El ministro de Economía Martín Guzmán dijo que el Gobierno buscará un plan de control de la inflación en 2021 que incluya menos emisión monetaria y anclar expectativas con coordinación de precios. Además, dijo que la obra pública será el motor de la economía el año próximo y que el déficit bajará en un ritmo “que sea consistente” con un rebote económico.
El jefe del Palacio de Hacienda dio una entrevista al portal Project Syndicate, en el que habló sobre cómo fue la renegociación de la deuda soberana, el rol que tuvo el Fondo Monetario Internacional y las perspectivas de actividad para 2021 tras el impacto de la pandemia.
“Prevemos una senda de reducción constantesde la inflación, consistente con una tendencia hacia la consolidación fiscal que libere al Banco Central de la presión para financiar al Gobierno y refuerce la credibilidad de la política macroeconómica”, dijo Guzmán.
“A lo largo del camino, brindaremos pautas que apoyen la coordinación de comportamientos y expectativas. En este frente, las políticas de precios e ingresos también jugarán un papel de apoyo”, consideró, sobre cómo será la inflación en 2021.
Prevemos una senda de reducción constantesde la inflación, consistente con una tendencia hacia la consolidación fiscal que libere al Banco Central de la presión para financiar al Gobierno.
Sobre la suba de precios, Guzmán fue crítico del esquema de metas de inflación que llevó adelante el Gobierno de Mauricio Macri. “Nuestro enfoque de la inflación es mucho más integral, da cuenta de la convulsa situación macroeconómica de Argentina y aplica lecciones de las experiencias de otras economías que pudieron establecer regímenes de baja inflación, después de un período de transición de esfuerzos desinflacionarios sostenidos”, dijo el ministro.
Por otra parte, al referirse a la situación económica actual tras nueve meses de pandemia, el funcionario comentó: “Cuando llegó la pandemia, Argentina ya estaba sufriendo una crisis macroeconómica. La economía está comenzando a recuperarse ahora, pero la subutilización de la capacidad productiva, especialmente en el sector no transable, sigue siendo un problema importante. El Estado jugará un papel anticíclico importante en los tiempos venideros, por ejemplo, invirtiendo en infraestructura pública y vivienda”, aseguró ante Project Syndicate.
El Presupuesto 2021 incluye, en ese sentido, una inversión en obra pública cercano a los 2,2% del Producto Bruto, aproximadamente el doble de lo previsto en el presupuesto 2019 que continuó vigente este año. “El sector de la construcción está asociado con grandes multiplicadores de la actividad económica y el empleo, especialmente en tiempos de recesión. Por tanto, será fundamental para la recuperación”, anticipó.
En ese sentido, apuntó a que el déficit fiscal tenderá a una baja en 2021 tras el pico de casi 9% del PBI al que ascendería este año, tal como informó Infobae. “El Presupuesto 2021 se basa en dos pilares. Primero, el crecimiento económico es un requisito previo para la estabilización macroeconómica. Esto significa que el presupuesto se ha diseñado, tanto desde una perspectiva macroeconómica como en términos de prioridades de gasto, para promover la recuperación económica en el corto plazo”, opinó el ministro de Economía.
Al respecto, anticipó que la reducción del déficit fiscal estará atada a la recuperación de la actividad. “En segundo lugar, la sostenibilidad fiscal es una condición necesaria para la estabilidad macroeconómica. Así, el Presupuesto también avanza en la consolidación fiscal, a un ritmo que es consistente con la expansión del gasto real que demanda una recuperación económica sostenida”, consideró.
Hacia 2021, la proyección de Economía es que el déficit primario (que este año terminaría, entonces, cerca de los 7 puntos del PBI), debería reducirse a 4,5%, tal como está previsto en el Presupuesto 2021 aprobado por el Congreso.
El déficit fiscal de 2020 terminará cerca de los 9 puntos del PBI por el gasto asociado a la pandemia.
De ese total, el Gobierno esperaba poder cubrir el 60% a través de emisión de pesos del Banco Central (lo que implicaría cerca de un billón de pesos más de expansión monetaria) y un 40% con colocaciones de deuda en el mercado local. Esa fórmula, de todas formas, podría cambiar e ingresar en la ecuación un mayor ingreso de préstamos de organismos internacionales de crédito, para reducir la necesidad de impresión de moneda del BCRA.
Por último, Guzmán habló sobre el rol que tuvo el Fondo Monetario Internacional para resolver la reestructuración de la deuda y, en ese sentido, por qué cree que el organismo internacional “cambió”. “El FMI desempeñó un papel positivo. Antes de que comenzaran las negociaciones, Argentina solicitó al Fondo que llevara a cabo un análisis de sostenibilidad de la deuda, que, entre otras cosas, incluía limitaciones de sostenibilidad de la deuda”, recordó.
“Una diferencia clave en el enfoque del FMI esta vez es que no basó su análisis en premisas erróneas, por ejemplo, que la austeridad en tiempos de recesión aumenta la confianza y, por lo tanto, puede ser expansiva. De hecho, el análisis de sostenibilidad de la deuda del Fondo se acercó notablemente al del gobierno argentino”, dijo.
“El FMI debe respetar este enfoque en el futuro, asegurando que los análisis de sostenibilidad de la deuda se basen en premisas sólidas y parámetros razonables informados por evidencia empírica”, concluyó.
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