Más allá de la tranquilidad cambiaria de fin de año, obtenida en parte por cuestiones estacionales -en diciembre la demanda de pesos es alta-, marzo aparece como el mes salvador para el Gobierno en materia de divisas. La cosecha gruesa le garantizaría al Estado un flujo de dólares importante que le permitiría ir administrando el tipo de cambio sin mayores sobresaltos, en un año en el que se espera un rebote económico y una mayor demanda de bienes del exterior. Pero el clima no ayudó y una fuerte sequía está afectando los cultivos en buena parte del país. ¿Cómo afectará esta situación a los pronósticos oficiales? ¿Podrá el equipo económico evitar un salto del dólar?
“Esperemos que llueva. Ningún año de sequía es bueno para la Argentina”, dicen cerca del ministro de Economía, Martín Guzmán. Festejan que los precios de los commodities subieron fuertemente en los últimos meses -en gran parte producto de esta menor oferta por la sequía, que afecta a toda la región-, y si bien el recorte de las cantidades podría verse compensada por el efecto precio, ello dependerá de cuánto sea esa caída en el área sembrada y los rindes.
Además, aseguran en el Palacio de Hacienda, las importaciones están creciendo a un ritmo mayor al previsto en el Presupuesto, por lo que el resultado superavitario es cada vez menor. Ayer, el Banco Central dispuso extender hasta el 31 de marzo el alcance de su Comunicación 7030, que dispone restricciones para el acceso al mercado de cambios a los importadores.
Por otra parte, también será clave, más allá de cuánto sea la cosecha, cuál será la actitud del productor, que durante todo el 2020 se mantuvo bastante reticente a vender sus granos ante el contexto de incertidumbre y expectativa de devaluación. “Tenemos que encaminar una normalización del mercado de cambios para que el productor no frene ventas. Y esperamos que el acuerdo con el FMI ayude en este sentido”, dijeron en Economía.
Al respecto, el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina, dijo a Infobae que “si no hay confianza, los productores van a seguir guardándose la soja como reserva de valor”. Respecto del clima, afirmó que están tratando de sembrar la gruesa con una perspectiva climática muy negativa, que ya tuvieron un pase de factura de la sequía con el trigo, y que ahora “hay que rezar” para que llueva. “Si no llueve, no habrá marzo”, dijo el ruralista.
Los analistas del sector agropecuario coinciden en un diagnóstico: los precios de los granos están en sus máximos valores en cinco años y aunque las cantidades sean menores, podrán ser compensadas. Sin embargo, aún queda camino por recorrer en materia de clima. Lo que pase entre enero y febrero será clave para definir cómo se jugará el partido.
Según indicó el economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Agustín Tejeda, en septiembre estimaban exportaciones del sector agrícola por USD 25.000 millones, que ya implicaban una reducción de 3% respecto de las cifras de 2019, y hoy, aún sin cambios en las proyecciones de cantidades, la cifra prevista de ventas al exterior creció 30%, hasta los USD 33.000 millones. Es decir que hoy, con precios que treparon desde comienzos de octubre aproximadamente 20%, la cuenta da positiva para el Gobierno, ya que recaudaría entre USD 1.000 y USD 2.000 millones más en concepto de retenciones. Hoy la soja vale USD 480 la tonelada -precio FOB- y el maíz, USD 210 la tonelada.
Pero los recortes de producción están prácticamente cantados. La Bolsa de Cereales aún mantiene las estimaciones realizadas en septiembre, pero podría anunciar rebajas en los próximos días. “En soja, estimábamos una superficie sembrada de 17,2 millones de hectáreas, contra 17,1 del año pasado, pero ahora la pregunta es si se va a poder sembrar toda la soja de segunda que esperábamos. Y puede hacerse hasta mediados de enero”, explicó Tejeda.
Con respecto al maíz, la proyección es de una siembra de 6,3 millones de hectáreas, es decir, 200.000 menos que la campaña pasada. Pero también puede haber recortes de área en este cultivo, ya que el maíz tardío, que es el que se siembra en esta época, puede complicarse, agregó el economista especializado. Y si a estos recortes de área, que implicarán reducciones en la estimación de cosecha, se le suma la falta de lluvia durante el verano, también estarán complicados los rindes, agregó.
Asimismo, se desconoce cuál será el impacto del cierre de las exportaciones de maíz que el gobierno anunció ayer y que fue rechazado por las entidades agropecuarias.
En trigo, por ejemplo, se cerrará la campaña con 16,8 millones de toneladas, contra 21 millones de la primera estimación. En cuanto a las toneladas esperadas para soja y maíz, por ahora la Bolsa mantiene 46,5 millones de toneladas en el caso de la oleaginosa, y 47 millones para el maíz.
“El escenario en cuanto a las cantidades está muy abierto. Eso es lo que va determinar las cuentas del gobierno. Si es un febrero que no llueve nada, podemos tener rindes muy afectados y tener una campaña como fue la de 2017/2018, con la producción cayendo arriba del 30%”, explicó el analista, al tiempo que agregó que por otro lado está la decisión de venta del productor. “Y eso dependerá del precio, de cuán alta esté la brecha cambiaria y de lo que termine cosechando, porque si es poco probablemente tenga que vender para hacer frente a las necesidades financieras de la campaña”, sostuvo Tejeda.
Consultado el consultor agropecuario Gustavo López, de Agritrend, afirmó que “este año ya viene mal de base desde el punto de vista climático” y “hay zonas del país con muchos problemas”. Según dijo, si en algunas zonas no llueve la semana próxima, los productores van a picar los maíces. Y el gran interrogante es qué pasará con la cosecha gruesa, agregó.
“Hay tres fotografías: una la que pensaba en abril, otra en noviembre y otra la que sería una hipótesis de un enero poco llovedor, donde la situación se vuelve más compleja”, remarcó el especialista. De acuerdo con su visión, en abril, había una demanda de China que todavía no estaba tan alta y los precios promedio no eran los mejores. Pensábamos que íbamos a llegar a las 137 millones de toneladas, una exportación de 99 millones e ingresos por USD 28.500 millones, por lo que el precio implícito era de USD 290. Eso implicaba que el Estado recaudaría casi USD 7.000 millones de retenciones. e dólares de retenciones.
En noviembre, los precios ya eran mucho más altos porque comenzó a haber problemas con la oferta y la demanda china seguía muy fuerte. Por lo tanto, la cuenta era que la producción se caía a 129 millones de toneladas y la exportación a 92 millones de toneladas, pero los ingresos crecían a USD 33.500 millones porque el precio implícito había subido a USD 367. La recaudación por retenciones, por ende, podría estar cerca de los USD 8.000 millones.
Y la foto de hoy es que si la situación climática sigue complicada y sigue bajando la producción, “es muy probable que se reduzca a 118 millones de toneladas, con una exportación de 80 millones de toneladas, y con un valor de exportaciones similar al previsto en abril, sostenido por los altos precios”. “Estaríamos perdiendo lo que pensabas que podrías haber ganado en el año vía precio”, dijo López, quien añadió que “otro tema que preocupa mucho es el ritmo de venta de los productores, para quienes hoy sus granos son el resguardo de valor”.
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