda a futuro que ensaya el Gobierno en un año en que, además de poner a prueba los soportes de una economía que viene de sufrir el golpe más fuerte en dos décadas, decidirá parte de su suerte política en las elecciones legislativas.
Guzmán comenzó a ganar notoriedad -y autoridad- en el gabinete después de haber resuelto con éxito la primera parte de la reestructuración de la deuda con los acreedores privados, uno de las pocas medallas que pudo colgarse alguno de los integrantes del equipo de ministros durante un primer año de mandato marcado por la crisis sanitaria.
El título de su presentación -y una idea con la que repiquetea desde su primera aparición pública como ministro- es ‘Tranquilizar la economía’.
Su posición de primus inter pares entre los ministros le valió el guiño del presidente Alberto Fernández para tomar el timón de las decisiones económicas sin compartirlo con sus colegas de gabinete. Incluso, dio un paso hacia la política monetaria y cambiaria, tradicionalmente jurisdicción del Banco Central.
Ahora, además de personificar al jefe del equipo económico en las decisiones, en la bajada de línea y en la mirada hacia futuro, es ser su propio vocero en una faceta en la que se mueve con comodidad: las cuatro paredes de un aula universitaria. El speech de Guzmán fue el mismo tanto en la Patagonia como en Entre Ríos. El título de su presentación -y una idea con la que repiquetea desde su primera aparición pública como ministro- es “tranquilizar la economía”.
La presentación de Guzmán está compuesta por distintos tramos. Primero, un repaso sobre la volatilidad histórica de la economía argentina y además define cómo es una economía “que no es noticia”, una dirección hacia la que apunta: genera empleo, crece sin vaivenes, tiene bajos niveles de inflación y estabilidad de ingresos y, por último, hay condiciones de previsibilidad.
Luego pasa por un diagnóstico de la situación actual y de los factores que llevaron a la coyuntura económica actual. En ese sentido marca tres elementos: elevados déficits fiscales persistentes, financiamiento monetario amplio desde el BCRA y procesos de endeudamiento no sostenibles. Además, ponderó el problema del sistema tributario, al que califica como “poco eficiente y complejo de administrar”.
Una tercera etapa es lo que Guzmán denomina un “puente hacia una economía tranquila”. Para eso, el ministro prevé cuestiones como la “sostenibilidad fiscal”, es decir la reducción gradual del déficit fiscal, un ordenamiento de los niveles de deuda, una política de comercio exterior que beneficie las exportaciones y regulaciones al ingreso y salida de dólares que, reconoció, deben ser más leves a las que hay en la actualidad.
Su paso por las aulas para emular su papel docente -que mantiene todavía en la Universidad de La Plata, donde es profesor titular de la materia Moneda, Crédito y Bancos- incluyó adelantos de lo que avizora como claves para la economía de este año, en que el Gobierno imagina un escenario de pospandemia.
El padrino del desembarco de Guzmán en las provincias es el ministro del Interior Wado de Pedro, el dique de contención de la Casa Rosada hacia los gobernadores.
En ese sentido, Guzmán ya dio una pista de cómo será el plan de reducción de la inflación para el Poder Ejecutivo: tendría, según la meta oficial, un retroceso de 5 puntos porcentuales por año. Con una suba de precios que finalizó en 36% en 2020, este año el objetivo será finalizarlo con una cifra que supere por poco el 30%.
El cambio de perfil del ministro de Economía también tiene una pata política y en la economía real. El padrino del desembarco de Guzmán en las provincias es el ministro del Interior Wado de Pedro, el dique de contención de la Casa Rosada hacia los gobernadores.
La presencia del jefe de Hacienda en el interior del país también le sirvió para aceitar su contacto con los gobernadores. En las primeras escalas fueron Omar Gutiérrez y Gustavo Bordet. Otro hilo une a Guzmán con la agenda federal: las renegociaciones de las deudas provinciales que supervisa el Ministerio de Economía a través de la Unidad de Apoyo que creó en abril del año pasado.
El road show por el interior del país incluye además contactos con empresarios locales y vinculados a la economía real, un tipo de actividades que Guzmán ya había iniciado en 2020 para sacarle su aura de funcionario técnico y ocupado de los desequibrios financieros de la economía.
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