Ante el aumento de la brecha cambiaria a más del 100%, el Banco Central decidió ponerse mucho más estricto con los importadores. El objetivo es achicar la pérdida de reservas, ante la fuerte demanda de quienes buscan sacar provecho de una situación obvia: ingresar productos al país a un tipo de cambio que es la mitad del que se maneja "en la calle”. Los principales operadores cambiarios coincidían que en las últimas jornadas la tarea para conseguir las divisas para importar se volvió una tarea mucho más ardua y en muchos casos imposible.
Desde el BCRA reconocen que pueden estar produciéndose demoras, pero al mismo tiempo alertan sobre quienes buscan aprovecharse. “En septiembre la demanda por importaciones fue de USD 4.000 millones, cuando hace un año había sido de sólo USD 3.000 millones”, explican. Este crecimiento, en medio de un fuerte bajón de la actividad económica se explica sólo en la búsqueda de aprovechar las ventajas que permite la brecha entre el dólar oficial y el “contado con liquidación” o el informal, que ayer cerró a un récord de $ 158.
En el Central habían respirado porque el miércoles consiguieron comprar poco más de USD 15 millones, pero ayer el balance volvió a ser negativo en alrededor de USD 20 millones. Por el momento, la entidad no consigue recuperar reservas, algo imprescindible si el objetivo es regenerar la confianza.
En la medida que el Central se resiste a “sincerar” un tipo de cambio más alto, se verá obligado a ponerle más trabas al sector importador.
Con una diferencia entre los tipos de cambio que ya supera el 100%, la situación para el BCRA se volvió muy difícil de manejar y el peligro es la pérdida continua de reservas, cuando quedan muy pocos dólares líquidos en la entidad. Por un lado, los exportadores son reacios a ingresar divisas, ya que deben entrarlas a un tipo de cambio poco conveniente.
Pero del otro lado presionan los importadores, que se apuran a comprar todo lo que pueden a esta cotización. No sólo porque se cubren de un salto cambiario, sino porque tienen la posibilidad de entrar productos a un valor mucho más barato si tuvieran que comprar dólares en el mercado libre.
El bajísimo monto de negociaciones que se está registrando en los últimos días en el mercado cambiario refleja estas tensiones. Por un lado, las cereraleras que por el momento liquidan con cuentagotas pese a la baja de retenciones dispuesta por el Gobierno en forma temporal. Y del otro los importadores que presionan para acceder a dólares oficiales, pero se encuentran cada día con más trabas.
El aumento de la brecha cambiaria vuelve mucho más difícil el manejo de la política cambiaria al Banco Central. Los exportadores se resisten a liquidar, mientras que los importadores buscan comprar todo lo que pueden aprovechando un tipo de cambio oficial que vale la mitad que el libre
En la medida que el Central se resiste a “sincerar” un tipo de cambio más alto, se verá obligado a ponerle más trabas al sector importador. Lo más probable es que si no cambia algo rápido, sólo se pueda importar sin trabas productos muy básicos, por ejemplo relacionados con la salud, y los insumos imprescindibles para la producción industrial.
A diferencia de lo que ocurría con el cepo durante el segundo mandato de Cristina Kirchner (2012 a 2015), ahora no hay una regla escrita para conseguir la autorización. En el mercado se recuerdan las DJAI, es decir los derechos de importación que eran otorgados por la secretaría de Comercio Interior, a cargo de Guillermo Moreno. En aquel momento, ese organismo era clave para definir quién podía importar y quién no. Ahora, en cambio, no hay trabas en lo formal pero sí se están aplicando en la práctica.
Nada indica que la situación se vaya a revertir en el corto plazo. Al contrario, en la medida que la brecha sigue creciendo estos comportamientos serán cada vez más marcados y la necesidad del titular del BCRA, Miguel Pesce, de cortar la demanda de dólares se volverá cada vez más acuciante.
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