Después del piso histórico de actividad registrado en abril por la cuarentena estricta, la economía comenzó a recuperarse. Mayo y junio fueron meses muy dinámicos, con recuperaciones sostenidas pero desde valores muy bajos. Sin embargo, ya el tercer trimestre muestra datos mucho menos alentadores. Julio y agosto estuvieron lejos de sostener esa mejora y septiembre tampoco luce mejor.
La vuelta a “fase 1” por el aumento de los contagios de Covid-19 en varias provincias está directamente relacionada con este fenómeno de “amesetamiento” en la actividad. Por supuesto, sigue habiendo sectores que directamente no arrancan, como el turismo, y otras que lo hacen en cámara lenta, como la gastronomía, que no termina de mostrar un decidido repunte.
Un informe realizado por el IERAL refleja cómo se frenó la suba en varios indicadores a partir de julio: venta de combustibles, automóviles (que parece estancada en unas 30.000 unidades mensuales) y despacho de cemento: “En agosto esta tendencia se repite en guarismos más actualizados, como movilidad de personas a lugares de trabajo, consumo de energía por parte de grandes usuarios y consumo vía tarjetas”.
El comportamiento, sin embargo, no es homogéneo y está muy relacionado con la evolución de la enfermedad. Según IERAL, entre las regiones que muestran una mejora más consistente (aunque desde pisos muy bajos) aparece la provincia de Buenos Aires y la región pampeana. En cambio, Cuyo, el Noroeste argentino y la Patagonia muestran una mayor desaceleración. Al AMBA le costó mucho salir de la fase más estricta de la cuarentena, incluso en la primera quincena de julio se reforzaron las medidas de distanciamiento social, lo que también impactó en los números de la economía de aquel mes.
“La persistencia de malos datos del frente sanitario complican el escenario de recuperación del nivel de actividad. Hay provincias que no terminan de flexibilizarse (Jujuy) y otras que retornarían a una cuarentena más estricta en septiembre (Mendoza). Además, subsisten problemas de aduanas interiores, que generan costos para las empresas y complican la movilidad”, señala el trabajo.
Empiria Consultores también reflejó lo propio en su último informe. “La industria reflejó un incremento de 2,1% en julio contra el mes anterior, muy por debajo del 14% que había mejorado en junio y en mayo. Quedó 10% respecto al nivel de actividad previo a la cuarentena”. En relación a la construcción, creció 7%, pero casi la mitad de lo que venía aumentando en meses previos (13%).
La apertura y cierre de las economías en cada provincia son claves a la hora de calibrar el ritmo de recuperación, pero no es lo único. También hay que considerar que el salario promedio cayó un 6% en relación a febrero, como efecto de la inflación acumulada y la ausencia de paritarias en la mayoría de los sectores. Y además el empleo registrado disminuyó 1,4%, junto al efecto de los trabajadores informales y cuentapropistas que tuvieron una fuerte disminución de ingresos en estos meses de aislamiento. La caída en el consumo de supermercados es todo un síntoma, luego de los grandes saltos de marzo y abril, cuando las familias compraron para mantener un stock, ante el temor a un desabastecimiento que nunca sucedió.
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