Como saliendo al cruce de la reciente decisión del gobierno de cerrar las exportaciones de maíz, la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), precisaron en un comunicado sabatino que en diciembre liquidaron USD 1.690,8 millones millones de dólares, 4,8% más que en noviembre, con lo que completaron a lo largo de 2020 una liquidación de USD 20.274,3 millones, equivalente al 41% de las exportaciones totales del país, según datos del Indec.
Ambas cámaras destacaron que “el monto ingresado en diciembre es el más elevado para ese mes en los últimos diez años, excepto 2014 y 2015, lo que se debe al notorio aumento de los precios agroindustriales en el mercado internacional, la aceleración de embarques en los primeros días del último mes del año ante la previsión del paro de actividades por el conflicto gremial y la carga de buques de unas pocas empresas que resolvieron las trabas portuarias individualmente”.
La frase sirve como recordatorio de los malos resultados de la gestión de Cristina Kirchner y la disrupción que significó el reciente, y aún no del todo solucionado, paro en los puertos exportadores, que paralizó las ventas externas por nada menos que 20 días.
Consultado por Infobae acerca de la decisión gubernamental de cerrar, en principio hasta el 1 de marzo, las exportaciones de maíz, el presidente de CIARA-CEC, Gustavo Idígoras respondió que se trata de “una medida inconsulta” a raíz de la cual pidieron “que la próxima semana haya reuniones de toda la cadena de maíz con el gobierno”. Según Idígoras, “el efecto de disponibilidad y baja de precios en el maíz no se logrará con esta medida, y va a provocar desinversión en los productores”. Por eso, instó a “revisar rápidamente la medida”.
El discurso de Cristina Kirchner, las medidas de Alberto Fernández
El reciente cierre de las exportaciones de maíz dio por tierra con las expectativas de un entendimiento del campo y la agroindustria con el gobierno e hizo resurgir el temor a un creciente intervencionismo oficial, en línea con las consignas de Cristina Kirchner en el acto en La Plata en el que invitó a algunos ministros y legisladores a “buscar otro laburo” y dijo que había que “alinear los salarios y jubilaciones con los precios de los alimentos y las tarifas”.
El cierre de las exportaciones de maíz dio por tierra con las expectativas de un entendimiento del campo y la agroindustria con el gobierno e hizo resurgir los temores a un creciente intervencionismo oficial
En ese discurso, la vicepresidente dijo que durante las anteriores gestiones K “los argentinos podían comer carne” y además llamó a repensar el sistema sanitario. Fue el 18 de diciembre. Desde entonces, el gobierno anuló los aumentos de las empresas de medicina prepaga que había autorizado previamente, pateó cuanto menos hasta marzo la actualización de las tarifas de luz y gas y cerró las exportaciones de maíz, insumo fundamental en la producción de carne vacuna, aviar y porcina.
Qué dice la cadena del maíz
Al respecto, Alberto Morelli, presidente de Maizar, la cadena del maíz, dijo hoy al programa radial “Bichos de Campo” que el cierre de las ventas externas del grano (en principio, hasta el 1 de marzo) sorprendió para mal al sector. “Fuimos sorprendidos con esta medida que creemos es desacertada”, dijo Morelli. “Salir del mercado internacional por dos meses no es bueno para Argentina. Seguimos dando la imagen de que somos un país con una política inestable, lo que nos deja mal parados como proveedores”.
Según el dirigente, la medida no logrará “lo que probablemente busque el gobierno, que es una baja en el precio del maíz”. Lo planteó del siguiente modo: “si el productor no vende con valores cercanos a los $ 19.000, ¿por qué los va a vender en los próximos dos meses con valores más bajos?
Para el titular de Maizar, “el análisis es más complejo, tiene que ver con otros temas como el retraso del dólar, las pocas expectativas que tiene el productor para defender sus ingresos, a menos que tenga que pagar gastos directos. No veo que se vaya a lograr baja de precios ni venta importante de maíz”.
Cuestiones encadenadas
A su vez, reconoció las dificultades que tiene los “transformadores de maíz” (en referencia a los productores de carne vacuna, de cerdo y de pollo, los fabricantes de etanol y los productores de polenta, entre otros sectores que usan el maíz como insumo productivo.
Esto sucede, dijo Morelli, porque los “transformadores” tienen precios congelados, “lo que también es parte de la política del gobierno”, en referencia a las políticas de control de precios que lleva adelante, desde el ministerio de Desarrollo Productivo, la secretaria de Comercio Interior, Paula Español.
El camino de la escasez
De seguir este tipo de políticas, concluyó Morelli, el gobierno podría “afectar la futura intención de siembra del cereal, que el año pasado venía de producirse por primera vez con mayores volúmenes que la soja”. El titular de Maizar fue lapidario sobre las experiencias de intervención anterior. “Lo que produjeron fue retracción del área sembrada y es uno de los peligros latentes que tenemos. En los años anteriores, desde 2015, que aumentó más de 60% el área de maíz en Argentina. Perder eso, por mala política, es posible volver a repetir acciones que condujeron al fracaso en el pasado”.
En el último Congreso de Maizar, que se desarrolló en forma virtual, Morelli había señalado que la campaña del maíz 2019/20 fue “la segunda más importante de la historia argentina” y que en 2019 “el complejo maicero, incluyendo las cadenas de carne bovina, aviar y porcina, y la de lácteos” había aumentado sus exportaciones “más de 37% frente al 2018, siete veces más que las exportaciones totales de la Argentina (5,4%)”. Las ventas, precisó, fueron a 150 países y generaron más de 10.600 millones de dólares, “casi el 16% de todo lo exportado por el país, de acuerdo con el Indec”.
La carga impositiva para un productor de maíz, precisó entonces Morelli, era del 65,4%, según estudios de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina) y las cadenas del maíz y el sorgo generan 735.524 empleos directos. Todo eso, creen ahora en el campo, vuelve a estar en peligro.
Seguí leyendo: