En el marco de la pandemia de coronavirus, el Banco Central extendió hasta el 31 de marzo de 2021 la posibilidad de postergar las cuotas impagas de los créditos (excepto financiaciones de tarjetas de crédito) hasta el final de la vida del préstamo, devengando sólo la tasa de interés compensatoria prevista contractualmente y sin aplicar ningún cargo extra.
“La disposición del BCRA también mantiene hasta el 31 de marzo la decisión que incrementa en 60 días los plazos de mora admitida para los niveles 1, 2 y 3 –tanto para la cartera comercial como para la de consumo o vivienda– y suspende la recategorización obligatoria para la ‘Clasificación de deudores’”, detalló el Central en un comunicado.
Pero aunque pareciera que la crisis generó un salto en la morosidad, los bancos privados y públicos que fueron consultados por Infobae señalan que la falta de pago se mantiene dentro de los estándares previstos.
“Estamos viendo una menor proporción de atrasos a medida que el año fue avanzando. A medida que la actividad económica retoma, son menos los clientes que toman alguna de las refinanciaciones del Banco Central”, explicaron desde una entidad privada con sede en el Viejo Continente.
Algo similar sucede desde la banca oficial. “Siempre hay un poco más de morosidad entendiendo el contexto, pero no estamos notando que los clientes estén estirando las cuotas hasta el final ni haciendo uso de la posibilidad que abrió el Central”.
Desde una entidad fueron un poco más explícitos para mostrar el estado de situación señalando que la morosidad en los créditos hipotecarios es de “alrededor del 1,5% sin variaciones casi en todo el año, con una baja Interanual del 0,4%”.
En lo que se refiere al segmento de los créditos personales, el porcentaje es más alto pero dentro del rango de lo previsto y hasta mejor que en 2019 cuando sólo había recesión. En este grupo, la mora es en torno del 7% con una baja del 1% respecto del año pasado.
El 20 de marzo, cuando inició el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), la autoridad monetaria estableció que los pagos de vencimientos de préstamos bancarios de todo tipo que cayeran durante el período de aislamiento obligatorio se postergarían por un mes, a lo que se fueron dando sucesivas prórrogas.
Siempre hay un poco más de morosidad entendiendo el contexto, pero no estamos notando que los clientes estén estirando las cuotas hasta el final ni haciendo uso de la posibilidad que abrió el Central
Según el ultimo Informe sobre Bancos del BCRA, correspondiente a septiembre, en virtud de las medidas adoptadas por la entidad “el ratio de irregularidad del crédito al sector privado se ubicó en 4,5%, reduciéndose con respecto al mes anterior en 0,3 puntos porcentuales. Esta tendencia resultó generalizada entre los grupos de entidades financieras, con una mayor intensidad relativa en las entidades financieras no bancarias”.
Un punto en donde los deudores habían mostrado una mayor preocupación era el de los créditos UVA. Sin embargo, tal como sucede desde el inicio de su implementación, la morosidad de los préstamos hipotecarios ajustados por inflación tiene niveles bajos y aceptables para las entidades financieras. A esa irregularidad habitualmente baja, se sumó el congelamiento de las cuotas que se mantendrá hasta marzo de 2021.
Según los datos de hace poco menos de quince días del Banco Central el stock de deuda se divide en $ 436.000 millones en créditos personales, lo que muestra un moderado crecimiento de 10% anual pero en el caso de la financiación de las tarjetas de crédito el número alcanza a los $ 850.000 millones lo muestra una alza de casi 60% respecto del año pasado.
La preocupación del sistema era la acumulación de esos créditos y qué iba a pasar el 1 de enero cuando cayeran la segunda prórroga de los tres meses de gracia que había dado el Banco Central de la República Argentina mientras se observaba un proceso de crecimiento de las deudas, en especial en el caso de los créditos personales.
Un ejemplo de esto es el informe que publicó a principios de noviembre la empresa First Capital Group que mostraba que crecía el nivel de endudamiento de las familias.
Según el último informe de la consultora financiera el consumo con tarjetas de crédito en Argentina tuvo en noviembre un crecimiento interanual del 57,8 %, un número que supera la inflación del período.
El saldo de las tarjetas para el décimo primer mes del año fue de 849 805 millones de pesos (unos 10.000 millones, en dólares), lo que implica una suba de 6,6 % respecto al cierre del mes pasado, unos 52 792 millones de pesos por encima de octubre.
“Ingresamos en la parte del año donde crecen los consumos que se abonan tradicionalmente con tarjeta, sumado a que la apertura de centros comerciales, gastronómicos y de entretenimiento impulsan mayores gastos. Además, la promoción turística PreViaje, impulsada por el Gobierno Nacional que devuelve el 50 % de lo consumido en turismo interno en saldo en una billetera electrónica del BNA, también ha impulsado el gasto con tarjetas de crédito”, aseguró Guillermo Barbero, socio de First Capital Group.
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