La inflación y la cultura del “solo efectivo”, entre otras razones, llevaron a la Argentina a ocupar el último puesto de un ranking clave: es el país con menor cantidad de crédito y de depósitos bancarios de América Latina, calculado en relación al tamaño de su economía. Así lo explica un relevamiento de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) entre 17 estados de la región.
El informe muestra con claridad que en la última década ha mejorado en América Latina el indicador conocido como profundización financiera, que mide el tamaño del sistema financiero en relación a la generación de riqueza de la economía mediante la evolución de los préstamos y los depósitos bancarios. El acceso al crédito y al ahorro es considerado como una vía de reducción de la pobreza.
El crecimiento de la profundización financiera en la región tuvo una excepción en la Argentina
El crecimiento de la profundización financiera en la región tuvo una excepción en la Argentina, ubicada en la última posición, tanto en préstamos como en depósitos en relación al PBI. El informe de la Felaban asegura que “al comparar la profundización financiera entre países, bajo la perspectiva de cartera, entre 2009 y 2019, se evidencian aumentos sostenidos entre los países de América Latina, con las excepciones de Argentina y Nicaragua”. Al mismo tiempo, destaca la evolución positiva en esta materia durante la última década en países como Bolivia, Ecuador, Colombia, y Chile.
“Las ganancias en materia de profundización financiera del sector bancario latinoamericano son evidentes. En poco más de una década, la actividad económica bancaria de la región ha ganado más de 10 puntos porcentuales de participación en la actividad económica agregada. Ello representa buenas noticias para hogares, empresas y gobiernos, en la medida en que los bancos latinoamericanos han reportado capacidades crecientes y sostenidas de irrigar liquidez a la economía y de financiar un mayor número de actividades productivas en las economías en las que operan”, asegura el informe.
La actividad económica bancaria de la región ha ganado más de 10 puntos porcentuales de participación en el PBI
Esas “buenas noticias” nunca llegaron a los hogares y empresas argentinas. El ranking de depósitos por habitante de América Latina promedió USD 3.742 en 2019, un 54% por encima del registrado una década atrás. Si bien la evolución dentro de la región es heterogénea, hay países que crecieron con fuerza. “Vale la pena destacar los avances registrados por Bolivia, Guatemala, Paraguay, Perú y Colombia, países que lograron duplicar (y en el caso de Bolivia, casi triplicar) este indicador durante la última década”, dice el informe.
En diez años, los depósitos per cápita de la Argentina tuvieron un crecimiento marginal (USD 1.784 a USD 1.789), claramente por debajo del promedio regional y superando solamente a Honduras, Nicaragua y Venezuela.
Por el lado del crédito per cápita, el promedio latinoamericano se ubicó en USD 3.479 al finalizar 2019, lo que muestra un significativo crecimiento del 71,6% con relación a 10 años antes. En ese período, hubo ocho países que registraron aumentos superiores al 100% en este indicador: Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay y Perú. El caso boliviano se destaca porque su indicador se elevó 317% en dicho período (USD 2.099 en 2019 versus USD 503 en 2009).
Nuevamente, la Argentina tuvo un desempeño pobre. En esos 10 años, el crédito per cápita ni siquiera subió marginalmente como los depósitos: cayó del equivalente a USD 1.077 a USD 1.009, superando solo a Nicaragua y a Venezuela en el ranking regional.
Este problema estructural de la economía argentina no puede ubicarse en ningún margen de la grieta política, ya que no tuvo grandes modificaciones con los cambios de signos políticos de los gobiernos.
Sus causas son diversas, aunque es claro que la inflación está a la cabeza de ellas. Los argentinos no ahorran en su moneda. Por ello acumulan USD 247.000 millones fuera del sistema financiero, según datos del Indec correspondientes al tercer trimestre de 2020. Ese dinero es atesorado en efectivo, en cajas de seguridad o “debajo del colchón”, o bien está depositado en bancos de otros países.
La ausencia de esos ahorros es el origen del bajísimo nivel de crédito en relación al PBI. Los depósitos son la materia prima ausente de los préstamos que escasean, en un país donde hasta las viviendas, en general, deben comprarse al contado. El desequilibrio fiscal también juega su papel: los bancos, en lugar de prestarle a las familias y a las empresas, financian al sector público, nacional o provincial. Y tienen como principal cliente al Banco Central, con su emisión constante de títulos para absorber dinero y controlar la inflación, tal como las Leliq en la actualidad o las Lebac en años anteriores.
Los bancos, en lugar de prestarle a las familias y a las empresas, financian al sector público, nacional o provincial. Y tienen como principal cliente al Banco Central
Las cifras mencionadas de préstamos y depósitos no incluyen los datos de 2020 y los efectos de la pandemia. Para la Federación Latinoamericana de Bancos, la profundización financiera “seguramente se verá afectada” por el impacto del coronavirus y su lastre de recesión económica en todos los países.
No obstante el pobre desempeño de la Argentina, el 2020 tal vez pueda haber dejado una señal de optimismo. Si bien la recesión fue profunda y ningún indicador muestra que haya resurgido la confianza de los argentinos en el peso, en la pandemia la Argentina tuvo un auge de los pagos digitales, con la participación de bancos, las fintech y el apoyo del Banco Central. Todo ese movimiento transaccional puede servir como punto de partida para salir de la economía “solo efectivo” y la digitalización de los pagos podría ser un vehículo para incrementar también los ahorros y los depósitos dentro del sistema.
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