Sin fechas concretas para la vuelta de los vuelos regulares de cabotaje, la compañía low cost Jetsmart asegura que está lista para reanudar las operaciones apenas se levanten las restricciones y que mantiene sus planes a largo plazo en el mercado de cabotaje. Sin embargo, aseguran que las decisiones políticas son las que más afectan sus planes, incluso más que la pandemia. “Siempre vamos a tratar de permanecer en la Argentina, pero son demasiadas las decisiones en contra que se toman hacia nosotros”, explicó Gonzalo Pérez Corral, gerente general de la empresa en la Argentina.
— No hay aún fecha concreta para la vuelta de los vuelos regulares. ¿Cómo impacta en la empresa?
— La autoridad aeronáutica emitió una nota para frenar toda la operación siguiendo los tiempos de la suspensión de la cuarentena. Por ahora, el primer vuelo debería ser el 12 de octubre, siempre y cuando la cuarentena no se prorrogue. No tenemos ninguna confirmación de la autoridad aeronáutica ni del ministerio de Transporte, por más que ellos habían anunciado que estaban dispuestos y listos para volver a partir del 1º de octubre. Tampoco hay protocolos. Hemos presentado un protocolo nuestro para seguridad, prevención y sanitación de aviones en todas las etapas del viaje. Ojalá haya protocolos centralizados. No sabemos si se exige o no un test, si hay cuarentena a la llegada a una provincia. Necesitamos tener alguna previsibilidad y centralidad en las decisiones que se apliquen a todos por igual, si no, sería una locura para nosotros y para los pasajeros.
— ¿Cómo los afecta esto en el corto y en el largo plazo?
— Hemos sido cautelosos y eficientes en poder mantener la caja al mínimo de gastos, bajar los costos; por suerte, tenemos una estructura ágil y simple. Hemos accedido a los programas de Gobierno que también nos ayudan, hemos recibido quitas de varios proveedores y obviamente el aporte de los socios de la compañía, que apuestan por el país y creen que esto es algo circunstancial, que va a pasar, y que el proyecto es de largo plazo.
— Varias empresas anunciaron que dejan de volar a la Argentina. ¿Cómo evalúan esta situación?
— Tenemos un proyecto de largo plazo en la Argentina, que también involucra a otros países de la región. Estar en la Argentina es importante, más allá de la pandemia tenemos otros problemas particulares como empresa que tienen que ver con decisiones políticas. Queremos fortalecer la posición argentina, queremos seguir volando desde El Palomar, queremos incorporar los tres lugares que tenía Norwegian en el Aeroparque. La ANAC nos autorizó en diciembre a usar de manera indistinta esos lugares, pero desde el cambio de Gobierno hemos tenido algunos problemas en instrumentar estos acuerdos y esperamos que esto pueda resolverse para garantizar la continuidad de la compañía.
— ¿Qué pasa si esas cuestiones no se resuelven?
— Entendemos que hay detrás un plan para favorecer al operador más importante del mercado. No hay mucho argumento para cerrar un aeropuerto con todo lo que significa en conectividad, en empleo. Es un aeropuerto al que llega el tren, un proyecto bien popular y democrático, que suma más gente al sistema aéreo.
— ¿Consideran que hay un clima hostil hacia las empresas low cost?
— Entiendo que sí.
— ¿Cómo queda el mercado de cabotaje con menos empresas?
— La salida de Latam generó una falta de competitividad del sector muy grande. El plan ahora es mandar a low cost a Ezeiza y dejar al principal operador solo en aeroparque y eso genera una situación totalmente desventajosa donde no hay competencia sana, donde se discrimina a unas empresas por tener un rótulo de low cost, que al final somos operadores como los otros. Son las cosas donde vemos que no hay equidad ni reglas claras.
— ¿Qué pasa si tienen que empezar a volar desde Ezeiza?
— Siempre vamos a tratar de permanecer en la Argentina, pero son demasiadas las decisiones en contra que se toman hacia nosotros. Si hay controles tarifarios y uno está volando en una situación desventajosa, es difícil poder salir a buscar un mercado, sin precios bajos y donde la gente tenga que ir a Ezeiza. Esta sería la forma si ese plan, de algunos pocos, se llega a cumplir en que tengamos que tomar decisiones distintas. Pero nuestro compromiso está firme acá. La Argentina tiene mucho para crecer, muchas bondades en cuanto a lugar con distanciamiento social natural y los turistas extranjeros lo valoran mucho.
— ¿Esperan un cambio en la política de tarifas?
— Siempre hay rumores en la industria, no me extrañaría que sea una de las políticas que se quieren instrumentar. Es algo que podría volver.
— ¿Cómo estiman que será la demanda cuando ya no haya restricciones para los vuelos?
— Creemos que va a haber un primer aluvión de gente que necesita volar por trabajo, para ver a su familia, trámites pendientes. Innumerables situaciones. Después, a medida que las personas vayan perdiendo el miedo, se irán sumando. Ojalá en la temporada alta de verano tengamos las primeras incursiones de gente haciendo turismo dentro del país. Apuntamos a abrir las rutas troncales primero (Córdoba, Mendoza, Neuquén, Tucumán, Bariloche, Iguazú) y luego empezar a abrir otras rutas, que inclusive no pasan por Buenos Aires.
— ¿Volverán con tarifas bajas?
— Vamos ajustando en función a la oferta y la demanda. Probablemente con los vuelos iniciales estén más bajas y cuando haya más demanda se empiecen a acomodar un poco. La pauta es tratar de ofrecer tarifas siempre razonables y empezar a sumar financiación sin interés.
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