La compleja implementación de las normas para endurecer el cepo al dólar que el Banco Central dictó el martes 15 generó que entre ese día y el viernes 25 hubo nueve jornadas de virtual feriado cambiario, en el que los bancos no vendieron a sus clientes el cupo mensual de USD 200 para atesorar y tampoco se hicieron transferencias en moneda extranjera.
La desconfianza reinante por las nuevas medidas llevó a los depositantes a retirar USD 924 millones en esas nueve jornadas, que impactaron aún más sobre el stock de dólares del sistema por la ausencia del dólar ahorro y de las transferencias, dos vías que suelen alimentarlo. Recién sobre la tarde del viernes 25 comenzó la normalización de las operaciones que se completó el lunes 28, en particular en los bancos estatales.
De este modo, puede medirse un primer costo del impacto de las medidas cambiarias que fue una caída de depósitos del sector privado en dólares del 5,3%, desde un stock de USD 17.379 millones a USD 16.452 millones. En el mismo periodo, el Banco Central vio caer sus reservas en USD 623 millones y tuvo que vender en el mercado un promedio de USD 40 millones diarios pese a no existir la demanda minorista.
Quedará por verse si el sistema consigue equilibrarse a partir del jueves 1 de octubre. Con el nuevo mes, se renueva el cupo mensual de USD 200 para la compra de dólares y una parte de lo comprado suele quedar depositado en el sistema, en general en cuentas a la vista. Los operadores del mercado se preguntan si esa llegada de dólares a los bancos será suficiente para compensar la salida a causa de la desconfianza.
Cualquier indicador del sistema indica que todos los requisitos de liquidez y solvencia están cumplidos y, en algunos casos, sobrecumplidos. Si bien la memoria financiera de los argentinos genera esta clase de reacciones, es claro que los dólares están en el sistema y eso es un dato objetivo. Pero la desconfianza no conoce de actitudes racionales. “Esta dinámica encuentra al sector financiero con una liquidez en moneda extranjera inédita, con lo cual no hay un riesgo cierto de que los bancos no puedan hacer frente a la salida de depósitos. Sin embargo, la señal no es buena y contagia a otros fundamentals”, apuntó en un informe la consultora PxQ, que dirige el economista Emmanuel Alvarez Agis.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo a Infobae la semana pasada que la brecha cambiaria es un problema y que su solución es una secuencia por la cual primero debe estabilizarse y que una vez logrado eso, recién podrá reducirse. El debut de las medidas no parece haber ido en ese sentido.
A la manera de una película ya vista, el control de cambios trajo la brecha entre la cotización oficial y las alternativas, incluyendo al libre. Y esa brecha, a su vez, trae la retracción de la oferta. Es muy difícil que alguien quiera vender en el mercado oficial existiendo alternativas para lograr un rendimiento que lo supera en un 80%. La escena siguiente de la película a la retracción de la oferta, también es conocida: el Banco Central se transforma en el único oferente del mercado y pierde reservas con intensidad.
Además de las restricciones que alcanzan a para personas y empresas, el mercado cambiario actual atraviesa una época de superávit comercial, con una demanda atenuada en materia de importaciones como consecuencia de la recesión económica. Aún así, el BCRA debe vender.
“Este tipo de medidas eran efectivas para reducir la demanda pero no promueven el aumento de la oferta de divisas. Dadas las expectativas de devaluación y la baja tasa de interés, quienes tienen dólares esperan para liquidarlos y, quienes pueden, acceden a financiamiento en pesos para desendeudarse en dólares. La dinámica es una en la cual la demanda se reduce pero la oferta no crece y por tanto, el mercado se achica, pero la presión sobre las reservas continúa”, concluye el informe de PxQ.
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