El ministro de Economía, Martín Guzmán, pudo ayer aflojarse la corbata con algo más de alivio: en una jornada en la que se profundizó la baja del dólar financiero, también del informal, los bonos y acciones tuvieron una mejor performance y el Banco Central logró finalmente una mínima recomposición de reservas, la tregua cambiaria que se inició la semana pasada parece consolidarse.
Antes de la apertura del mercado, el ministro dio un nuevo paso en su tibio giro a la ortodoxia económica al sumar una nueva señal respecto de la política fiscal y monetaria para lo que queda de este año. En pocas palabras, dio a entender en un comunicado oficial que se apuntará a reducir el nivel de emisión monetaria para financiar al Tesoro y, en contrapartida, obtener mayor financiamiento a través de colocaciones de deuda.
Aunque bien recibido en el sentido general, el comunicado del Palacio de Hacienda fue considerado en la misma línea de sus últimos anuncios, es decir, con información insuficiente o, al menos, ambigua. El mercado intuye que, a pesar de esta declaración, no habrá un freno tan significativo de la emisión, lo que podría volver a generar tensiones hacia fin de año. Diciembre es un mes, históricamente, de mayor gasto público y, por ende, de mayor desequilibrio fiscal.
Lo concreto es que, si bien es claro el reconocimiento implícito de Guzmán respecto del desborde de emisión como la principal fuente de inestabilidad cambiaria, los principales señalamientos al mensaje del ministro se centraron en que, aunque asegura que ya no se van a solicitar adelantos transitorios al Banco Central, no hace ninguna mención a la transferencias de utilidades de la entidad, el otro canal por el que el BCRA provee financiamiento para el gasto público. De los $1,8 billones que el Banco Central giró este año al Tesoro, apenas poco más de $500.000 millones correspondieron a adelantos transitorios, aquellos que ya no se solicitarán. La pregunta del mercado, que ponderó positivamente la señal, es ahora cuánto más en concepto de utilidades le transferirá la autoridad monetaria a Economía para pagar las abultadas cuentas de fin de año. Entre noviembre y diciembre también operan fuertes vencimientos de deuda que se pretenden refinanciar y obtener, a la vez, algo de dinero fresco del mercado.
Por el aumento estacional del consumo, la demanda de dinero suele ser mayor en diciembre. En el contexto recesión actual, con caída de consumo y el turismo afectado por la pandemia, existe mucha mayor incertidumbre respecto de esta variable
“El giro de utilidades será clave para cerrar el bache de déficit primario y el 10% de colocaciones netas de deuda puede lucir acotado pero no lo es: en bimestre hay fuertes vencimientos por aproximadamente $720.000 millones”, sostuvo el director de Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina.
Las mismas dudas surgieron en el exterior: el economista jefe del Institute of International Finance (IIF), Sergi Lanau, advirtió que en los últimos dos meses del año se registra la mayor parte del déficit anual, incluso más de la mitad, lo que indefectiblemente implicaría emisión: “El BCRA tendrá que pagar dividendos al gobierno para financiar el déficit. La mayoría de los años, el 50-70% del déficit anual ocurre entre noviembre y diciembre. La imprenta seguirá funcionando”, sostuvo, en un contexto en el que la velocidad de circulación de los pesos viene aumentando y que podría recalentarse. Esto a pesar de que, también por el aumento estacional del consumo por las fiestas de fin de año y las vacaciones, la demanda de dinero suele ser mayor en diciembre. Ocurre que en el contexto de fuerte recesión actual, con caída de consumo y gastos por vacaciones afectados por la pandemia, existe mucha mayor incertidumbre respecto de esta variable, clave tanto para la evolución de los precios como para la cotización del dólar y la brecha cambiaria.
En cualquier caso, algo influenciado por el contexto internacional, el mercado concedió ayer un nuevo respiro al Gobierno, en una jornada financiera que incluyó una leve reducción del riesgo país y también una suba de las acciones argentinas en el exterior, que se ubican desde hace semanas en mínimos históricos.
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