La mejora de 1,9% de la economía de septiembre volvió a mostrar un mayor dinamismo de la actividad, que lentamente va dejando atrás los peores efectos de la pandemia. La apertura de actividad en la zona del AMBA más que compensó algunos retrocesos que sufrieron algunas provincias en aquel mes, lo que consolidó la mejora. Pero además, los datos del INDEC también revisaron al alza la recuperación que había estimado inicialmente en agosto. Estos últimos números “frescos” de la economía permiten ser algo menos pesimista sobre el resultado final del 2020, que finalmente caería algo más de 10%, en vez de 12% como se venía estimando hasta ahora.
Los datos del EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que publicó el INDEC muestra que algunos sectores ya mostraban incipientes subas interanuales, como comercio mayorista y minorista, industria y sector financiero. Otros todavía siguen muy rezagados, pero no obstante van consolidando su recuperación luego del fuerte parate en los peores meses de la cuarentena, como construcción y gastronomía.
La revisión de agosto también acelera los números de la recuperación, que como en todo proceso recesivo deben ser evaluados en el mes contra mes, que resulta un dato mucho más valioso que las comparaciones interanuales. Según informó el organismo, en agosto la expansión mensual llegó a 1,6%, cuando previamente había calculado una mejora de sólo 1,1%.
El dinamismo de varios sectores al abrirse más la economía, especialmente en la zona AMBA, está impactando positivamente en la recuperación de la actividad. Esto permitiría que finalmente el PBI termine con una caída bastante menor al 12% que se venía estimando
Con todo esto en consideración, Ricardo Arriazu estimó que “los datos del PBI serán mejores que los que veníamos manejando. La caída será algo mayor al 10%, bastante lejos del 12% que se venía mencionando. El dato interanual de septiembre muestra una caída menor al 7% y esto se irá consolidando hasta fin de año”. El economista habló junto a la politóloga Mariel Fornoni en una videoconferencia organizada por Delta Asset Management.
“Una mejora más rápida de la economía tiene efectos positivos también para la estabilidad cambiaria, porque naturalmente mejora la demanda de dinero. Lo que pasó en los últimos meses es que el Gobierno aumentó la oferta de dinero, a través de una fuerte expansión monetaria, pero por la desconfianza la demanda de pesos siguió en caída y eso se traslada a la brecha cambiaria”, agregó Arriazu.
La caída de reservas y la elevada brecha cambiaria son temas recurrentes a la hora de evaluar hasta dónde puede llegar la reactivación, que responde más bien a una salida ahora más rápida de la cuarentena que a un proceso genuino de crecimiento. Esa brecha cercana al 100% también está impactando en un nivel mucho menor de superávit comercial. El estudio Abeceb calculó que se pasará de un nivel de USD 15.000 millones este año a USD 12.500 millones el año próximo, debido a la presión de las importaciones y a una menor dinámica exportadora.
En ese sentido, Martín Redrado indicó durante su exposición en el evento anual del IAEF que “se acotó la emisión monetaria, pero continúa para financiar el déficit”. De acuerdo al ex titular del BCRA, el acuerdo con el FMI “brinda la oportunidad” de apuntar a un programa integral, que vaya más allá de los parches que se fueron definiendo en los últimos meses.
El Gobierno, a fuerza de venta de bonos y de una mayor austeridad monetaria, consiguió mantener a raya el tipo de cambio. El dólar libre bajó de $195 a fines de octubre a $158. Y si bien se espera una fuerte expansión monetaria en diciembre, también crece fuerte la demanda de dinero por motivos estacionales. Luego, el desafío será absorber ese dinero excedente para evitar una mayor presión cambiaria y también sobre la inflación.
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