Tinder, Google, el Nobel de Economía y la Argentina

Qué nos hace pensar que un precio fijo, como el programa de Precios Cuidados, puede tener sentido

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Imágenes de los ganadores del premio Nobel de ciencias económicas 2020, Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson
Imágenes de los ganadores del premio Nobel de ciencias económicas 2020, Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson

El premio Nobel en Economía 2020 fue otorgado a Paul Milgrom y Robert Wilson (Si, ya sé que no es estrictamente un Nobel, pero así es como la gente lo reconoce). Los ganadores han trabajado sobre las subastas. Determinaron mecanismos óptimos según diversos objetivos. Este premio tiene enormes enseñanzas y consecuencias para Argentina.

Hay muchos economistas que han trabajado sobre subastas. Tienen muchas aplicaciones prácticas sobre cómo determinar el mejor precio para lograr múltiples objetivos: puede ser el mayor precio para el vendedor, la mejor distribución entre distintos oferentes, asegurarse que no haya “maldición del ganador” (que quede con remordimiento de haber pagado demasiado) o cómo distribuir las acciones de una empresa que se privatiza. A veces hay muchos artículos a subastar, otras es uno sólo. Hay subastas que empiezan desde un precio máximo y van bajando, en lugar de lo habitual que es subir. Los ejemplos difíciles abundan (asignación de pistas en aeropuertos, órbitas para satélites, bandas de telefonía como la 5G o una obra de arte). Las subastas se aplican en muchísimos casos, y no sólo en los de rezagos de Aduana o MercadoLibre.

Quiero destacar otros casos, por ejemplo… Tinder! Economistas muy serios estudiaron que si había una limitación en la cantidad de veces que se podía hacer “swipe” (elegir la persona a la que indicar que había un cierto interés) los resultados tanto para hombres como mujeres mejoraban. Otros métodos favorecen sólo a las damas, etcétera.

Uber modifica precios en función de la congestión. Es más caro un día de lluvia o cerca de un estadio en un día de partido. Google y Facebook subastan el precio de sus publicidades por palabras y zona geográfica. Tanto Tinder como Uber – y muchos más- logran así dar un servicio, crecer, y sobretodo que cada vez haya más consumidores satisfechos. Si no lo están, pagarán poco, ya que pueden elegir.

Si con Facebook, o Google, o las pistas de aviones, hay posibilidades de determinar distintos precios según cual sea el objetivo, ¿qué nos hace pensar que un precio fijo como los Precios Cuidados puede tener sentido? ¿Qué nos hace pensar que congelar tarifas o determinar precios únicos en boca de pozo puede ser óptimo para la energía? ¿Por qué aceptamos que haya un único proveedor en muchísimos bienes? O aún más extraño, ¿por qué creemos que quien no participa en el circuito económico –o emocional como es Tinder- puede saber cuál es el mejor precio? Cuando el Estado fija precios, rara vez se explicita cual es el objetivo: como mencioné antes, puede ser la mayor ganancia, el menor costo, la mayor cantidad de participantes, o muchos otros diferentes objetivos.

Economistas muy serios estudiaron que si había una limitación en la cantidad de veces que se podía hacer “swipe” en Tinder
Economistas muy serios estudiaron que si había una limitación en la cantidad de veces que se podía hacer “swipe” en Tinder

Otra forma de vender (y diría que casi lo opuesto a una subasta) es vender a un precio fijo, en cuyo caso no se puede determinar la cantidad de gente que querrá ese producto. Se podrá comprar sólo mientras el vendedor tenga el producto, o hasta que decida cambiar el precio. Toda similitud con el precio del dólar por parte del BCRA no es pura coincidencia. No lo obtiene el que está dispuesto s pagar más ni el que llegó primero a la cola, sino quien cumpla con algún otro confuso criterio.

Además de Tinder hay otros sitios similares, ya sea que se busque una pareja permanente o entretenerse por un ratito nada más o – ejem- otras opciones. Uber cambia de precios según la congestión y tiene varios competidores. Compiten entre los usuarios y entre varios oferentes. De la misma manera, muchas veces será mejor que las empresas y los ciudadanos argentinos decidan y usen sus propios métodos para decidir qué comprar, a quien vender, y a qué precios. Como dije al principio, este premio tiene enormes enseñanzas y consecuencias para Argentina.

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