Finaliza el año 2020 con un sabor amargo para las economías del mundo. Y no podía ser menos, dado el efecto negativo sobre la producción, el comercio y el turismo que provocó el coronavirus y las obligadas medidas de confinamiento aplicadas por todos los países.
También fue generalizada la inyección de liquidez: los principales bancos centrales del mundo emitieron moneda y los gobiernos aplicaron ambiciosos paquetes fiscales para moderar el impacto sobre la actividad y asistir a los sectores sociales más vulnerables, frente a una enfermedad casi desconocida un año atrás y que se cobró cerca de dos millones de víctimas alrededor del mundo.
Excluida Venezuela del “mapa” financiero, las acciones argentinas sumaron el tercer año consecutivo como las de mayor caída en el mundo
Argentina no fue una excepción. El gobierno de Alberto Fernández también optó por programas de expansión monetaria y fiscal para hacerle frente a una caída del PBI del orden de los dos dígitos, una recesión sin precedentes desde la crisis de 2001-2002. Pero las dificultades para obtener financiamiento genuino a través de la colocación de deuda -en un año ya difícil por la reestructuración de bonos privados por más de USD 100.000 millones-, obligó a utilizar la “maquinita”, es decir la emisión de pesos sin respaldo.
Esta restricción trajo las consecuencias conocidas: una inflación muy alta en la comparación mundial -cerca del 37% anual-, la depreciación del peso y el efecto de contagio sobre las valuaciones de todos los activos, bienes y servicios domésticos, que medidos en dólares se desplomaron, desde acciones y bonos hasta salarios.
De este modo, si se excluye a Venezuela -fuera del radar financiero por su colapso económico-, la Argentina ostentó otro triste récord: tuvo la moneda que más se devaluó en el año y su mercado fue el que más cayó en el mundo, por tercer año consecutivo.
Aún con la caída de actividad y meses de desempleo récord, los principales índices de Wall Street concluyen el año en positivo. El promedio Dow Jones de Industriales avanza un 5% en el cotejo anual, mientras que el tecnológico Nasdaq crece un 44 por ciento.
Las acciones argentinas, en cambio, acumulan una baja promedio del 34% en dólares, según se desprende de la cotización de los ADR de empresas nacionales que se negocian en el exterior, pero también al medir la puntación del panel líder S&P Merval por la cotización del dólar implícita en la operatoria bursátil, el contado con liquidación, hoy en torno a los 141 pesos.
Hubo destacadas excepciones, como Mercado Libre (+199% en dólares) y Globant (+106%), pero hay que tener en cuenta que estos unicornios de origen argentino cotizan directamente en el exterior, donde concentran su modelo de negocios, mientras que pueden operarse en el mercado local solo a través de los Cedear.
Cuando se analizan títulos expuestos directamente al “riesgo argentino”, pues su negocio se concentra en el plano doméstico, las regulaciones locales y los avatares de la moneda y la economía en general, las pérdidas son muy profundas. Entre los papeles de referencia, Grupo Galicia cedió 45% en dólares en 2020, mientras que YPF resignó un 57%, para ofrecerse a 5 dólares -cuando en enero de 2018 se pagaba a 26 dólares-.
En esta pérdida de valor confluyen varios factores. El principal es el de la depresión económica: Argentina arrastra tres años de recesión, iniciada con la crisis cambiaria de 2018, pero que por diversos factores no se detuvo hasta hoy y en 2020 se profundizó en forma dramática por la propagación del Covid-19. El PBI de Argentina es hoy inferior al de 2010. Una década perdida.
La erosión financiera provocada por la constante devaluación del peso -cuyo origen es el déficit fiscal de ocho puntos del Producto- es otro motivo del desplome de las cotizaciones. Y un tercer factor es el de las expectativas, hoy el menos negativo: si se cumplen las proyecciones de un crecimiento económico del 5% para 2021, aunque sea por un “rebote” después del “bajón” reciente.
Si se analizan las monedas globales, el peso argentino es el que más se devaluó. Al comparar la evolución del tipo de cambio implícito en la Bolsa -ya que Argentina también ostenta un raro estatus en la comparación global debido al control de cambios- el dólar contado con liquidación avanzó casi 90% en 2020.
Pero aún considerando el tipo de cambio oficial, el dólar saltó un 40%, según la cotización mayorista, de 59,89 a 84,14 pesos. Esto es una devaluación del peso argentino del 28,8% a lo largo del año, también una pérdida que no encuentra comparación en el mundo, a pesar de la caída de las monedas emergentes, como el real brasileño.
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