Wall Street dejó totalmente atrás los efectos de la pandemia, a sólo seis meses del gran impacto que sufrió el mercado a mediados de marzo. Ahora la noticia que le dio un fuerte impulso a los activos financieros es que la Reserva Federal no tiene la menor intención de subir las tasas de interés. Una noticia ideal para los países emergentes y que también debería ayudar a impulsar a los bonos argentinos.
Ayer fue el primer día de cotización de los nuevos títulos que surgieron del canje, aunque lo hicieron en el “mercado gris”, es decir adelantándose a la espera de la entrega de los bonos por parte del Gobierno que está prevista para el próximo lunes. Y si bien hubo poca liquidez, las principales especies arrojaron un rendimiento de alrededor del 11,5% anual en dólares. Es la famosa “exit yield”, que marca a qué tasa cotizará la deuda argentina en los mercados.
Pero las novedades que llegan de Estados Unidos deberían ayudar a una mejora adicional de los precios de los títulos argentinos y una caída del rendimiento en poco tiempo. Concretamente, el titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, explicó la semana pasada que el objetivo ahora es que la inflación no supere el 2% anual “en promedio”, pero ya dejó de ser el “techo”. Esto significa que el organismo sería más permisivo si hay algún repunte inflacionario debido a la fuerte emisión de moneda. En todo caso, no se apurará en absoluto a subir las tasas, ya que esto podría ponerle un freno a la reactivación que está mostrando la economía estadounidense, aún impactada por los efectos del Covid-19.
El dólar devaluado internacionalmente, tasas de interés bajísimas y la soja firme conforman el nuevo escenario que debería favorecer a la economía argentina y alentar una recuperación. Son las mismas condiciones que tuvo Néstor Kirchner a partir de 2003 y que permitieron un ciclo de elevado crecimiento
La contracara de la emisión monetaria récord por parte de la Reserva Federal y la tasa cero es la debilidad del dólar. Y cuando la moneda norteamericana se debilita suben las materias primas, como viene pasando especialmente con el oro, pero también los productos agropecuarios. La soja también muestra un precio más sostenido por encima de los USD 330 y no falta quienes aventuran que podría acercarse a los USD 400 a fin de año.
Un dólar devaluado a nivel internacional y productos primarios al alza representan un verdadero “viento de cola” para la Argentina. Lo que parecía una pandemia que terminaría de aplastar a los países emergentes derivó en algo totalmente distinto. Pero la cuestión es estar preparado para aprovechar ese envión.
Este contexto se asemeja a lo sucedido durante el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), por supuesto dentro de otro contexto. Pero por aquellos años, también hubo tasas ultrabajas (el ex titular de la Fed, Alan Greenspan, preparaba la burbuja que estalló en 2008), un dólar débil y la soja que había cotizado a USD 150 durante el gobierno de De la Rúa superó cómodamente los USD 400 en promedio. En la crisis del campo de 2008 había tocado máximos de USD 600.
La economía creció a “tasas chinas” por varios años. Algunos economistas dieron en llamar aquel fenómeno como “soja y suerte”, es decir le quitaban mérito al gobierno de Néstor Kirchner y atribuían la reactivación a factores externos.
Pero ningún proceso es exactamente igual al otro. Quizás las dos grandes diferencias actuales sean las siguientes: la desconfianza de los inversores sobre la Argentina es todavía mayor que en aquella época y en aquellos años el superávit fiscal superaba los 4 puntos del PBI, otorgándole al gobierno un enorme margen de maniobra. Ahora, en cambio, el déficit se encamina a un récord y al contrario representa una gran restricción para la recuperación.
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