Aunque ayer parecía que la prohibición del Banco Central para acceder al mercado del dólar oficial se limitaba a la importación de “bienes suntuarios”, se conoció la lista de varios “bienes finales” que se sumaron, desde agua mineral hasta lavavajillas y lavarropas. La lista está integrada por productos que, en muchos casos, son de uso cotidiano y hogareño.
El efecto de la decisión en el corto plazo puede ser una reducción en la demanda de dólares, pero a la vez provocará un aumento de la inflación y una reducción en el nivel de inversión y de actividad.
El Central dispuso ayer que los importadores de bienes suntuarios y de un conjunto específico de bienes finales deberán obtener financiamiento antes de acceder a los dólares al precio oficial para cancelar los pagos.
Agua mineral, lavarropas, lavavajillas, sembradoras y cosechadoras están entre los productos afectados por la decisión oficial
Por esta decisión, que se aplicará a todos los productos embarcados en origen desde el 7 de enero próximo, “recién podrán acceder al mercado oficial a partir de los 90 días desde el despacho a plaza para los productos finales y a partir de 365 días para los bienes identificados como suntuarios”. Entre otros productos que se encuentran en las posiciones arancelarias incluidas en la decisión de la entidad que preside Miguel Pesce están:
- Agua, incluidas el agua mineral y la gaseada, con adición de azúcar u otro edulcorante o aromatizada.
- Combinaciones de refrigerador y congelador con puertas exteriores separadas.
- Refrigeradores domésticos de compresión de volumen bruto total inferior o igual a 180 litros.
- Congeladores horizontales del tipo arcón (cofre), de capacidad inferior o igual a 800 litros.
- Máquinas para lavar vajilla de tipo doméstico.
- Pulverizadores para agricultura u horticultura autopropulsados.
- Sembradoras-abonadoras, plantadoras y trasplantadoras para siembra directa.
- Cosechadoras-trilladoras autopropulsadas.
- Lavarropas totalmente automáticos, excepto para fichas.
- Hornos de microondas.
- Hornos eléctricos.
- Motos totalmente o parcialmente armadas.
Además, están los “suntuarios” mencionados ayer, entre los que se destacan:
- Caviar.
- Vinos, mostos y espumantes con precio mayor de 50 dólares por litro. La misma referencia corre para el vermut y las demás bebidas fermentadas y mezclas.
- Gin, Whisky, Ron, Ginebra, Vodka, Licores, Tequila, con el mismo valor por litro.
- Vehículos para nieve, carritos de golf y similares con un precio mayor de USD 35 por unidad.
- Aviones y demás aeronaves, únicamente de valor FOB mayor o igual a USD 1.000.000 por unidad, excepto las importaciones realizadas por empresas que presten servicios de aeronavegación.
Al respecto, Caamaño dijo que “es una medida restrictiva por el lado de la cuenta corriente; hace ya unos meses que entramos en una etapa donde se empiezan a racionar las divisas para su utilización en la cuenta corriente; o sea, superamos la etapa del control de cambios de la cuenta capital y estamos entrando en la cuenta corriente. Esto indica que avanza muy rápido la escasez de divisas en cuanto a las distorsiones que introduce el cepo y que esto se va a seguir profundizando”.
“El Central tiene pocas reservas; perdieron muchas sin hacer las correcciones en el esquema de política económica necesaria para mantener una cotización sin dejar lugar al ajuste de la cotización del tipo de cambio”, afirmó. Esta estrategia “costó muchos dólares y ahora están eligiendo seguir restringiendo”. “La tercera vía que eligieron es ingresar cada vez más al cepo”, explicó.
Además, advirtió que “esto va a tener correlato en precios y en el nivel de actividad, porque se les suben los costos a estos productos”. Por ejemplo, mencionó el caso del “campo, ya que afecta a buena parte de las máquinas que utilizan”.
Los economistas opinaron que la decisión del Central puede traer un alivio de corto plazo, pero afectará el nivel de inflación y de crecimiento económico
“Los productos importados van a subir de precio, porque el importador va a tener que cubrirse del riesgo de tener que trasladar el costo del financiamiento y el riesgo de financiarse y que después el tipo de cambio suba o de no conseguir finalmente acceso al mercado oficial”, detalló. Dado que, pese a que muchos funcionarios piensan lo contrario, estos componentes importados sirven para la producción local, el efecto sobre precios y cantidades irá mucho más allá de lo que podría desear el Gobierno.
Por su parte, Nicolás Gadano consideró que “esta medida de restricción hay que ponerla también en contextos de otras medidas que se están tomando; incluso ayer mismo el Central aprobó una suerte de registro de exportadores importadores como para que las empresas directamente tengan que informar e interactuar con el Central, ya no solamente a través de los bancos”.
“Las restricciones indican que la dirección del Gobierno ya no se dirige hacia un programa económico más normal”, aclaró. Además, indicó que “estas medidas de restricción en el cortísimo plazo pueden generar algo en términos de menos demanda de divisas, pero van construyendo una economía cerrada ineficiente con precios más caros y privilegios, porque siempre generan que algunos acceden y otros no a bienes del exterior; se va consolidando una economía muy administrada cada vez menos integrada al flujo de comercio internacional y, por ende, con muy pocas perspectivas para la inversión y el crecimiento”.
En tanto, el especialista en comercio exterior Marcelo Elizondo expresó: “No creo que la autoridad política pueda calificar de suntuario algo que es suntuario para una persona que vende autos importados de alta gama si el objeto de trabajo no es suntuario; la persona vive de eso, igual que aquella persona que vende ollas o relojes de alta calidad y tiene un negocio. Me resisto a calificar de suntuario o no de acuerdo a una decisión burocrática política que puede calificar los bienes como se le antoja”.
“Si caemos en el autoritarismo de que un funcionario decide qué es suntuario y qué no, estamos convalidando la intrusión de la autoridad política en terrenos en los que no le corresponde”, afirmó.
Si caemos en el autoritarismo de que un funcionario decide qué es suntuario y qué no, estamos convalidando la intrusión de la autoridad política en terrenos en los que no le corresponde (Marcelo Elizondo)
Además, aclaró que “es una restricción de importaciones que no es de un monto total importante, no son importaciones significativas. De todos modos, la Argentina es uno de los diez países con menor nivel de importaciones en relación al PBI”.
En este sentido, consideró que “el Gobierno prohíbe el acceso a dólares para estas importaciones como prohíbe la exportación de maíz, o le prohíbe al exportador quedarse con los dólares que gana a través de un contrato legítimo cuando exporta porque el Banco Central se queda los dólares y le paga a pesos al tipo de cambio oficial”.
“Es un capítulo más del prohibicionismo oficial; parece que el daño de estas cosas y en particular a esta medida va más allá del producto puntualmente; hay menos decisiones de inversión y menos emprendimientos. Quien puede produce desde afuera, porque hay un clima de sometimiento a la arbitrariedad ya que todos los días pueden prohibir algo nuevo”, aseguró.
“Todo esto desalienta decisiones de inversión de producción y obviamente de vinculación internacional en cadena de valor”, concluyó Elizondo.
Por su parte, el presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), Rubén García, afirmó que “se trata de una medida inconsulta, que va en el sentido contrario de lo que declama el Gobierno y que afectará a los consumidores con un aumento de los precios y a los productores con más desabastecimiento”.
García recordó que ya tienen un grave problema con el Gobierno por “falta de diálogo total” en torno de las licencias no automáticas, que “están extendidas a todos los sectores, salvo la salud por la pandemia, y que han obligado hace unas 300 empresas a ir a la Justicia para poder entrar la mercadería con una cautelar”.
Las restricciones se dan en un contexto en el que los economistas creen que la inflación de este año rondará entre el 45 y el 50 por ciento y el rebote el 5% tras una caída del 11 por ciento en 2020.
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