Seis sectores y sus interrogantes: el análisis de los especialistas de cara al 2021

¿Subirán el empleo y los salarios? ¿Se reducirá el déficit fiscal? ¿Cómo les irá a las provincias? ¿Qué pasará con el dólar y la inflación? ¿Aguantarán las redes de energía y telecomunicación? ¿Seguirá el éxodo de empresas?

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La carga impositiva y la
La carga impositiva y la caída de actividad pone en riesgo a las pequeñas empresas (Reuters)

1- Mercado laboral: empleo y salarios

El mayor costo de la pandemia, la cuarentena, la anemia económica: menos trabajo, menos ingresos, más pobreza. ¿Cuántos de los puestos de trabajo perdidos se podrían recuperar? ¿Qué pasará con los salarios? Tales las preguntas que Infobae le hizo a Juan Luis Bour, economista de FIEL y especialista en economía laboral.

En materia laboral están de un lado las políticas públicas y del otro el mercado mismo. Las políticas no cambiarán mucho. No se ve, por ejemplo, que vayan a cambiar la prohibición de despidos o la doble indemnización, que incluso pusieron antes de que empiece la pandemia. Recordemos la experiencia anterior: la doble se impuso en 2002, como medida transitoria y duró hasta 2007. Así que el mercado laboral se manejará entre la demanda de las empresas y la oferta de trabajo, con una regulación laboral que va en contra del empleo formal.

El mercado laboral termina 2020 con exceso de oferta (gente que quiere trabajar, pero no encuentra cómo hacerlo) y con 2,5 millones de ocupados menos de los que había a fines de 2019. La tasa de desempleo no es más alta solo porque mucha gente salió del mercado de trabajo y está volviendo muy lentamente. Todos esperamos una recuperación de actividad económica y que se recupere la demanda en el sector informal y en la construcción. El drama laboral 2020 fue en la informalidad y servicios y eso va a persistir en sectores como restaurantes, hotelería, turismo: mucho subempleo.

”No vemos una tasa de desempleo enorme, porque hay planes y ayudas y la gente sale poco a buscar. ¿El salario? Si le empata a la inflación es para festejar. Todos vemos una inflación cercana al 50%, poco más o menos. Supón que sea 45%; es difícil que una empresa dé 45% de aumento. El mercado no está en condiciones de hacer esos ajustes, sobre todo en el sector servicios, que es el que más empleo genera. Así que esperaría que los salarios reales den negativo. No los veo subiendo; por la inflación y porque en 2020 se cayó mucho el empleo informal, más que el formal, lo que hace que el salario promedio dé aumento por un efecto puramente estadístico. Lo mismo con el RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables, una de las variables de la fórmula de movilidad jubilatoria): hay meses que da arriba porque se perdieron los salarios más bajos. Cuando se recuperan empleos, los primeros son los de salarios más bajos.

No vemos una tasa de desempleo enorme, porque hay planes y ayudas y la gente sale poco a buscar (Juan Luis Bour)

”Una pérdida de 4% ó 5% del salario real sería un buen resultado. Todos aspiran a una mejora, pero eso depende mucho de la inflación. Si no hay ajuste tarifario, mantienen los subsidios, contienen la tasa de devaluación y siguen controlando los precios, no es descartable que por un tiempo “ganen” los salarios. Pero eso puede durar hasta las elecciones o reventar antes. Es posible que el Gobierno ajuste algo las tarifas para acordar con el FMI y el Fondo les aguante un año sin pagar. Si así fuera, podría frenar todo un tiempo, pero en tal caso en 2022, ¡agarrate!”

2- Inflación, dólar, acuerdo con el FMI

"Hasta hace poco teníamos una
"Hasta hace poco teníamos una expectativa de que el Gobierno efectuara una devaluación del orden del 30% antes de acordar con el FMI, debido a las magras reservas del BCRA y para reducir la brecha cambiaria a una zona inferior al 30%, pero cambiamos nuestro escenario base para 2021", dijo Gabriel Rubinstein (Reuters)

Desde hace ya varios años la Argentina tiene una fragilidad económica que se refleja en tasas de inflación que socavan el peso, dejan el dólar como principal refugio de ahorro y exponen a la población a constantes sofocones cambiarios. El 2020 no fue una excepción a esa tónica, apenas disimulada con controles cada vez más estrechos. ¿Qué puede deparar al respecto 2021? ¿Cuánto dependerá de un acuerdo con el FMI? He aquí las observaciones de Gabriel Rubinstein, director de la consultora Gabriel Rubinstein y Asociados.

“Hasta hace poco teníamos una expectativa de que el Gobierno efectuara una devaluación del orden del 30% antes de acordar con el FMI, debido a las magras reservas del BCRA y para reducir la brecha cambiaria a una zona inferior al 30%, pero cambiamos nuestro escenario base para 2021. El Gobierno parece ya muy determinado a no transitar ese camino, a pesar de los costos que tendría aparejado: brechas cambiarias esperadas muy altas, entorpecimiento permanente de importaciones (y su secuela de precios más altos y trabas a la producción), postergación de liquidaciones de exportaciones, muy bajo financiamiento e inversión externas y muy baja acumulación de reservas esperada.

Si a pesar de estas perspectivas Economía lograra firmar un acuerdo con el FMI, estimamos que, tras las elecciones de octubre, una pobre acumulación de reservas y el mal funcionamiento económico, en el marco de una emisión de pesos que seguiría siendo elevada, llevaría finalmente a la necesidad de maxi-devaluaciones del dólar oficial. Por eso proyectamos que, más allá de una recuperación cíclica significativa importante, tras el colapso del PBI en 2020, y siempre que una segunda ola pandémica no fuerce cierres masivos nuevamente, la economía argentina se desempeñará en forma mediocre, sin que las autoridades encaren y resuelvan los problemas coyunturales (brecha cambiaria excesiva, alto déficit fiscal, etc.) ni los estructurales (escasez de inversión productiva y de estímulos para contratar personal y bajar el desempleo, falta de reformas previsionales y tributarias de fondo, que alienten la inversión privada).

Esperamos una inflación de 41,1% y un dólar oficial de $115 para fines de 2021 (Gabriel Rubinstein)

”En ese marco esperamos una inflación de 41,1% y un dólar oficial de $115 para fines de 2021. Son las proyecciones del escenario-base, con brechas siempre altas y escasa o nula acumulación de reservas”.

3- Situación fiscal y federalismo

Alberto Fernández con la mayoría
Alberto Fernández con la mayoría de los gobernadores, en ocasión de la firma del "Nuevo Consenso Fiscal". Rodríguez Larreta, ausente con aviso

La mayoría de los economistas concuerdan en que, no teniendo acceso al crédito y habiendo financiado el grueso del déficit 2020 con emisión, en 2021 el Gobierno deberá reducir el déficit fiscal, más aún si quiere acordar con el FMI. ¿Qué posibilidades tiene de hacerlo? ¿Qué efectos tendría sobre las provincias? Infobae se lo preguntó a Marcelo Capello, economista jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea y experto en federalismo fiscal, quien planteó dos escenarios, en términos de la puja política al interior de la coalición oficialista.

La situación de la economía siempre depende de la situación en la política de ese país, pero hay momentos y casos en que eso es más notorio que en otros. Por ejemplo, ocurre en Argentina desde 2019, y esa influencia volverá a resultar fundamental en 2021. ¿Por qué? A causa de un gobierno nacional que tiene dos comandos bien marcados, con diferencias políticas e ideológicas entre sí.

Hay un gobierno nacional que tiene dos comandos bien marcados, con diferencias políticas e ideológicas entre sí (Marcelo Capello)

”El primer grupo, encabezado por el Presidente y siguiendo el razonamiento del ministro de Economía, quisiera apostar a una economía con un desequilibrio fiscal que baje más rápido que lo prometido en el Presupuesto 2021. En lugar de un déficit primario del 4,2% del PBI, luego de un déficit que en 2020 podría cerrar entre 6,3% y 6,8% del PBI, para el 2021 este grupo seguramente preferiría un desequilibrio menor al 4%, más bien cercano al 3% del PBI. Ello sería factible con la Ley de Movilidad Previsional aprobada, sin repetir IFE ni ATP el año entrante, sin la fuerte expansión de la obra pública nacional y provincial que planea el presupuesto, y con los recursos extras que podría aportar una recuperación moderada de la economía. Ello implicaría salarios (especialmente públicos) que no superen a la inflación el año que viene, o que lo hagan muy moderadamente. Se trataría de objetivos similares a los deseados por el FMI, para morigerar la expansión de la cantidad de dinero, e intentar mantener la calma en el mercado cambiario, al menos hasta octubre de 2021.

El segundo grupo, liderado por la vicepresidenta Cristina Kirchner, está más enfocado en las elecciones de 2021 y avisó que la política económica debe subordinarse a ese objetivo, con expansión de salarios, jubilaciones y gasto público. El típico tirón de demanda en Argentina, que suele durar lo que las reservas del BCRA. Fiscalmente, se apuntaría a un déficit primario como mínimo igual al presupuestado, pero probablemente mayor, con nuevos pagos de IFE, ATP u otras ayudas sociales. En tal caso, los mercados se anticiparían, la brecha cambiaria aumentaría y se dificultaría más la situación de las reservas del BCRA.

Las provincias, con una situación mucho menos deficitaria que la Nación, pero dependiente de sus recursos, querrán aumentar el gasto en un año electoral, pero se encontrarán con el problema que, en la visión del primer grupo, la emisión monetaria sería menor que en 2020 y no habría muchos recursos para repartir. Si primaran las decisiones del segundo grupo, habría más emisión e inflación, y más recursos para las provincias amigas, en especialmente para Buenos Aires, la ahora privilegiada en el reparto”.

4- Energía

Una imagen de Buenos Aires
Una imagen de Buenos Aires en junio de 2019, durante el último gran corte de luz, por una falla general del sistema eléctrico. En 2020 la demanda sobre el sistema fue mucho menor, pero el congelamiento tarifario y la falta de inversiones dejan dudas sobre la capacidad del sistema en 2021 (Franco Fafasuli)

Las tarifas de gas y luz se mantienen congeladas desde febrero y abril de 2019, respectivamente, aunque los precios de los combustibles tuvieron varios aumentos, a favor del principal productor, la YPF, de mayoría estatal. En 2020, una caída de más del 10% del PBI no exigió demasiado en materia energética. ¿Qué puede pasar en 2021, si la economía “rebota”, como se espera? Las respuesta de Emilio Apud, ex-miembro del “Grupo de los 8” exsecretarios de Energía y ex-miembro del directorio de YPF.

En materia energética hay tres grandes problemas: congelamiento tarifario, intervencionismo a partir de la ley de emergencia; e incumplimiento de contratos, como la decisión de no cumplir con la Revisión Tarifaria Integral. En producción de energía eléctrica, generación de gas y extracción de petróleo, que son sectores no regulados, el gobierno se metió con subsidios y planes porque los precios no cubren los costos y no alientan la inversión. No hay interesados en invertir en el sector. Lo único que hay es el Plan Gas, pedido a gritos por las provincias, para cobrar regalías. Y se hizo con tremendos subsidios, porque las empresas tienen equipos sin utilizar debido a las señales de precios. La tarifa de gas es de USD 2,50 el millón de BTU y la subasta que se hizo es de USD 3,60, así que hay un subsidio de más de un dólar. Y como se prevé que el congelamiento va a seguir hasta marzo o hasta después de las elecciones, el subsidio puede llegar a entre 2 y 3 dólares. Para un mercado que consume 140 millones de metros cúbicos de gas por día, 70 millones de ellos subsidiados (tal el tope del plan gas) es muchísimo dinero. La única ventaja de ese esquema es que no se importará gas, pero será a un costo elevadísimo.

Para un mercado que consume 140 millones de metros cúbicos de gas por día, 70 millones de ellos subsidiados es muchísimo dinero (Emilio Apud)

”Hasta principios de 2020 los subsidios eran sólo el 20% del precio y las empresas respetaban los compromisos de inversión. Hoy, los precios de los combustibles están bastante actualizados, pero el de la electricidad muy atrasado. Además, los subsidios a la electricidad y el gas no prevén inversiones, con lo que la caída de la calidad del servicio va a ser importante: habrá mucho más cortes. A principios de 2020 el promedio de cortes eran 17 horas por usuario al año, después de que se había llegado a 40 horas al año. Con las mismas medidas de los anteriores gobiernos kirchneristas, tendremos los mismos efectos: menor calidad de servicio, más cortes, desabastecimiento e importaciones y poca inversión y caída de reservas y producción de petróleo y gas.

En electricidad, donde primero se verán las fallas es en distribución: es la parte más endeble porque no se hicieron inversiones y creció la demanda doméstica (aunque no la demanda total). Sólo en mantenimiento, Edenor y Edesur necesitan invertir entre 400 y 500 millones de dólares al año. En generación es distinto, porque había un 10% de reserva. Ahora se sabe que en Energía manda el Instituto Patria. Son señales pésimas para la inversión. Cuando se vuelve al capitalismo de amigos, el único perjudicado es el usuario”.

5- Infraestructura de telecomunicaciones

Trabajo remoto, reuniones por Zoom,
Trabajo remoto, reuniones por Zoom, demanda de internet, uso más intenso de las redes de telecomunicación caracterizaron 2020 y lo seguirán haciendo en 2021

La pandemia y su secuela de “aislamiento” y “distanciamiento” sociales aceleraron tendencias preexistentes al trabajo remoto y en red y llevaron a una mayor demanda de telecomunicación, exacerbada a su vez por familias que, encerradas en sus casas, también exigieron más a las redes. En agosto, el Gobierno decretó que internet, telefonía móvil y servicios de TV paga serían en adelante “servicios públicos”, sometidos a tarifas fijadas por el Estado. ¿Qué significó en eso 2020? ¿Qué augura para 2021? Al respecto, Infobae consultó al experto Enrique Carrier.

“Hay que ver cómo terminan implementándose los últimos anuncios (aumento del 5 al 8% en las tarifas de telecomunicación, más la obligación para las empresas de proveer una “Prestación Básica Universal”, PBU, por $150 al mes), porque hubo mucha resistencia. Tal vez alguna reglamentación o resolución posterior cambie esas condiciones, que son muy duras para los operadores. Si se mantuvieran, en 2021 se acabó la extensión de redes, en este marco es improbable que la haya, y menos para servir sectores poco rentables y con mucha demanda de PBU. Habrá que ver qué magnitud y frecuencia tienen los próximos aumentos para saber si y cuánto se siguen retrasando las tarifas, que es lo que va a definir qué harán los operadores en materia de extensión e incluso mantenimiento de las redes.

“La demanda de telecomunicaciones se correlaciona con las inversiones en redes ya existentes. En una red de fibra óptica, tal vez no es necesario cambiar los cables, pero sí algunos equipos, para que el servicio funcione bien. Ahí habría algún impacto si los números no dan. Una tercera etapa sería una degradación real de la calidad de las telecomunicaciones, cuando lo que se rompe no se renueva. Pero no creo que lleguemos a eso en un año. Fue lo que pasó en Venezuela: cuando se nacionalizó un operador importante, los operadores privados se focalizaron en el segmento rentable; si por ejemplo, se rompía una antena en Caracas, sacaban una de un lugar rural y la ponían ahí. No creo que en un año lleguemos ahí, pero es la tónica.

Lo que pasó en Venezuela: cuando se nacionalizó un operador importante, los operadores privados se focalizaron en el segmento rentable (Enrique Carrier)

”El riesgo en 2021 es que por ser un año electoral quieran mitigar el impacto de la inflación y la recesión con precios que no lleguen a cubrir los costos. Sería un escenario muy complicado, sobre todo para los operadores más chicos, que fueron los más vehementes contra las medidas recientes, porque son los que tienen menos margen para aguantar; me refiero a las pymes (empresas agrupadas en Cámaras como Cabase, Cappi y Cacpy, de pequeños proveedores de internet y cableoperadores). Las cooperativas no se manifestaron institucionalmente: tienen otra ecuación, no pagan impuesto a las Ganancias y tal vez esperan negociar otra cosa.

“Casi descarto extensión de las redes; es decir, que donde no haya, empiece a haber, salvo que se trate de segmentos muy rentables, tipo Nordelta. Algo que sí podría aparecer y ser un paliativo es que el Estado a través del Fondo de Servicio Universal subsidie a los operadores o de modo directo a los consumidores”.

6 - Sector externo: Inversión extranjera y comercio exterior

Algunas de las empresas que
Algunas de las empresas que se fueron o anunciaron su intención de irse en 2020. Un proceso que probablemente continúe en 2021

Después de un 2019 que, por la recesión, dejó un superávit comercial de USD 15.990 millones, en los primeros meses de 2020 el saldo a favor amagó con agrandarse, debido al desplome de importaciones de una economía semiparalizada por una larga cuarentena y cierto impulso exportador. Sin embargo, el año terminó caracterizándose por éxodo de empresas extranjeras, la pérdida de fuerza de las ventas externas y el control de las importaciones. Un reciente informe de la consultora Abeceb precisó que lo que la Argentina exportó en 2020 China lo exporta en una semana, EEUU en dos semanas y Brasil en tres meses. La inercia no augura bien para 2021, explicó Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales y fundador de la consultora DNI.

La inversión es lo más difícil de predecir, porque se ha reducido en el mundo en general por la pandemia y en la Argentina hubo incluso salida de inversión: empresas que se fueron o están en proceso de salida. El stock de inversión extranjera se redujo en 2020 y se seguirá reduciendo en 2021. No creo que entren nuevas inversiones, por la brecha cambiaria y porque las señales políticas no son buenas. Para exportar hay muchos elementos inciertos: la brecha cambiaria desalienta las ventas y dependemos mucho del clima. El Presupuesto 2021 prevé un aumento del 10% de las exportaciones y del 14% de las importaciones, que daría un saldo comercial de USD 14.000 millones. No estaría mal, pero son resultados pobres luego de una caída de las ventas de 15% en 2020, contra una caída del 9% a nivel mundial.

Además, mientras en el mundo, la caída de las exportaciones se fue atenuando (el segundo trimestre fue del 19%, en el tercero del 5% y en el cuarto sería del 3%) en Argentina la caída se fue profundizando y deja una inercia preocupante para 2021. La pandemia afectó a todos, pero el país empezó a mostrar sus propios problemas: brecha e incertidumbre cambiaria y niveles de inflación que impiden el cálculo económico en moneda dura. Cuesta comprometerse a mediano y largo plazo, como exige el comercio exterior.

El Mercosur no hizo ningún avance. Eso complica la competitividad. Otro problema es el abastecimiento de insumos importados (Marcelo Elizondo)

Con baja tasa de inversión y crédito caro, es difícil mejorar la competitividad. Son problemas enteramente locales. Y también hay que considerar que en 2020 el mundo siguió avanzando en acuerdos comerciales: el Brexit terminó en un Tratado de Libre Comercio, se acordó el RCEP (el mayor acuerdo de libre comercio del mundo: abarca un tercio de la población y casi 30% del PBI mundial; incluye a los 10 miembros de la Asociación de Países del Sudeste Asiático, ASEAN, más China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda), se inició la segunda fase del Área de Libre Comercio Continental de África y sobre el cierre del año hubo un acuerdo entre China y la Unión Europea. El Mercosur no hizo ningún avance. Eso complica la competitividad. Otro problema es el abastecimiento de insumos importados, por la administración del comercio que hace el gobierno. En comercio exterior, para proyectar a largo plazo se necesitan certezas que hoy la Argentina no da. Una empresa no puede comprometerse a más de lo que da el país.”.

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