El segundo trimestre de 2021 será recordado en la historia económica mundial, y en particular en la Argentina, por la fuerte depresión económica y deterioro de la calidad de vida del conjunto de la población que provocó la irrupción del Covid-19, y la consecuente adopción de medidas preventivas extremas que derivaron en la pérdida en sólo tres meses de unos 4 millones de puestos de trabajo, y severa caída del ingreso real de las familias y de las empresas, pese a los programas de asistencia monetaria y financiera que dispuso el Gobierno nacional, junto con provincias y municipios.
Pero también por el punto de quiebre en la mejora general de las condiciones de vida de la población, salvo algunas excepciones, según surge del indicador actualizado del Indec al cierre del primer semestre de 2020, en 31 aglomerados urbanos, y la comparación de la proyección al total país con los seis meses precedentes, sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares.
Previamente, el organismo oficial de estadística había informado un salto del índice de pobreza a casi 41% de la población en el promedio del semestre, pero que algunos economistas desagregaron en un 35% para el primer trimestre y 47% para el segundo, por generar y recibir ingresos monetarios insuficientes para poder adquirir la canasta básica de alimentos y servicios esenciales.
Y ahora, estimó un porcentaje mayor de la población, 51,3%, que no accede a los 3 servicios básicos en el mundo moderno de red de agua corriente, gas de red y cloacas, la cual se concentra en 45,3% de los hogares.
Según el relevamiento semestral a junio 2020, el 89,5% de los hogares cuenta con acceso a la red de agua corriente; el 68,2% accede a la red de gas natural y el 70,7%, a la red de cloacas. De allí surge que el 10,5% de los hogares no accede a la red pública de agua corriente; el 31,8% no dispone de gas de red; y el 29,3% carece de conexión a las redes cloacales.
Aclara el Indec: “Si bien se presentan los resultados para el total de los 31 aglomerados urbanos relevados en forma continua por la EPH, cabe señalar que este indicador puede presentar resultados disímiles según región, en función de cuán extendidas se encuentren estas redes en cada territorio. Por otra parte, el acceso a estos servicios no solo depende de la existencia de las redes en las inmediaciones de la vivienda, sino también de que, en caso de que existan, los hogares puedan realizar las conexiones domiciliarias a estas”.
El relevamiento determinó que en el primer tramo de la cuarentena sanitaria aumentó en 0,5% de la población la cantidad de quienes no tenían acceso a la red de agua corriente, a 5,6 millones de personas, afectó a 16.600 más que seis meses antes. También se elevó 2,5% el universo que no contaba con gas natural de red, a 17,2 millones de personas, casi 290 mil más que en diciembre 2019; mientras que, por el contrario, se redujo en poco más de 7 mil residentes los que no disponían de sistema de cloacas, a unos 15,3 millones de habitantes.
También detectó el Indec avances en la calidad de las viviendas: disminuyó en unas 275.000 personas las que habitan en unidades con materiales deficientes, a 3,8 millones; y en casi 66 mil los que residen en hogares con materiales parcialmente insuficientes. Esa mejora fue acompañada de sendas caídas de la población en condiciones de hacinamiento crítico, de saneamiento inadecuado, y que vive cerca de basurales.
Indicadores negativos
En cambio, en comparación con el semestre anterior, de la Encuesta Permanente de Hogares surgió que aumentó en unas 108.000 personas la población que habita cerca de zonas inundables; y en casi 1,2 millones los ocupantes de tierras, a un total equivalente a 13,4% de los habitantes, poco más de 6 millones de residentes en el país.
Aumentó en unas 108.000 personas la población que habita cerca de zonas inundables; y en casi 1,2 millones los ocupantes de tierras
Y producto de la pérdida del puesto de trabajo, como de la caída real de los ingresos asalariados, y más en el caso de los autónomos e independientes, el Indec estimó una reducción de 0,8 puntos porcentuales, a 66,6% del total, de la población que accede a la cobertura médica privada a través de una obra social, emergencia, mutual o prepaga. Disminuyó en poco más de 47.000 personas.
De ahí la importancia que en todo presupuesto nacional se le asigna a las obras de infraestructura urbana y suburbana, porque se ha constituido en un indicador contundente del grado de pobreza, superior al de la medición por ingreso que es más volátil, por estar asociado al ciclo económico. Sin embargo, por la histórica debilidad de las finanzas públicas se constituido en una repetida asignatura pendiente.
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