Perú, un duro espejo para la Argentina: en plena crisis política, consiguió tomar deuda por USD 4.000 millones a una tasa del 4%

El país colocó un bono a 100 años con una tasa baja pese a registrar una caída de su economía mayor a la argentina y de tener 3 presidentes en apenas 15 días. La avidez del mercado por obtener rendimientos, la confianza en la continuidad de la conducción económica y las lecciones que deja para nuestro país

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FOTO DE ARCHIVO: Gente reacciona después de que el presidente interino de Perú, Manuel Merino, anunció su renuncia, en Lima, Perú-15 de noviembre de 2020. REUTERS/Sebastian Castaneda
FOTO DE ARCHIVO: Gente reacciona después de que el presidente interino de Perú, Manuel Merino, anunció su renuncia, en Lima, Perú-15 de noviembre de 2020. REUTERS/Sebastian Castaneda

A pesar de atravesar una de las peores crisis económicas y políticas de su historia, con la sucesión de 3 presidentes en apenas 2 semanas, Perú volvió a dejar en evidencia ayer la avidez de los inversores internacionales en búsqueda de rendimientos en tiempos de tasas negativas. Ese país, el único de América latina que cerrará el año según Cepal con una contracción de su economía mayor a la de la Argentina, en torno a 13%, anunció ayer la colocación de bonos por USD 4.000 millones en 3 bonos con distintos vencimientos, el más largo de ellos a 100 años. La operación fue considerada un éxito en el mercado tras recibir ofertas por más de USD 11.000 millones y obtener una tasa inferior al 4% para el título centenario, similar al que emitió el ex ministro de Finanzas, Luis “Toto” Caputo en junio de 2017, pero por el que pagó una tasa de 7,9%.

La emisión peruana, que no deja de sorprender por el contexto convulsionado que atraviesa ese país, expone tanto los beneficios de la continuidad de las políticas económicas a pesar de sus diversos vaivenes políticos como la gran predisposición del mercado internacional a financiar las consecuencias de la pandemia del COVID 19 en países emergentes en los que percibe una continuidad de rumbo, con tal de lograr ganancias algo mayores en un mundo de rendimientos bajos. Un contexto que, a pesar de la reciente reestructuración de la deuda llevada adelante por el ministro de Economía, Martín Guzmán, la Argentina está impedida de aprovechar, con el acceso completamente vedado al nuevo financiamiento internacional y los nuevos títulos reflejando rendimientos únicos en el mundo de 17%.

Paradójicamente, no todas las variables de Perú hoy son mucho mejores que las de la Argentina: si bien el año pasado logró su menor déficit fiscal en 5 años, con un desequilibrio de 1,6% del PIB, y su tasa de inflación anual no llega a 2% (en octubre último fue de apenas 0,02%), se proyecta que para este año, producto del tremendo impacto que provocó la pandemia, que cuentas públicas registren un desequilibrio superior al 10%, cifra aún mayor que el rojo fiscal previsto por Guzmán para las cuentas argentinas.

El nuevo presidente interino de Perú, Francisco Sagasti
El nuevo presidente interino de Perú, Francisco Sagasti

Sin embargo, su capacidad de acceso al mercado se basa, según los analistas, esencialmente en la confianza que despierta entre los inversores la estabilidad de su conducción económica, particularmente del presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Julio Velarde Flores encabeza el directorio de la entidad desde 2006 y ya vio pasar cinco presidentes del país, contando la seguidilla de los últimos que dejó al sexto, Francisco Sagasti. El dato es analizado como un factor de autonomía de la institución, cuya misión esencial es preservar el valor de la moneda, y también como una garantía de la política monetaria, definida en base al modelo de metas de inflación.

Si bien la operación de Perú es la más destacable dada la coyuntura que atraviesa, no es el único país de la región que ha logrado capitalizar el excedente de liquidez mundial para financiar las secuelas del golpe económico que ha significado para todos el coronavirus.

Desde mediados de abril, un pelotón de países de América latina logró colocaciones exitosas en términos de tasas y plazos. Por caso, México llevó adelante la mayor emisión de deuda de su historia por USD 6.000 millones a 30 años con una tasa de 4%, también Chile y Paraguay en condiciones similares. Entre junio último, pleno pico de la pandemia Brasil se sumó a la ronda de colocaciones y obtuvo fondos por USD 3.500 millones mientras que el gobierno uruguayo de Luis Lacalle Pou hizo lo propio a una tasa de 2,48% anual.

El raid, del que la Argentina queda al margen, fue analizado por la organización Credit Slips, ante la abrumadora e imprevista receptividad de los inversores que, a contramano de lo que hubiera sido esperable, no sólo no incrementaron sus exigencias en las condiciones de emisión sino tampoco en los términos contractuales para cubrirse de eventuales dificultades de repago hacia adelante. “¿Cómo tantos países emergentes están emitiendo nueva deuda? Las explicaciones más plausibles incluyen que los mercados financieros están tan inundados de dinero que los inversores tienen pocos lugares para obtener rendimiento”, llegaba a la conclusión el análisis, que también sugería la posibilidad de que, en definitiva, el riesgo de incumplimientos sería contrarrestado por “algún actor” -léase organismo multilateral- interesado en evitar una ola de defaults masiva en el futuro.

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