El Banco Central desempolvó una medida que ya había sido aplicada entre 2012 y 2018: obligar a los bancos a prestar un porcentaje de sus depósitos a las pyme a una tasa determinada. Aunque en este caso, financiar el circuito productivo podría ser un objetivo secundario, ubicado en segundo plano detrás de la necesidad de quitar de la calle los pesos emitidos para paliar las consecuencias de la cuarentena que, cuando no tienen destino, llegan al dólar.
La remozada Línea de Crédito para la Inversión Productiva (LICP) dispone que los bancos deban colocar un 7,5% de sus depósitos provenientes del sector privado en préstamos destinados a las mipymes a través de dos líneas. La primera estará disponible para empresas que adquieran bienes de capital y las del rubro de construcción, con una tasa de interés de 30% anual y un plazo mínimo de 24 meses. La segunda, para financiar el capital de trabajo a través de descuento de cheques o facturas, con tasa de 35% y un plazo de 36 meses.
Solo hay dos tipos de pymes exceptuadas: las agropecuarias que no liquiden su producción y las importadoras. La normativa del BCRA aclara que estarán excluidas las pyme “con actividad agrícola que mantengan un acopio de su producción de trigo y/o soja por un valor superior al 5% de su capacidad de cosecha anual”, léase silobolsas, así como también las “que con posterioridad al 19 de marzo último hayan importado bienes de consumo finales, excepto que se trate de productos y/o insumos médicos”.
Solo hay dos tipos de pymes exceptuadas: las agropecuarias que no liquiden su producción y las importadoras
En lo que hace a los bancos, que hasta ayer no ocultaban ciertas dudas por la aplicación de la línea, establece que “deberán mantener, a partir del 16 de octubre último y hasta el 31 de marzo 2021, un saldo de financiaciones comprendidas que sea, como mínimo, equivalente al 7,5% de sus depósitos del sector privado no financiero en pesos, calculado en función del promedio mensual de saldos diarios de septiembre de 2020.”
En el sistema financiero se entiende que más allá de la vocación por mantener el financiamiento a la pequeña empresas, golpeadísima por el parate económico de la cuarentena, reflotar una medida de este tipo tiene claramente otro objetivo, que es el de quitar pesos del mercado o, al menos, impedir que el acceso a ellos sea muy barato. De lo contrario, es claro que esos pesos excedentes tienen como destino el dólar. ¿Cuál de todos los dólares? El que se consiga, que en general es el libre, ubicado en el cierre del viernes en $178 por unidad.
Los últimos meses fueron de fuerte actividad en financiamiento a pyme, con líneas de todo tipo a tasas muy por debajo de la nueva Línea de Crédito para la Inversión Productiva. Desde el plan oficial al 24% anual, que continuará para las empresas adheridas al Programa ATP, hasta opciones de descuento de cheques incluso por debajo de ese nivel, más cerca del 20%. En conclusión, muchos pudieron acceder a pesos a una tasa por debajo del ritmo de la devaluación.
La expectativa de aumento del dólar, concretada en el mercado paralelo desde el endurecimiento del cepo dictado el 15 de septiembre, llevaron este fenómeno al extremo. El sistema productivo estaba tomando pesos al 20 o 24% mientras el dólar oficial, desde hace cuatro meses, crece a un ritmo superior al 30. Las nuevas tasas de la LCIP, del 30 y 35%, se ajustan más a la velocidad del tipo de cambio y hace menos atractiva la operación.
El sistema productivo estaba tomando pesos al 20 o 24% mientras el dólar oficial, desde hace cuatro meses, crece a un ritmo superior al 30. Las nuevas tasas de la LCIP, del 30 y 35%, se ajustan más a la velocidad del tipo de cambio y hace menos atractiva la operación
Los bancos salieron a prestar a las pyme a pesar de esas tasas tan bajas porque tenían una ventaja paralela: acceder a las Leliq. El Central les permite a los bancos destinar a Leliq un 40% de lo prestado a las pymes. “Si no existiera ese cupo, ningún banco va a prestarle a una pyme, con el riesgo que implica, a tasas menores al 25% anual, a menos que haya una relación comercial muy firme. Pero los préstamos a pymes crecieron porque eso libera el acceso a Leliq nuevas, y es ahí donde está hoy la rentabilidad de los bancos”, explican en una entidad de primera línea. Ayer, el BCRA bajó la tasa de las codiciadas Leliq de 37% a 36% anual.
En este escenario, más que aumentar el crédito a las pyme pareciera que el Central tiene como objetivo mantener lo ya prestado en los últimos meses. Y que sea a una tasa más alta, para reducir la tentación de usar el crédito barato para dolarizarse en lugar de hacerlo para enfrentar la emergencia.
Los bancos siempre rechazan estos mecanismos “compulsivos” sobre todo si se los obliga a prestar a una tasa menor que la del 34% anual de los plazos fijos minoristas o el 32% anual de los mayoristas. Siempre rechazaron la LCIP, instaurada en 2012 por Mercedes Marcó del Pont y suprimida en forma paulatina en 2018 por Federico Sturzenegger.
Si bien la medida reflota incluso el mismo nombre de aquellos tiempos, en los bancos ven dos diferencias sustanciales con la actualidad. La primera es la excepcionalidad de la pandemia, una situación única que obliga a medidas inusuales. La segunda, pasa por el alcance. Cuando la LCIP comenzó a desactivarse en 2018, obligaba a los bancos a prestar un 18% de los depósitos privados en condiciones especiales.
Cuando la Línea de Crédito para Inversión Productiva comenzó a desactivarse en 2018, obligaba a los bancos a prestar un 18% de los depósitos privados en condiciones especiales
Tan importante era la obligación, que el BCRA debía otorgar excepciones al objetivo primario de financiar la inversión (incluir créditos hipotecarios o prendarios, o descuento de documentos, por caso), para evitar incumplimientos masivos por parte de los bancos. Frente a eso, y al stock de préstamos acumulados en estos meses, un 7,5% no suena excesivo. Siempre que ayude a acceder a las Leliq, por supuesto.
Pese a lo particular de la situación, en un banco advierten sobre los inconvenientes de estas medidas, aún cuando para muchas pyme puede resultar una tabla de salvación: “Las líneas compulsivas tienden a generar presión sobre la tasa que se le paga al ahorrista y eso, a la larga, hace que haya menos crédito. En el mundo, esta clase de medidas se aplican en forma transitoria y atada a resultados: por ejemplo, paga menos tasas el que alcanza un objetivo de exportar más. De lo contrario, se genera un esquema de subsidios cruzados que no es bueno. Si un sector se beneficia con la tasa baja, alguien está pagando por eso. En general, es el ahorrista”.
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