
La posibilidad de trabajar es un valor estructural dentro de la configuración de la identidad de la clase media. Y la pandemia sumada a la cuarentena apuntaron justamente al corazón de esta identificación. Muchos ciudadanos pudieron seguir trabajando de forma remota, pero otros tantos quedaron subocupados o directamente perdieron el empleo. “Es altamente probable que el 2020 sea el primer año desde 2002 de movilidad social descendente”, se animó a anticipar Guillermo Oliveto, presidente de la consultora W, especializada en consumo, ante la consulta de Infobae.
La clase media es muy amplia en la Argentina. Hasta fines de 2019, se englobaba en este segmento al 45% de la población, cifra que están en plena revisión a partir de la pandemia. Sin embargo, quienes realizan la clasificación de los hogares según el nivel socioeconómico (NSE) tienen ya algunas conclusiones al respecto, en función de los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, que llegan a junio.
De acuerdo con un informe del Observatorio Social de la Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión (Saimo), que elaboró el índice de NSE junto a la Cámara de Investigación Social y de Mercado (CEIM) y la Asociación Argentina de Marketing (AAM), la inactividad o la subocupación de gran parte de la población producto del virus y las restricciones de circulación hicieron que todos los segmentos socioeconómicos se vieran afectados y bajaran un escalón en su calidad de vida, ya que la condición de actividad y la ocupación son (además de otros factores importantes como el nivel educativo), clave para englobar a las personas en uno u otro segmento.
Según las conclusiones que fueron compartidas a este medio, el análisis de los datos de la EPH muestran que en el segundo trimestre del año la tasa de hogares ABC1 bajó en 1,7 puntos porcentuales respecto al primer trimestre y al promedio de 2019 (de 6,6% a 4,9% del total) “debido fundamentalmente a las dificultades que sufrieron propietarios de pequeñas empresas y profesionales independientes”. “Ese descenso puede no parecer mucho, pero muestra que el 26% de los hogares que estaban en ABC1 el año pasado han pasado a otros niveles, obviamente inferiores”, asegura el documento elaborado desde Saimo. Es decir, 1 de cada 4 hogares de altos ingresos debieron resignar algunos hábitos de consumo.

En el otro extremo, la tasa del nivel D2E subió 2,1 puntos porcentuales, de 13,4% a 15,5% del total, lo que representa un incremento del 16% en la cantidad de hogares. Este incremento condice con el salto de la pobreza, que al primer semestre llegó al 40,9% de la población, según el Indec, y se elevó en el tercer trimestre a más de 44% en la medición del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
Los niveles intermedios registraron variaciones menores, debido a que -en general- recibieron desplazamientos desde niveles superiores y otros bajaron a inferiores. Por ejemplo, mientras que el segmento de clase alta y media alta cayó, los hogares C2 -típicamente medios- crecieron del 18,3% al 19,3% entre el primer y el segundo trimestre del año. También aumentó la proporción de los hogares en la clase media baja (C3), que subió de 29,8% a 30,2%. A su vez, los hogares en D1 -clase baja superior- bajaron de 32% a 30,2%, en tanto que subieron los de la clase baja (D2E) del 13,4% al 15,5 por ciento.

Según explicaron a Infobae la presidente de Saimo, Mariela Mociulsky, y el director del Observatorio Social, Oscar Muraro, los ingresos no son tenidos en cuenta para hacer esta clasificación, ya que en muchos casos no se declaran completamente. Pero algunos analistas hacen luego una estimación en función de esta información de la EPH y el cruzamiento de otros datos.
Por ejemplo, hacia fines de 2019, según detalló Oliveto, los ingresos de una familia de clase media oscilaban entre $50.000 y $240.000 netos mensuales, con una clase media baja (28% de los hogares) con ingresos entre $50.000 y $90.000 y la media alta, con recursos que se movían entre los $95.000 y 240.000 pesos.
Efectos empleo e ingreso
“Este año cambian obviamente los ingresos qué hay que ver cuánto suben, lo cual es una mezcla entre la suba salarial y la cantidad de gente que tiene empleo en esos hogares, y es muy probable que también se modifique el mix. Que haya menos clase media que aquel 45% de los hogares”, explicó el analista.
Y agregó: “Dado que la EPH mostró una fuerte suba del desempleo (de 10,4% en el primer trimestre a 13,1% en el segundo) y que además la población económicamente activa cayó en 4 millones de personas, sería lógico que por el componente empleo haya habido familias que dejaron de ser clase media y pasaron a ser clase baja superior”.
Si bien en los números del informe de Saimo no se refleja una caída en los segmentos medio y medio bajo, la gran pregunta es qué sucedió desde el tercer trimestre a partir de la reapertura de las distintas actividades y qué ocurrirá luego de que cese la pandemia. ¿Cuántas personas volverán a tener trabajo y cuántas quedarán excluidas del mercado? La composición de los diferentes niveles socioeconómicos estará más clara una vez que pase la crisis derivada del covid-19 y la situación sanitaria/económica esté más normalizada. Porque muchas de las personas que en el segundo trimestre no tenían empleo o estaban subocupadas podrían revertir su situación con el correr de los meses.
“La pregunta del millón es cuántos de esos 4 millones de personas que dejaron de buscar trabajo van a salir a encontrar un empleo. La persona que cerró un bar, ¿vuelve a abrirlo? Seguramente los números del tercer trimestre deberían ser mejores que los del segundo, pero cuando el Estado termine de sacar el ATP, y sin el IFE, ¿cuáles serán las fuentes de sustento de las empresas? Hay que ver de qué modo se reconstruye la trama social de la Argentina”, afirmó el titular de la consultora W.
Según Mociulsky, en el imaginario colectivo, la sociedad argentina es de clase media, lo que implica que “su identidad se conforma a partir de la búsqueda y preocupación por acceder a salud, trabajo, vivienda, educación, seguridad, conectividad o cuidado Personal, que se consideran las preocupaciones, gastos o inversiones intocables, todo lo que se intenta mantener aún en tiempos de crisis para evitar sentir una caída”.

La directiva remarcó que las clases sociales son una construcción compleja que contempla muchas variables y es por eso que aunque sus ingresos se vean perjudicados, no cambia su autopercepción. Lo que se modifica, dijo, es qué puede consumir esta clase media hoy.
Para Oliveto, “la gente va a querer volver a casi todo. La pregunta es si va a poder”. “Vamos a un mercado de mucho downgrade. A un consumidor más austero; a un mercado que va un escalón abajo, aún en la recuperación. Y eso te lo demuestra el crecimiento de las segundas y terceras marcas en detrimento de las primeras”, reforzó el consultor.
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