Los bonos argentinos continuaron ayer su racha negativa, que prácticamente no ha tenido descanso desde que salieron a cotizar, hace poco más de un mes. Se trató de otro día de fuertes pérdidas, que promediaron el 2% en casi todas las series, mientras que el riesgo país terminó en 1.377 puntos básicos.
Cuando se cerró el canje de deuda, la expectativa era que la nueva deuda argentina se acerca a un rendimiento de 10% anual en dólares. Si bien era prácticamente el triple de lo que rinden la mayoría de los bonos emitidos por países latinoamericanos, parecía razonable por la aceptación de la reestructuración y el hecho de que el horizonte de vencimientos quedara despejado por varios años.
Pero no fue así. Al contrario, desde el debut luego de la reestructuración en ningún momento aparecieron inversores relevantes que quisieran incorporar riesgo argentino en sus carteras. Incluso, un par de bancos de inversión salieron a recomendar los nuevos títulos argentinos porque consideraban que la caída había sido exagerada en las primeras semanas. Pero ocurrió todo lo contrario y las ventas se impusieron claramente sobre los compradores.
La estabilización del mercado cambiario es un paso fundamental que deberá dar el Gobierno para recuperar la confianza de los inversores. Si lo logra, es posible que la deuda comience a recuperarse. Pero por ahora los bonos siguen en caída libre y el riesgo país se acerca a los 1.400 puntos
El nuevo Global 2030 cerró ayer a USD 39,50, cuando el primer de negociación cotizó en la zona de los USD 51. El 2035 vale USD 35 y sufrió una caída de 2,1%. Para colmo la curva de rendimientos de la deuda argentina empieza a invertirse, es decir que los bonos más cortos tienen un mayor rendimiento que los largos. Este comportamiento sucede porque aumentan las dudas sobre la capacidad de pago a futuro del Gobierno.
Parece increíble, pero apenas se terminó de renegociar la deuda y los mercados ya empiezan a asignar elevadas chances de que la Argentina vuelva a entrar en cesación de pagos en los próximos años.
La pregunta que posiblemente no tenga una respuesta fácil es qué decisión podría tomar el equipo económico que mejore la percepción de los inversores sobre Argentina. El problema es que la desconfianza parece tener una raíz mucho más arraigada en la política que en la economía.
Los grandes fondos y bancos de inversión siguen con poco entusiasmo el rumbo que el Gobierno de Alberto Fernández quiere darle a la política económica y no percibe señales que permitan volverse más optimista, al menos en el corto plazo.
Un par de bancos de inversión salieron a recomendar los nuevos títulos argentinos porque consideraban que la caída había sido exagerada en las primeras semanas. Pero ocurrió todo lo contrario y las ventas se impusieron claramente sobre los compradores
El ministro de Economía, Martín Guzmán buscó el fin de semana darle una explicación al flojo desempeño de la deuda tras la reestructuración: “Es cierto que arrancamos peor que otros países que renegociaron en el pasado, pero ninguno lo había hecho en el medio de la pandemia”. La frase, sin embargo, queda relativizada por el hecho de que Ecuador también renegoció su deuda como la Argentina y los bonos hoy rinden por debajo del 10% anual en dólares.
Al cansancio que los mercados muestran en relación a las señales de la Argentina, se suma el peligro de una crisis cambiaria de proporciones y los temores por un aumento de la brecha que ya se ubica cerca del 100%. Por eso, será fundamental que el Gobierno logre cierta estabilidad cambiaria para empezar a recuperar la confianza.
Para colmo, Wall Street viene de un septiembre flojo y en octubre el arranque no fue mucho mejor. Esto genera que los inversores se vuelvan más defensivos y allí es donde sufren los activos considerados más riesgosos.
Las acciones argentinas también sufren esta indiferencia total de los mercados y ayer sufrieron caídas significativas, que en algunos papeles como Pampa Energía llegaron a superar el 5%, ante el peligro de que el congelamiento de las tarifas de servicios públicos se prolongue también en 2021.
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