El nuevo proyecto de blanqueo para atraer dólares para la construcción puede ser positivo en términos técnicos y conceptuales, pero su éxito puede quedar sofocado por la falta de confianza general y por los aumentos impositivos que hubo después del último régimen de exteriorización de 2016.
Además, la iniciativa anunciada por el Gobierno brinda un mal mensaje a los contribuyentes cumplidores por tratarse del cuarto blanqueo registrado en apenas 12 años, sin contar las moratorias adicionales que hubo entretanto.
Así lo expresaron a Infobae un grupo de contadores que consideró, por un lado, que es positivo que haya iniciativas para fomentar el nivel de actividad en general y el empleo en particular, pero por el otro opinó que esta idea es contradictoria con la creación del nuevo impuesto a la riqueza y la suba de Bienes Personales que dispuso el Gobierno.
En este sentido, cabe recordar la gran diferencia que hubo entre los escasos resultados que hubo en los dos blanqueos llevados adelante durante los dos mandatos de Cristina Kirchner (en 2008 y entre 2013 y 2015, pese a los famosos Cedines) y el del gobierno de Mauricio Macri. El primero logró cerca de USD 5000, el segundo 1000 millones y el tercero USD 117 mil millones.
En 2016 operó como incentivo la creciente cooperación fiscal entre varios países para controlar los fondos no declarados, sobre todo por la perspectiva de que Estados Unidos intercambiara información con la Argentina, pero luego la crisis local y el cambio de gobierno congelaron esa chance.
El presidente de la Federación de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas de la Argentina, Silvio Rizza, dijo que “se apunta dos objetivos: reactivar la construcción y atraer dólares; la gente que lo acepte será aquella a la encuentren fondos en países que antes no aportaban información a la AFIP y ahora sí; lo harán por seguridad, para evitar una acción cambiaria y penal. Pero, a la vez, pesa la duda de si esa gente quiere traer la plata para invertirla ahora en el país”.
Podrían entrar al blanqueo aquellos a los que se les detecten fondos en países que le aporten información a la AFIP (Silvio Rizza)
Ezequiel Passarelli dijo que "por un lado, los beneficios impositivos (exención de Bienes Personales, Pago a cuenta de Bienes Personales y Diferimiento de Ganancias) para los que inviertan con dinero declarado me parece, excelente y hasta hay un cambio en la tendencia que veníamos viendo, porque, hasta ahora, la forma de atraer en general, fue castigando”.
Sin embargo, “hay un tema conceptual que parece chocar con lo que está pasando. En diciembre del año pasado, se subió un 800% el Impuesto sobre los Bienes Personales, por lo cual, todos aquellos que blanquearon con Macri, lo sintieron ya como una traición a lo que se les había prometido: eliminar el impuesto en un primer momento y, luego, finalmente, dejarlo en una mínima expresión el 0,25 por ciento”.
“Ahora, mientras se presenta este proyecto de Blanqueo, paralelamente, se está tratando el Impuesto a la Riqueza. Lo cual es presionar aún más a los que Blanquearon, y, en este caso, tienen un patrimonio alto”, recordó.
“Por eso digo que hay un mensaje contradictorio. Para convencer se necesita establecer reglas claras y mantenerlas en el tiempo. Y, lamentablemente, nos acostumbramos a todo lo contrario. A que las reglas cambien todo el tiempo. Por que hoy el impuesto puede ser del 0,25%, pero, dentro de un año, quizás es del 2,25%. Y es muy difícil convencer a alguien así”, sentenció.
Guillermo Poch, de BDO Argentina, dijo que “en líneas generales el propósito del proyecto es incentivar la actividad de construcción, la cual tendría un impacto positivo para la situación económica que atraviesa el país”.
“Cualquier medida que intente generar puestos de trabajo, tiene que ser bien vista e implementada rápidamente. No obstante, desde un punto de vista teórico, para que los sinceramientos fiscales tengan éxito, tienen que implementarse cuando se dan ciertas condiciones presentes y futuras”, aclaró.
“En el público en general está todavía muy presente, la situación de la cual un número grande de contribuyentes se acogió al blanqueo de capitales de la administración Macri, entendiendo que la carga fiscal futura iba a ser de una determinada cuantía, pero con posterioridad se incrementó notoriamente. Esto va a tener un efecto negativo para que prospere este régimen”, advirtió.
En este contexto, opinó que, “más allá de las cuestiones propias de la economía debería establecerse un marco de estabilidad fiscal por al menos una cierta cantidad de tiempo, para dar certidumbre al momento de tomar la decisión”.
“Se conoce en el ámbito tributario que es preferible la creación de un gravamen injusto a que exista una mínima situación de incertidumbre en la materia”, concluyó Poch.
En tanto, el profesor de la UBA Roberto Sericano consideró que “la duda que puede generar es que en el futuro se modifiquen o se graven en mayor medida a los activos denunciados, como ha sucedido con lo declarado en el blanqueo anterior”.
Fernando Schettini dijo que “en este clima no me parece interesante, sobre todo considerando el constante cambio de reglas de juego a nivel impositivo”.
“Si se promueve un sector para impulsar un blanqueo y luego aumentan los impuestos patrimoniales cinco veces más, es difícil que este plan tenga éxito”, afirmó.
Si promueven un blanqueo y luego aumentan los impuestos patrimoniales cinco veces más, es difícil que este plan tenga éxito (Fernando Schettini)
“Los inversores están curados de espanto con lo que paso posblanqueo de Mauricio Macri: aumento de Bienes Personales y aporte solidario; son señales contradictorias con un blanqueo”, aclaró.
Por su parte, César Litvin opinó que “en términos generales es un proyecto que tratará de motivar la construcción y la obra privada; los beneficios son buenos en Ganancias y Bienes Personales, pero el blanqueo de dólares es incompatible con un proyecto de gravar las grandes fortunas. Me parecería bien si eliminan esa iniciativa y bajan Bienes Personales”.
“Con más impuestos y un contexto complicado para el riesgo argentino, no hay incentivo. Hay que ser coherentes, dejar sin efecto el nuevo impuesto y ampliar este régimen a otros sectores generadores de empleo que lo necesitan”, expresó.
Iván Sasovsky dijo que “esta idea es una reversión del Cedin, pero con un escenario en el que no existe confianza”.
“Las exenciones de impuestos luego de lo ocurrido con el último sinceramiento y el castigo del impuesto a la riqueza hacen que el éxito de este proyecto esté muy condicionado”, advirtió.
Además, consideró que “se trata de una búsqueda de recursos frescos, pero el mensaje de que cada gobierno tenga su bautismo con un blanqueo o amnistía fiscal es muy contraproducente”. Esto se debe a que “los recursos fiscales caen ante la presencia permanente de mecanismos que el propio Estado da para condonar responsabilidades de todo tipo, en promedio cada dos años tenemos a un blanqueo o una moratoria que limpia el stock de dinero no declarado, pero no se ataca el flujo, y así el problema nunca se acaba”.
Que cada gobierno tenga su bautismo con un blanqueo es muy negativo para los contribuyentes (Iván Sasovsky)
“No se trata de que éste sea el último, se trata de tener un sistema tributario lo suficientemente consolidado en el que evadir no sea una opción, y para eso necesariamente tiene que bajar la carga tributaria; de lo contrario es un cuento de nunca acabar, pero cuyos estragos se van acumulando y ese costo no es gratuito”, sentenció.
En este sentido, consideró que “la informalidad en la Argentina es el fusible de un sistema tributario asfixiante en el que cada día creamos más impuestos y recaudamos menos. Tenemos leyes que tienden a ‘castigar’ al evasor, pero lo premiamos con este tipo de leyes que lo único que buscan son recursos frescos para encarar años electorales con más caja”.
“El mensaje es demasiado perturbador para quienes intentar sobrevivir a la maraña de impuestos y regulaciones que buscan una cosa y encuentran todo lo contrario”, concluyó.
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