En un contexto de altísima volatilidad y cotizaciones del dólar que se despegan cada vez más del valor oficial y aceleran las expectativas de devaluación, las grandes empresas que operan en la Argentina deben en estas semanas definir su planificación presupuestaria para 2021. En esa tarea, estimar las variables clave como inflación, nivel de ventas, evolución de costos y, sobre todo, del tipo de cambio, resulta un ejercicio de adivinación más que de verdadera proyección. La mayor parte de las veces es, también, un trabajo con fecha de vencimiento inminente. Aun así, particularmente las compañías de origen extranjero, no pueden dejar de cumplir con este requisito global.
En base más a los cálculos privados y la propia experiencia que en función de las señales oficiales, como el proyecto de Presupuesto 2021, las multinacionales de distintos sectores prevén un salto de 60% en el valor del dólar para fin del próximo año. Esto es un dólar de entre $125 a $128, lejos del precio que calcula el ministro de Economía, Martín Guzmán, de $103 y también por encima -aunque en menor medida- de los $121 que marcó para esa fecha el último relevamiento de expectativas (REM) del Banco Central.
Claro que estos cálculos se basan en un escenario de relativa estabilidad, con un nivel de inflación que admiten superior al de este año pero por debajo del 50% anual. Pero no reflejan, necesariamente, la expectativa de los ejecutivos locales. “Explicar las variables argentinas en la casa matriz siempre es trabajoso. Invariablemente suelen ser más conservadores que nosotros, les cuesta entender que los precios puedan subir 50% en un año”, confió un ejecutivo de la industria automotriz, a la que no sólo le cuesta anticipar el valor del dólar sino también el tamaño de su propio mercado, altamente impactado por la brecha cambiaria. “El sector va a terminar el año con ventas 20% arriba de lo que esperábamos hace unos meses, el problema ahora no es de demanda sino de oferta”, explicó. Es que lo que la brecha cambiaria estimula, esto es, el interés de compradores con dólares que los cambian a cotizaciones alternativas para pagar el auto en pesos al valor del dólar oficial y obtener así un descuento. Al mismo tiempo, esto vuelve el negocio insostenible: la escasez de divisas que motiva las regulaciones del cepo impide también el normal acceso a ese mercado para importar.
En el sector de las alimenticias, por ejemplo, la imprevisibilidad sobre el dólar hace que los presupuestos elaborados sean considerados documentos vivos. Es decir, se van actualizando sobre la marcha a tal punto que prácticamente dejan de ser anuales.
Esas dificultades no son excluyentes de la industria automotriz ni de las multinacionales. También muchas grandes empresas locales están en pleno proceso de planificación. En el sector de las alimenticias, por ejemplo, la imprevisibilidad sobre el dólar, pero también sobre el precio de las commodities, hace que los presupuestos elaborados sean considerados documentos vivos. Es decir, se van actualizando sobre la marcha a tal punto que prácticamente dejan de ser anuales. “Este año vamos a repetir la experiencia del año pasado cuando era realmente muy difícil prever cómo se iba a plantear el ejercicio. Como empresa local, tenemos la flexibilidad de retrasar el cierre de la planificación, incluso hasta principios del próximo año. Es un margen que no tiene otras empresas del sector”, aseguró un directivo de una compañía argentina, donde viven con un ojo puesto en el valor del dólar y el otro en los controles de precios oficiales.
Aunque conservadoras en el mediano plazo, las proyecciones corporativas están en línea con lo que declaran los ejecutivos de las grandes empresas en la tradicional encuesta de expectativas de IDEA que se difundió ayer en el marco del Coloquio. En ese sondeo, el 80% de los encuestados cree que habrá una devaluación antes de marzo del próximo año. La fecha no es casual porque marca el inicio de la temporada de liquidación de divisas por parte del agro, lo que aliviaría las tensiones cambiarias existentes. Sin embargo, ni empresarios ni inversores parecen creer que se alcanzará esa meta sin una corrección antes de los seis meses.
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