Los incendios que están haciendo estragos en once provincias argentinas pasaron el miércoles por el campo de Oscar Muchutti, sobre la ruta provincial 10, a unos 7 kilómetros de Machagai, en Chaco, y se llevaron animales, pasturas, alambrados, rollos, puentes de acceso, máquinas... y años de trabajo; en fin, pérdidas que por lo bajo estima en unos $ 10 millones.
El incendio destruyó gran parte de lo que Muchutti llama -con humildad y orgullo- “un campito que habíamos ido armando muy bien”.
El fuego empezó cerca de la banquina de la ruta, en un campo vecino, probablemente por desidia de unos chicos, y tuvo a su favor una tremenda sequía (“en lo que va del año llovieron unos 150 milímetros y esta es una zona de 1200 a 1.300 mm anuales”, precisa Muchutti), una temperatura que esa tarde llegó a 44 grados y un viento norte que soplaba a 50 kilómetros por hora.
Los Muchutti están hace 100 años en la zona, que hasta los 70s fue algodonera y luego se reconvirtió a ganadera. Lo de Oscar es bovinos y cría. De 800 animales que tenía, la mayoría logró escapar hacia el 10% del campo donde no llegó el fuego. Doce se quemaron las pezuñas. Los vecinos, los peones, los bomberos (dos de ellos sufrieron principio de asfixia, pero se recuperaron en el hospital) ayudaron a combatir el fuego. Las llamas alcanzaban los ocho metros de altura, recuerda Oscar, todavía conmovido por la solidaridad de sus vecinos. A uno de ellos, cuenta, también se le quemó el campo. De hecho, en esa zona, en el Departamento 25 de Mayo, se quemaron unas 3.000 hectáreas.
El principio del fuego
Los peones que trabajan con Muchutti justo habían largado unas vaquitas a comer en las 50 hectáreas de pastura que venía reservando, cuando vieron las primeras llamas sobre la banquina empastada, fueron por agua y un tractor, pero cuando volvieron ya el fuego había entrado con todo en el campo. La gente ayudó muchísimo, repite Oscar, pero el fuego era muy poderoso. El contraste entre el video de cómo estaba “el campito” de 900 hectáreas del que se enorgullece Oscar y las fotos de lo que quedó testimonian claramente el drama.
Ahora viene la etapa de la reconstrucción. Muchutti cuenta que ya gastó $ 800.000 en comida para los animales, pero prevé una alta mortandad, con vacas débiles, en tiempo de parición y con poca agua. La quema de alambrados hizo que muchos animales estén mezclados en campos vecinos. Volver a alambrar es fundamental, especialmente cuando un campo está sobre la ruta.
“El alambre de 17/15 estaba a $ 9.500 hace dos semanas, ahora está en $ 14.000”, dice Enrique Santos, ex presidente de la Sociedad Rural del Chaco, quien también sufrió incendios en dos campos, uno a mediados de septiembre, sobre la ruta 33, y otro el viernes, sobre la 34. La provincia pidió a la Nación la declaración de emergencia agropecuaria de 180 días para la agricultura y de 360 días para la ganadería, pero no servirá de mucho si lo único que otorga el gobierno es diferir el pago de impuestos. “Es sólo patear el problema para adelante”, dice Santos.
Lo más tremendo de los incendios, le cuenta a Infobae, es la recorrida del día después. Entre las cosas que lo conmovieron, cuenta, fue ver una Tatú y 7 tatucitos incinerados y tener que sacrificar a un sufriente aguará-guazú con medio cuerpo quemado. Santos cree que algunos incendios no son mera falta de responsabilidad sino mala intención. Se necesita, dice, patrullaje policial y fiscales especializados en delitos rurales. Cree que las pérdidas de Muchutti superaron largamente los $ 10 millones y es reacio a hacer un cálculo de las propias. Es muy pronto, dice. Según él, las pérdidas más importantes vendrán con la mortandad de animales por escasez de agua y alimento.
Muchutti agrega que, además de estar más caro, se hizo difícil conseguir alambre, y vuelve una y otra vez a la falta de responsabilidad de quienes, aunque fuere involutariamente, terminan provocando incendios y a la solidaridad de la gente del lugar.
“A mi vecino se le murieron 2 toros grandes y 10 novillitos”, cuenta Muchutti. “Tengo 71 años, seguiré empujando, pero llevará tiempo recuperar lo que se perdió”. Oscar tiene 4 hijas, todas profesionales, y dos nietos “grandecitos”, dice. El trabajo de campo lo hace con tres peones que esa jornada fatídica lloraban al ver tanto trabajo y esfuerzo devorado por las llamas.
Hacia adelante, el principal problema es la escasez de agua, que puede provocar una alta mortandad de animales. Muchutti no es de hacer alegatos, pero las obras que más necesita del Estado son canales que permitan “retención” de agua. Ya Sarmiento había pensado en la canalización del río Bermejo. “Mire cuántos años han pasado”, dice.
Son inversiones necesarias, prosigue, para que la gente se quede en el campo y la propiedad no se concentre en pocas manos. Hoy los jóvenes quieren resultados más rápidos, reflexiona. No tienen tanta paciencia como tuvo él para armar un campo en el que llegó a tener una “marcación” de 78% (esto es, 78 terneros cada cien vacas, contra una media nacional de 55).
Muchutti vuelve a mencionar la solidaridad de sus vecinos, de sus peones, de su gente, mientras piensa dónde podrá conseguir esos 60 rollos de alambre que necesita, entre tantas otras cosas, para ir reconstruyendo su “campito” desde las cenizas.
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