El feriado local trajo las peores noticias para el Banco Central. El oro se derrumbó en el mundo casi 2% por el repunte de las Bolsas y el aumento del dólar que anoche subía 0,17% ante las seis principales monedas del mundo. La caída del euro y de la libra esterlina, junto al metal precioso, supondrán una baja notable de las reservas porque estos activos las integran en cantidades importantes. De hecho, la caída del oro representa una baja de alrededor de USD 80 millones para las 68 toneladas que almacena el Banco Central.
La semana que terminó, después de que vendiera USD 30 millones el viernes, significó una pérdida de USD 155 millones de las reservas que quedaron en USD 38.946 millones.
El dólar mayorista lo sigue condenando porque los exportadores liquidan lo estrictamente necesario y los importadores demandan más de lo habitual porque hay compras en el exterior que aguardan ser pagadas y son insumos necesarios para que funcione la industria. En el caso de laboratorios faltan algunos psicotrópicos que no se repusieron por la fuerte demanda local y porque no hay dólares para pagarlos al exterior. Hay una serie de productos que están haciendo notar su ausencia porque las pymes, en particular, no tienen insumos necesarios para producir por la venta en cuentagotas a importadores. Los que tienen insumos importados los retienen y no saben a qué precio vender porque tienen dos incógnitas: si los podrán reponer es la primera. Y, si los reponen, a que valores será, es la segunda.
En su afán de llegar a abril, el ministro de Economía, Martín Guzmán, no recibe la ayuda necesaria de sus aliados en el Congreso. La ley que propició el diputado Máximo Kirchner, que tiene media sanción, cercena por 60 años la libre disponibilidad de tierras que hayan padecido incendios intencionales o no. Este avance sobre la propiedad privada, agregó un nuevo enfrentamiento con el campo que reaccionó virulentamente en sus comunicados oficiales. Tras el Impuesto a la Riqueza, esta ley se parece a una declaración de guerra.
En el Gobierno no entienden como estas leyes salen a la luz en el momento menos propicio porque provocan el alejamiento de los que proveen de dólares a la economía. Y acá se encuentra la explicación de la falta de liquidaciones de divisas a pesar de que la soja está en su valor más alto de los últimos seis años en USD 440 por tonelada.
Pero cuando se observa el mercado de futuros, fin de abril cotiza a $ 108,50. En otras palabras, la tasa de crecimiento del dólar de acá a fin de abril, fecha donde las operaciones de exportación comienzan a ser intensas, es de 35%, que equivale casi a la tasa de interés de un año. Y si se proyecta ese crecimiento al dólar a 12 meses, la tasa de aumento es de 84% anual. Por eso el exportador hace su propia devaluación y se hace vendedor de dólares a distintos fines de mes, asegurando un precio para su cosecha bastante mayor al que indica el ritmo de devaluación en el mercado oficial. Y para no liquidar los remanentes de la cosecha pasada, se financian con bancos en pesos a una tasa que es la mitad de la del dólar futuro.
El exportador se ve vendiendo su cosecha en abril a $ 108,50, menos las retenciones, un precio que parece imposible de alcanzar para el dólar oficial que en lo que va de noviembre subió $ 2,03 (+2,59%) y puede terminar el mes con un alza de $ 2,20 (+2,80%). A este ritmo, el dólar oficial puede costar en abril, si no hay devaluación, alrededor de $ 91,50. Por supuesto, habrá un notable retraso cambiario porque la inflación de este mes puede superar 4% si se toma en cuenta que los precios mayoristas el mes pasado subieron 4,87% y siempre preanuncian lo que puede ser la inflación minorista del mes siguiente.
¿Y quiénes son los compradores de futuro? El resto de las actividades, incluidos los importadores. Tanto vendedores como compradores, buscan cubrirse desde posiciones opuestas, pero ambos apuestan a una devaluación porque estiman que las reservas van a llegar en una situación crítica a esa altura del año que viene.
La resurrección de los dólares alternativos de 4% de la semana que terminó, es un anuncio de que este dólar volverá a intentar estar bien por encima de los $ 150 en esta semana a pesar de que a medida que se acerque el fin de mes, se puede atenuar la tendencia alcista por un par de ruedas.
Lo que sucede con el “blue” o dólar libre, interesa a muy pocos: a los que no tienen acceso a los dólares alternativos -el dólar Bolsa y el contado con liquidación- que son en blanco. Por eso su precio tiene más efecto psicológico que práctico. El hecho de que haya caído $ 3 a $ 160 el viernes y que en la semana haya bajado $ 12 no es tan relevante como el aumento de los otros dólares. Además, este dólar siempre escribe la historia en diciembre cuando se cobran los aguinaldos.
El último mes del año siempre fue fatídico para el peso. Los operadores toman sus ganancias en dólares, las empresas los necesitan para girar lo que pueden a sus casas matrices y los particulares porque quieren conservar el valor del dinero extra que cobran. Mauricio Macri padeció el diciembre de 2017. Ese mes marcó el fin de la paz cambiaria -que nunca recuperó- cuando subió 5,28%, un porcentaje inusitado para ese momento. Ocho meses después, el dólar duplicó su valor y terminó el año atrapado por un cepo. Y si se mide agosto del año pasado contra los dólares alternativos en noviembre, la divisa aumentó 270%. El efecto de las PASO de 2018, se pareció a un réquiem para el peso argentino.
Por todas estas razones, esta semana va a ser tensa porque cada vez cuesta más intervenir en el mercado de bonos para calmar a los dólares alternativos. Pero el miedo del ministro de Economía es a lo que sucederá el mes que viene porque es clave para poder llegar a abril sin devaluar. La contracara es el exterior, donde las negociaciones overnite apostaban a que seguirá la recuperación de las Bolsas de Nueva York que estaban 0,50% arriba. Europa se unía a ese optimismo al igual que las Bolsas de Oriente.