Quienes entraron al canje de deuda propuesto por la Argentina se deben estar replanteando si fue buena idea aceptar la oferta. En apenas dos semanas los bonos sufrieron un deterioro de hasta 20% en dólares, como sucedió con el Global 2030, que por otra parte fue el más elegido por los inversores. Claramente hubiera resultado mejor opción salir a vender los títulos en la previa al cierre de la transacción y evitarse esta fuerte caída que impacta duramente en los portafolios de los grandes fondos y también de los pequeños y medianos ahorristas.
Ayer fue el peor día para los flamantes títulos argentinos. Pero influyó mucho un clima externo muy negativo, que le pegó a las acciones en Wall Street y también a los activos emergentes. En este contexto, los bonos locales se llevaron la peor parte, con caídas en torno al 7%. Así lo reflejó también el riesgo país, que subió por encima de los 1.350 puntos, su peor nivel desde que se efectivizó el canje de deuda.
Desde que comenzaron a cotizar en el exterior, a partir del 7 de septiembre, prácticamente no hubo un solo día favorable para los títulos argentinos. Pero la debilidad tuvo más que ver en los primeros días con factores estrictamente locales y ya en las últimas jornadas también influyó un clima internacional mucho menos favorable para los activos de riesgo.
Desde que arrancaron a cotizar, los bonos argentinos no paran de caer, mientras que el riesgo país subió desde 1080 hasta 1.350 puntos en apenas dos semanas. Afecta tanto el clima externo negativo como la desconfianza de los inversores en relación a la política económica del Gobierno
La deuda argentina quedó cotizando en niveles que oscilan entre 14% y 15% anual en dólares, muy alejado del 10% que según Martín Guzmán deberían rendir los títulos locales. Pero el contexto no acompañó para nada, ante señales que no convencen a los bonistas. Además de un discurso poco amigable con los inversores por parte del Gobierno, el proyecto de Presupuesto 2021 establece un déficit primario de 4,5% del PBI. Ese rojo que se seguirá financiando en parte con emisión monetaria puso en alerta a los inversores.
Pero además la curva de deuda argentina quedó nuevamente “invertida”. Esto significa que los bonos más cortos rinden más que los largos, una señal de la desconfianza que tiene el mercado sobre la futura capacidad de pago por parte de la Argentina.
Las últimas medidas cambiarias también resultaron un golpe para los inversores. La parte más preocupante estuvo relacionada con la obligación para las empresas de salir a refinanciar sus deudas en dólares, por el equivalente al 60% de los vencimientos que presenten desde ahora fines de marzo. Esto fue leído como una postura compulsiva por parte del Banco Central, que dejó a las compañías con endeudamiento externo al borde del default.
El acuerdo por la deuda, que logró una adhesión superior al 99% tanto en el tramo externo como en el local, no generó por ahora el entusiasmo que esperaba el equipo económico. Por el contrario, los mercados siguieron castigando a los activos argentinos ante la falta de un horizonte sobre los planes que tiene el Gobierno.
La incógnita es si el Presidente estará en condiciones de empezar a enviar señales favorables para dejar atrás estos elevados niveles de incertidumbre. La suba del riesgo país, la consiguiente debilidad de los títulos y las restricciones cambiarias sin duda son aspectos que le pondrán más trabas a la recuperación de una economía que viene muy golpeada por la pandemia.
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