“¿Por qué los argentinos pagan el kilo de asado como un chino, un francés o un alemán? Si producen todos en pesos”. El supuesto implícito en la pregunta retórica del presidente Alberto Fernández para justificar el cierre de las exportaciones de maíz –insumo clave en la producción de carne aviar, porcina y vacuna- se demostró groseramente erróneo. Una rueda de consultas de Infobae mostró, por caso, que los alemanes pagan el asado -corte que en verdad consumen poco- el triple que en la Argentina y los cortes más caros –sus preferidos- entre 5 y 6 veces más.
Más aún; de 103 países relevados por Numbeo, una base de datos mundial inicialmente de precios de consumo, que se fue extendiendo hacia otras áreas, Argentina figura en el puesto 99 en cuanto al precio de la carne; esto es, es el quinto país más barato donde consumirla. Pese a que, como precisa un reciente estudio de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), el precio del kilo de carne al mostrador incluye 29% de impuestos.
Que el problema no es el precio relativo a otros países, sino la carga impositiva, los bajos ingresos y el casi nulo valor de la moneda lo refleja el hecho de que en 2020 el consumo interno de carne vacuna, de 49,7 kilos por habitante según el último informe de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), fue el más bajo de los últimos 100 años y 2,3% menor al de 2019, el año de peor desempeño económico de la gestión de Mauricio Macri.
Más que el precio de los alimentos, el problema argentino tiene que ver con la inflación, espejo de la constante devaluación del peso argentino, bajos ingresos y una altísima carga impositiva
Un repaso de Infobae a diversos rankings de Numbeo mostró que, más que el precio de los alimentos, el problema argentino tiene que ver con la inflación, espejo de la constante devaluación del peso argentino –que nos hace casi regalados para los consumidores de gran parte de los países del mundo, aunque ahora, por la pandemia, no puedan venir-, bajos ingresos y una altísima carga impositiva.
Reyes de la devaluación
En materia de devaluación, en el último año, sólo cinco monedas del mundo –de estados “fallidos”, en guerra civil o con severas disrupciones internas- se devaluaron más que el peso argentino.
En cuanto a impuestos, un estudio del Banco Mundial mostró que las empresas argentinas pagan impuestos por el equivalente a 106% de su ganancia neta, proporción que, de 183 países incluidos en el informe, sólo supera Comoros (3 islas en el canal de Mozambique), mientras que el promedio en Sudamérica es del 49 por ciento
En abril 2020, un estudio del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) precisó además que, en promedio, más del 40% de los “Precios Cuidados”, el principal programa de precios del gobierno, se iba en impuestos: 26% en el caso de la leche entera, 36% la harina, 42% el aceite de girasol, 45% el agua mineral, 47% jugos y más del 48% una conocida marca de gaseosas.
Proporciones que seguramente aumentarán en 2021, con la duplicación, de 400 a 800, de la cantidad de productos incluidos en el programa y la incidencia de 14 impuestos –entre nuevos y aumentos de los ya existentes- que se sumaron en el primer año de gobierno de Alberto Fernández.
Comparación internacional
El más reciente ranking de índice del costo de vida en 250 ciudades del mundo publicado por Numbeo ubica a Buenos Aires en el lugar 208, esto es, como la 43 más barata (el grueso de las ciudades más baratas que la capital argentina están en África, América Latina, algunos países de Asia, notablemente la India, y algunos ex soviéticos). La ciudad más “cara” del listado es Zurich, Suiza, y la más “barata” Calcuta, en la India.
Las ciudades de Alemania (país con el que suele compararse el kirchnerismo: recuérdense al respecto discursos de Cristina Fernández de Kirchner y la enfática afirmación de Aníbal Fernández de que en Alemania había más pobres que en la Argentina) tienen costos de vida muy superiores: Munich aparece en el puesto 38 (con un costo de vida 2,43 más alto que CABA), Hamburgo en el 71, Berlín en el 74, Colonia en el 77 y Dusseldorf en el 79. Incluso ciudades chinas como Shanghai (147), Shenzhen (153) y Beijing (161) tienen costos de vida más altos que Buenos Aires.
El ranking de Numbeo es, además, de mediados de 2020: las diferencias deben haberse ahondado desde entonces, pues en los últimos meses de 2020 se aceleraron la devaluación del peso y la inflación argentina, “abaratando” relativamente al país para casi todo el mundo, pero no para los argentinos.
Numbeo, fundada en 2009 por Mladen Adamovic, un ex-ingeniero de Google, elabora en base a encuestas entre la población y diversos indicadores, un ranking de “Calidad de Vida” para esas mismas 250 ciudades, en la que además del “Costo de Vida” incluye índices de “Poder Adquisitivo”, “Seguridad”, “Atención Médica”, “Relación entre el precio de la propiedad y los ingresos”, “Tiempo de viaje diario al trabajo”, “Contaminación” y “Clima”. A la cabeza aparecen las australianas Adelaida (1) y Canberra (2), seguidas por Raleigh (EEUU). El ranking invertido (peor calidad de vida) lo encabezan Manila (Filipinas), Teherán (Irán) y Lagos (Nigeria).
En base a encuestas entre la población y diversos indicadores, Numbeo elabora un ranking de “Calidad de Vida” que toma en cuenta desde indicadores de ingresos y costos, hasta ambientales y tiempo de viaje al trabajo
Buenos Aires aparece en calidad de vida en el puesto 212, con una puntuación de 103,45. En ese listado, Munich ocupa el lugar 35, con una calidad de vida 70% superior a la de Buenos Aires. Le siguen Dusseldorft en el puesto 40, Francfort (44) y Berlín (89). Ninguna ciudad china supera en “calidad de vida” a Buenos Aires, en buena medida debido a los muy altos índices de contaminación que registran las urbes de la potencia asiática, cuya energía sigue dependiendo altamente del carbón.
Poder adquisitivo
En el “Índice de Poder Adquisitivo” Buenos Aires figura en el puesto 196, siempre sobre 250 ciudades, con un índice 35,43, lejos de Francfort, centro financiero y ciudad de mayores ingresos de Alemania, en el puesto 37 y con un poder adquisitivo 2,9 veces superior, seguida por Dusseldorf en el puesto 65, Munich en el 67, Berlín en el 76 y Hamburgo en el 94. También aquí hay ciudades chinas que aventajan a Buenos Aires, como Beijing (puesto 144), Shanghai (146) y Shenzhen (150).
La capital argentina rankea mal en otro indicador económico, la relación entre precio de la propiedad e ingresos, que hace que a los porteños les resulte entre 1,7 y 3 veces más caro (en relación a lo que ganan) tener vivienda propia que en las ciudades alemanas, aunque 24% más barato (siempre en términos relativos) que en Shenzhen y 33% que en Beijing, la capital china.
De los índices que toma Numbeo para su ranking de calidad de vida, el que mejor le da a Buenos Aires es el de “Atención Médica”: supera allí a las ciudades chinas y es apenas entre 10 y 18% inferior al de las ciudades alemanas. De hecho, en esa variable Buenos Aires supera a 25 de las primeras 100 y a 74 de las primeras 200 ciudades del ranking de “Calidad de vida” del mundo. Curiosamente, se trata del sector que pretende “repensar” el kirchnerismo.
A nivel país, a mediados de 2020 el ranking de calidad de vida ubicaba a la Argentina en el puesto 55 sobre 82 países, detrás de Kuwait y delante de Jordania.; al frente del último tercio de la lista. El ranking lo lideraban Dinamarca, Suiza y Finlandia, los últimos 3 países del listado eran Nigeria, Bangladesh y Kenia. En “costo de vida” la Argentina aparecía cuatro veces más barata que el país más caro del listado (Suiza), menos de la mitad que en Alemania y 21% por debajo del costo de vida promedio en China, que tiene aún un alto grado de población rural. A su vez, el “poder adquisitivo” del argentino era, según Numbeo, 55% inferior al alemán y 29% inferior al del chino promedio.
La historia sin fin
El debate en torno a los precios se avivó a partir de la decisión del Gobierno de cerrar las exportaciones de maíz, para supuestamente aliviar así el costo de producción de diferentes tipos de carne y otros alimentos (huevo, leche) y “defender la mesa de los argentinos”.
Es el mismo argumento con que en 2006 el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, a raíz del encarecimiento de los cortes para milanesa (principal forma de consumo de carne en la Argentina) prohibió las exportaciones de carne. La decisión la tomó en vísperas del Mundial de Fútbol en Alemania, cuyas cadenas de restaurantes son los principales canales de venta de los cortes más caros de nuestro país en Europa y significó una pérdida no sólo de exportaciones, sino también de reputación como proveedor.
Moreno implementó luego un sistema de cupos y permisos y hasta pergeñó un plan de mega-feedlots para alimentar el rodeo vacuno argentino. ¿El resultado? Entre 2007 y 2011 el precio promedio del kilo de carne aumentó más de 220%, de poco menos de $ 10 a $ 32 el kilo, el stock bovino cayó en 10 millones de cabezas, cerraron docenas de frigoríficos y se perdieron más de 10.000 empleos en el sector “Matanza de ganado”, que según las planillas de “Distribución Funcional del Ingreso” del Indec fue hasta 2010 el mayor empleador de la “Industria Manufacturera” argentina.
Un estudio del “Centro de Economía Internacional” de la Cancillería sobre el “potencial argentino de exportaciones de carne” precisaba en 2019 que “la Argentina exporta alrededor del 9% de su producción
Un estudio del “Centro de Economía Internacional” de la Cancillería sobre el “potencial argentino de exportaciones de carne” precisaba en 2019 que “la Argentina exporta alrededor del 9% de su producción, medida en equivalente de res con hueso”. Por corte, señalaba el estudio, “el grueso de los refrigerados de precio alto se venden a la Unión Europea (entre 70 y 90%) y los de precio medio a Chile (entre 80 y 100%). A su vez, la mayor parte de los cortes congelados de precio bajo se venden a China (entre 70 y 90%) y los de precio medio a Israel (entre 50 y 80%)”. Por lo tanto, concluía el estudio, “la exportación no compite con el consumo interno en general ni a nivel de los cortes”.
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