Ninguna medida económica tiene fuerza si no cuenta con la fe de la gente. Hay razones por las que por el momento parece una misión imposible detener la demanda desmesurada de dólares:
-Las escasas reservas de libre disponibilidad del Banco Central
-La creación de nuevos impuestos, en particular el impuesto a la riqueza, que demuestran como el Gobierno carga contra los que generan puestos de trabajo o invierten.
-Las medidas estatistas que se toman por orden de la política, como el congelamiento de tarifas de las telefónicas o la frustrada intervención y expropiación de Vicentin.
-La tolerancia a las usurpaciones de terrenos e inmuebles. La propiedad privada no concentra la atención del Gobierno y algunos de sus integrantes están involucrados en el estímulo a las ocupaciones.
-La política también daña con la invasión sobre el poder judicial y el quebrantamiento de las normas en el poder legislativo. Es decir, hay un gobierno que toma a su cargo los tres poderes.
Ante esta desmesura, es poco lo que puede hacer el ministro de Economía, Martín Guzmán, para estimular la demanda de pesos. Es más realista el pesimismo de Miguel Ángel Pesce, el presidente del Banco Central, a quien solo le interesa cuidar las reservas, que el optimismo de Guzmán, que cree que cuando comiencen a operarse los nuevos bonos el mercado se aplacará.
Esta semana se sabrá quién de los dos tiene razón porque desde el martes los títulos del canje comenzarán a cotizar casi a pleno.
Dilema
Puede ser que la mayor potencia de intervención inicial que tendrá el Banco Central contenga a los dólares alternativos e impida la escapada del “blue” o dólar libre. Pero eso es relativo, porque, según Pesce, hay que cortar el aprovisionamiento del dólar solidario o reducir el cupo a la mitad. Si eso sucede, el “blue” tomará un camino ascendente, independientemente de lo que suceda con los dólares alternativos, que se verán comprimidos por la intervención del Anses con los bonos del fondo de Garantía de los jubilados y con los que están en poder del Tesoro. En el caso de que ambos organismos intervengan vendiendo bonos en dólares, equivale a tomar nueva deuda externa porque esos títulos convertirán a los compradores en nuevos acreedores del Estado.
Pero si se anula o se recorta el cupo de dólar solidario, esos compradores irán al mercado marginal a buscar divisas más caras y el descenso de $ 2 del viernes a $ 132 pasará a ser un recuerdo.
Una buena señal
Una buena señal será la disminución de alrededor de mil puntos del riesgo país. Se colocará por debajo de los 1.100 puntos, un número que será eficiente para mejorar la curva en el gráfico del riesgo país, pero que es absolutamente inútil en la práctica porque ese nivel de riesgo implica tomar dinero al 11,5% anual en dólares. A esa tasa no hay interesados en prestarle a la Argentina.
Los inversores bursátiles, son la prueba de la falta de fe en el futuro. La semana pasada terminó con cuatro ruedas en baja y una en leve alza de 0,6% con montos de negocios que llegaron a un piso de $ 550 millones. La caída semanal es la cuarta consecutiva. Nunca hubo una semana positiva desde que se anunció que los acreedores aceptaban la propuesta argentina. Fue una euforia de 24 horas que no tuvo bises. Las acciones están en su nivel más bajo de la historia medidos en dólares.
Los bonos, los ausentes de las dos últimas semanas, son la única esperanza. Si despiertan fe en los inversores, podrían distraer la atención sobre los dólares para canjear una parte de sus divisas o pesos por los nuevos títulos que, con seguridad, rendirán más de 10% en dólares. Son pocos los que creen que cotizarán a la misma paridad a la que fueron emitidos.
Son la esperanza de Guzmán. Si fracasan y no pueden contener al dólar, Pesce será el ganador. El cepo se hará más duro y el dólar ahorro será el primero en pagar las consecuencias. El Banco Central tiene listo un plan B, tomar una parte de los swaps en yuanes y convertirlos a dólares. Lo mismo haría con las reservas en oro que suman USD 4 mil millones.
El problema es que hay incapacidad para generar más divisas, porque los exportadores están desalentados y no se esperan inversiones externas. Mucho más después de la caída del petróleo, todas las medidas tienen fecha de vencimiento. En los primeros 4 días de setiembre las reservas cayeron USD 226 millones a 42.617 millones. Pero desde julio hasta ahora, esa caída se incrementó a USD 721 millones. Parece una caída irrelevante frente al total de reservas, pero es importante si se piensa que las de libre disponibilidad llegan a menos de USD 6.500 millones. Perder casi 10% de esas reservas en 35 días es para preocuparse.
Seguí leyendo: