La fórmula de movilidad jubilatoria vigente hasta 2017, cuyo regreso impulsa ahora el Gobierno, acusará impactos imprevistos, anteriormente inexistentes, que contribuirán a la imprevisibilidad de la evolución de los haberes. El principal de ellos es lo que ocurra con la brecha cambiaria. A mayor brecha, producto de un escenario de inestabilidad financiera que estimule a los ahorristas a comprar dólar solidario, mayor sería el incremento de las jubilaciones y más lejos quedará el objetivo de ahorro fiscal que persigue el ministro de Economía Martín Guzmán. Esto porque la nueva-vieja fórmula está compuesta en partes iguales por la evolución de los salarios y de la recaudación tributaria destinada a la seguridad social, que se alimenta del impuesto PAIS entre otros tributos.
Con una performance insignificante a principios de año cuando empezó a regir, en la medida que se acentuó la incertidumbre financiera y la volatilidad cambiaria, el recargo del 30% sobre el precio oficial minorista del billete fue adquiriendo cada vez mayor participación en la masa de recursos fiscales, al pasar de 0,6% a 3,6% en agosto. Es decir que, en la medida que mayor presión haya sobre el dólar, expresada típicamente en un aumento de la brecha cambiaria, mayor será el impacto al alza en la fórmula de movilidad debido a la mayor recaudación que produciría la demanda de dólar solidario.
Esa demanda hoy está acotada, y por ende también su correlato en los ingresos impositivos, por las regulaciones vigentes que impiden el acceso como haber cobrado el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) o haber percibido el salarios bajo el régimen de ATP. Así, el mes pasado se derrumbó 60% la recaudación de este tributo. Pero, en 2021, las restricciones vinculadas a la asistencia económica por la pandemia dejarían de tener vigencia, en línea con el fin de dicha ayuda. De ahí que el proyecto de Presupuesto que se discute en el Congreso prevé una recaudación al menos dos veces superior a la de este año, de $342.000 millones. Influye, claro, en ese número, los gastos en dólares relacionados a un mayor movimiento turístico y que, otra vez, una mayor brecha cambiaria estimularía.
El impuesto al cheque tendría un impacto en la reimplantación de la movilidad según salarios y recaudación que antes no se registraba
Pero la contradicción por el efecto del impuesto PAIS no es la única que tiene un efecto novedoso respecto a la fórmula vigente entre 2009 y 2017. También el impuesto al cheque tendría un impacto en la reimplantación de la movilidad según salarios y recaudación que antes no se registraba. El dato fue señalado por el economista Santiago Afonso, quien analizó una hipotética suba en la recaudación de este impuesto, no solamente ligada al aumento de actividad económica. También una mayor utilización de canales electrónicos y el avance de la digitalización, consecuencia del cambio de hábito generado por la pandemia, podría producir una suba adicional en los recursos de este tributo. Igual que el PAIS, el impuesto al cheque se destina en un 70% a la ANSES.
“El impuesto al cheque representa el 54% de los recursos tributarios de ANSES, los que entran en la fórmula de movilidad. La suba de prevista en el Presupuesto de 1% del tributo hace subir la fórmula de movilidad en 0,27%”, explicó Afonso lo que implicaría un incremento del gasto en jubilaciones de $9.200 millones aun cuando la suba de la recaudación de impuesto sólo generaría recursos extra por $6.200 millones. “Recaudar puede aumentar el déficit”, concluyó. En rigor, es un efecto no deseado e incluso potenciado respecto de lo que ocurría en los años anteriores a 2015, cuando en vez del impuesto al cheque el que incidía era Ganancias. En esos años, cuando no actualizaban el mínimo no imponible o subía la recaudación porque las sociedades no podía ajustar sus balances por inflación, esos ingresos repercutían en la fórmula jubilatoria y en las cuentas fiscales.
A diferencia de esa época, el Gobierno pretende avanzar hoy en un plan de ajuste, contra lo que conspiran los cálculos cruzados según el tributo que alimente los fondos destinados a seguridad social. Estas distorsiones se repiten con otros impuestos, como el monotributo impositivo. En ese caso, una efectiva acción anti evasión de la AFIP pronunciaría el desequilibrio previsional.
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