Se impuso la urgencia del Banco Central por conservar un monto líquido de reservas que le permita interactuar en el mercado y esta semana se conocieron nuevas medidas para contener la demanda privada de dólares.
El refuerzo de las restricciones cambiarias tuvo su efecto colateral –y nocivo– sobre las valuaciones de los activos financieros argentinos, sobre los que se había puesto expectativa de recuperación luego de la salida al mercado de los bonos reestructurados a comienzos de septiembre.
Un balance rápido permite observar un nuevo salto del dólar libre, que se estabilizó en los $139 en un reducido mercado paralelo, luego de anotar un máximo histórico de $145 el miércoles. En la semana avanzó ocho pesos o 6,1 por ciento.
La brecha cambiaria con el oficial mayorista (a $75,38), que sostiene el gradual deslizamiento alcista con el aval del BCRA, sondeó el 90%, muy cerca del 100 por ciento de mayo pasado.
La doble imposición por el Impuesto Para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS) del 30% y ahora un recargo del 35%, como adelanto del Impuesto a las Ganancias, encareció al dólar minorista a $131,32, con lo que el Gobierno logró el impensado objetivo de igualar esta cotización formal con las alternativas que no son alcanzadas por las duras restricciones.
En la semana de las nuevas restricciones el dólar libre subió 6%, las acciones perdieron 14% y el riesgo país subió 13%
Sucede que como consecuencia de la debilidad de acciones y bonos, las paridades bursátiles también escalaron y alcanzaron nuevos máximos, a $137,15 y $129,97 para el contado con liquidación y el MEP, respectivamente.
Para el Banco Central, el beneficio fue escaso. La entidad pudo efectuar compras, pero reincidió en ventas el jueves y el viernes -un total próximo a los USD 100 millones- para cubrir la demanda de importadores, lo que dejó a las reservas debajo de los USD 43.000 millones y en zona de mínimos del año.
Negativa semana en la Bolsa
Las acciones argentinas en el exterior promediaron en la semana una caída de 14% en dólares. Pasado el envión alcista por el avance del canje de deuda soberana, la baja acumulada desde el 4 de agosto –cuando se anunció el acuerdo– fue de 30% en dólares para los ADR operados en Nueva York.
En cuanto a los bonos en dólares, la caída acumuló un contundente 10% semanal, cuando se esperaba una mejora de precios y una demanda más sostenida para los flamantes títulos reestructurados. Los seis bonos Globales con ley extranjera finalizaron con paridades en torno a los USD 42 y una exit yield por encima del 13%, alejada del 11% observado a principios de septiembre.
En ese sentido, llamó la atención el aumento del riesgo país. El indicador de JP Morgan, que mide el diferencial de tasas de los bonos emergentes con similares emisiones emergentes, cerró la semana en 1.258 puntos básicos para la Argentina, con un aumento de 14% respecto de los 1.101 puntos del 10 de septiembre, cuando se cambió el menú de títulos que ponderan en el indicador.
El golpe más fuerte del cepo “recargado” anunciado el miércoles último lo recibió el mundo corporativo, al que se le reducirá al 40% la provisión de divisas oficiales para saldar compromisos. Las empresas que tengan vencimientos de deuda u Obligaciones Negociables por más de USD 1 millón mensual deberán presenten un programa de reestructuración de esos pasivos. El plan es que se refinancien el 60% de esos vencimientos a dos años, en promedio.
Según Eduardo Fracchia y Martín Calveira, investigadores del Área de Economía del IAE Business School, “ante restricciones para las empresas sobre el acceso al mercado de deuda privado, las decisiones de expansión en la producción, asociadas con la inversión productiva, se verán reformuladas o postergadas generando una potencial caída de la actividad económica”.
“En concreto, no solo empresas de gran porte como YPF presentan necesidades de administrar sus pasivos externos para un normal acceso a nuevas líneas de financiamiento, sino también empresas de menor amplitud vinculadas con el comercio exterior que necesitan obtener insumos importados y, en consecuencia, un acceso fluido a los mercados de financiamiento. Esto deberá ser ajustado por la autoridad monetaria en aras de evitar un mayor sesgo contractivo sobre la necesaria reactivación de la economía”, añadieron los expertos del IAE de la Universidad Austral.
Jorge Vasconcelos, economista del IERAL de la Fundación Mediterránea, subrayó que “por las medidas que afectan el crédito de las empresas con deudas en el exterior, cabe esperar que la oferta de préstamos externos siga contrayéndose, por lo que la dinámica de las reservas del Central se verá afectada por este fenómeno. Hay que tener en cuenta que el crédito de comercio exterior se habría achicado en unos 9 mil millones de dólares en los últimos doce meses”.
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