Aunque en la semana logró bajar 20 pesos el dólar libre, volviéndolo a los valores de mediados de octubre, y que el BCRA tenga una jornada de ganancia de reservas después de un mes de constantes bajas, la pelea contra el dólar del equipo económico encabezado por Martín Guzmán está lejos de haber sido ganada. Uno de los costos que pagó esta semana fue, por caso, que el riesgo país haya superado los 1.500 puntos, acompañando la caída de los bonos y acciones argentinas en Wall Street.
El relativo éxito financiero de la emisión de bonos “dólar-linked” y otros instrumentos ajustables en pesos no impresionó demasiado. La batalla se hizo muy cuesta arriba y analistas e inversores siguen escépticos o abiertamente negativos sobre el resultado final. “El dólar ya saltó, ahora vendrá un proceso gradual de aceleración de la inflación, cosa que estamos empezando a ver en los precios libres y en la escasez creciente de algunos productos”, señaló a Infobae el economista argentino Guillermo Mondino, de Mogador Capital. En tanto Diego Ferro, del fondo M2M Capital dijo que “lo más preocupante es la creciente sensación de anarquía social, y la evidente falta de liderazgo”.
Por su parte, en un informe de este viernes, Quantum, la consultora del exviceministro de Economia y secretario de Finanzas Daniel Marx explicó el cambio de estrategia financiera del gobierno y advirtió el desafío que a la nueva estrategia le espera en noviembre y, más aún, en diciembre.
Hasta septiembre el BCRA emitió $1,6 billones para financiar casi la totalidad del déficit fiscal, de $1,7 billones y contrarrestó esa expansión, más la del pago de Leliqs y Pases, absorbiendo $1,3 billones con esos mismos instrumentos, al tiempo que la venta de dólares contribuía a reducir la expansión de la base monetaria. “El Tesoro se financiaba a tasa cero y el BCRA acumulaba gastos cuasifiscales”, sintetiza el informe. Mientras, Guzmán y equipo intentaron crear condiciones para financiarse en pesos, de hecho, lograron la refinanciación voluntariamente de 1,5 billones de pesos.
En octubre la estrategia cambió: el Tesoro colocó deuda en el mercado por $422.000 millones, lo que hasta le permitió “devolver” $100.000 millones de adelantos al Central. Los bonos “dólar-linked” hicieron 62% de la jugada, que no es gratuita. “El desplazamiento de los inversores hacia esos instrumentos incide sobre la evolución de los depósitos a plazo fijo del sector privado –principalmente de Fondos Comunes de Inversión e inversores institucionales–, que en lo que va del mes caen en $ 124.800 millones”, precisa el informe.
Al financiarse directamente en pesos y a plazos más largos, el Tesoro mejoró el balance del BCRA. Pero no sin costos. El bono “dólar-linked” se suscribió a un tipo de cambio de $ 78,2 por dólar, apostando el gobierno a una devaluación en línea con la inflación actual y proyectada (29% para 2021, según el presupuesto), contra una expectativa de devaluación reflejada en el mercado de futuros de Rosario (Rofex) de nada menos que 85% en un año. Una clara pulseada y diferencia de visiones entre Guzmán y el mercado.
Además, el desafío inmediato es mucho mayor. Las necesidades financieras del último bimestre, precisa Quantum, son de nada menos que $1,5 billones y en diciembre a una fuerte concentración de vencimientos de Letras se sumará “un abultado déficit primario, estacionalmente el más alto del ejercicio”. Será “una prueba a la nueva política de financiamiento” ya que, cierra el informe, “mantener como principal fuente de financiamiento a compradores de títulos a emitir presupone que cuentan con motivos para hacerlo, con tasas, plazos y costos que se justifiquen”. Nada obvio, agrega, dados los altos riesgos asociados.
En tanto, la consultora Gabriel Rubinstein y Asociados (GRA) dijo en su informe semanal que fue “un round para el gobierno, pero con muchos costos”. Estos incluyeron desde llamar a operadores para no operar dólar “Contado con Liqui” ni “Bolsa”, “manos amigas” para vender en el mercado blue y compra-venta de bonos también para bajar los dólares “alternativos”, cuyo efecto final es pérdida de reservas, más la apuesta del dólar-linked, que significa asumir deuda dolarizada y de altísimo costo si al final no se logra evitar la devaluación.
Y todo eso encima de la batería previa para perder menos reservas: retacear divisas a los importadores y a las empresas para pagar sus deudas. “En esta guerra, los resultados vienen siendo muy malos”, indicó el informe de GRA, al punto que desde el 15 de septiembre (cuando se endureció el cepo cambiario) al jueves 29 las reservas cayeron en USD 2.600 millones, pérdida que el propio gobierno alimentó a fuerza de iniciativas políticas desacertadas (Gráfico).
No solo las reservas brutas ya cayeron por debajo de los USD 40.000 millones, dice el informe, sino que las “líquidas” ya están en rojo por USD 1.400 millones. “Están usando ‘vales de caja’ contra pasivos, en concreto, contra deuda con SEDESA y contra deuda con depositantes (encajes), lo cual es temerario (y seguramente ilegal)”, dice el informe.
Según la consultora, llegar a “tierra sólida” requeriría un ajuste fiscal plurianual acordado en un programa con el FMI, tras lo cual este desembolsa fondos para cubrir el déficit. Pero es muy dudoso, dice, que el Fondo acepte brechas del orden del 100% y las medidas de racionamiento cambiario actual, aunque sí podría aceptar un desdoblamiento si se logra reducir la brecha al 30 ó 40%. Por todo eso, dice Rubinstein, “es difícil pensar que el FMI no exigirá una devaluación: sea para bajar las brechas al 30%, sea para directamente ir hacia un mercado único de cambios”.
La alternativa de pedirle dinero al Fondo, pese a dichos en contrario del presidente Alberto Fernández en varias oportunidades, luce cada vez más factible, si es que dan los tiempos. “Definir si hay un nuevo desembolso es el punto final de la discusión”, dijo en declaraciones radiales Sergio Chodos, el representante del gobierno ante el FMI, dejando abierta esa puerta. “Kristalina Georgieva (la directora gerente del FMI) sabe que estamos en una situación excepcional por el COVID y que en Argentina hay un límite social, que no se puede afectar tanto la demanda”, dijo Chodos.
La próxima misión aún no tiene fecha exacta –llegarán a mediados de noviembre y se quedarán más de lo habitual, “unos 15 días”, según fuentes del Gobierno–, pero en su web el organismo destaca la existencia de una masa de USD 250.000 millones (25% de su capacidad crediticia total) para “Alivio y Contenimiento de Catástrofes” (CCRT, según su sigla en inglés), a la que ya echaron mano Bolivia, Chad, Congo, Nigeria, Níger, Rwanda, Madagascar, Mozambique, Pakistán y Togo “y a la cual se sumarán más países”, dice un informe del Congreso de EEUU de fecha 27 de octubre. En Sudamérica, el Fondo ya aprobó “instrumentos de financiamiento rápido” para Bolivia y Paraguay.
En el último informe semanal del IAE Business School de la Universidad Austral Juan José Llach remarca que “el mundo se está poniendo algo menos hostil para la Argentina”, con el repunte de las materias primas que exporta la Argentina y la posibilidad de un triunfo demócrata en las elecciones presidenciales de EEUU. “El muy mal estado de nuestra economía –dice- se podrá atribuir cada vez menos al mundo”. Pero al repasar el panorama económico interno, Eduardo Fracchia sintetiza de este modo la situación: “Entre colisión con el iceberg, pantano o autopista, parece que estamos en modo pantano, pero en estas semanas nos jugamos buena parte del partido”.
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