César Litvin: “Es una medida con más contenido ideológico que jurídico o económico”

Según el tributarista, el derecho a la propiedad está afectado por la retroactividad del impuesto y su duplicación. Y en algunos casos habría confiscatoriedad. “Se busca gravar al que más tiene hasta llegar a la irritación”, aseguró

El tributarista César Litvin, CEO de Lisicki, Litvin & Asociados

La semana pasada se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto del de gravar con un impuesto a las grandes fortunas (denominado “Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”). Según la propuesta del oficialismo, se trata de un tributo que deberá ser pagado por única vez por quienes contaban con un patrimonio superior a los $200 millones en diciembre de 2019. Infobae dialogó con el tributarista César Litvin sobre su impacto:

— ¿Existe la posibilidad de que se abra una vía de reclamos judiciales contra el impuesto?

— En la medida que la ley sea probada como se presentó hay derechos fundamentales de los contribuyentes afectados. El derecho a la propiedad está afectado por la retroactividad de la ley, que toma el patrimonio al 31 de diciembre del año pasado. También hay una duplicación con el impuesto a los Bienes Personales. Y en muchos casos se generaría una situación de confiscatoriedad.

Este tipo de impuestos pulverizan la inversión y el ahorro. Y alientan a los cambios de residencia fiscal a países con sistemas tributarios menos complejos y menos ásperos

— ¿En qué casos?

— Según la Corte Suprema, un impuesto se torna confiscatorio cuando absorbe gran parte de la renta o el patrimonio del contribuyentes. Cuando es muy alto, es difícil que en esta coyuntura la renta de esos bienes pueda cubrir el impuesto.

— ¿Los reclamos judiciales por impuestos confiscatorios tendrían chances de avanzar? ¿Hay antecedentes?

— Con una justicia independiente pueden prosperar. Hay fallos de la Corte Suprema donde se establece que los impuestos, por ley, no pueden vulnerar los derechos de la Constitución Nacional. Son las garantías del artículo 17 las que están afectadas.

— El Gobierno señaló que el impuesto abarcará a 12.000 contribuyentes, ¿considera que el número puede ser más alto?

Mi sensación es que puede ser más. Algunos van a acceder a la Justicia para hacer el reclamo.

En abril, el presidente Fernández se reunió con los diputados Heller y Máximo Kirchner para analizar el impuesto

— ¿Qué opina de los fundamentos que dio el Gobierno para crear este nuevo impuesto?

— A mí me parece que es una mala idea con una base estrictamente política. Tiene más contenido ideológico que jurídico o económico. Se busca gravar al que más tiene hasta llegar a la irritación. ¿Los que más tienen pagan pocos o muchos impuestos en la Argentina? Pagan muchos. Ganancias al 35%, Bienes Personales al 2,25% en la escala más alta. Son los que más consumen y en cada consumo hay una cantidad importante de impuestos también. Paradójicamente son también los que menos usan los servicios del Estado, como salud, educación y muchas veces tienen seguridad privada.

— Uno de los argumentos del Gobierno es que es un aporte por única vez en el marco de la pandemia.

— Hay escepticismo en la sociedad de contribuyentes respecto a que se trate de un impuesto por única vez por sobradas experiencias de impuestos transitorios que han quedado en el tiempo. Como el Impuesto a los Bienes Personales o a los débitos y créditos bancarios.

Hubo intentos en Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador y España pero aun no se reflejaron en realidades. Se trata en general de iniciativas opositoras

— ¿Hubo iniciativas similares en otros países?

— El impuesto a la riqueza se analiza en otros países, pero no han salido leyes. Hubo intentos en Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador y España pero aun no se reflejaron en realidades. Se trata en general de iniciativas opositoras. Este tipo de impuestos pulverizan la inversión y el ahorro. Y alientan a los cambios de residencia fiscal a países con sistemas tributarios menos complejos y menos ásperos.

— ¿La mudanza de argentinos de alto poder adquisitivo a Uruguay es al que ya está sucediendo?

— Es algo real, que está sucediendo. Uno de los motivos es que muchos contribuyentes están al límite de tolerancia frente a más aumentos de los impuestos. Es tan real que si sumamos Bienes Personales más impuesto a las grandes fortunas da un impuesto de 7,5% en la escala máxima. ¿Qué inversión puede dar una ganancia de 7,5%? En Uruguay esos dos impuestos son igual a cero. Uruguay te recibe con un “holiday tax”, durante 10 años no grava lo que tenés fuera de Uruguay.

Con beneficios fiscales, Uruguay busca atraer a los contribuyentes argentinos

— ¿No hay impuesto al patrimonio en Uruguay?

— Sí, pero es sobre el patrimonio neto y se descuentan los pasivos.

— ¿Es muy complejo hacer una mudanza fiscal?

— Si te mudás realmente, si te vas a vivir afuera en serio, la mudanza no tiene trabas.

Hay escepticismo en la sociedad de contribuyentes respecto a que se trate de un impuesto por única vez por sobradas experiencias de impuestos transitorios que han quedado en el tiempo

— ¿Había otro camino que se podría utilizar en lugar de un impuesto?

La baja de impuestos y el aliento de las inversiones generan una mayor recaudación en el mediano plazo. Está comprobado. Otro camino es la rebaja del gasto de la política, aunque sea como gesto. Siempre se les pide el esfuerzo a otros.

— ¿Qué países aplicaron bajas de impuestos con resultados positivos?

Estados Unidos, Irlanda, Estonia y Grecia son países que bajaron los impuestos y tuvieron éxito en los últimos años. En Brasil, la eliminación de los impuestos a las exportaciones aumentó la recaudación y generó nuevas inversiones y más actividad económica. Si exportás soja desde Brasil no tenés ni brecha cambiaria ni impuesto. En la Argentina, tenés brecha más impuestos.

Veo una contradicción cuando se pide un impuesto a la riqueza y, al mismo tiempo, se avanza una reforma judicial que genera un enorme incremento del gasto público. Es un contrasentido generar más gasto público con una reforma que no es prioritaria

— El impuesto a las grandes fortunas tiene fijado un destino específico para los fondos recaudados, algo que no es habitual.

— Quieren que la población crea que es por la pandemia. Lo menos cuestionable del impuesto es el destino. La más cuestionables son los efectos económicos. Menos inversión, menos ahorro y fuga de capitales y de talento. En Francia, cuando asumió el presidente François Hollande dispuso un impuesto a los más ricos que provocó un éxodo masivo. El más conocido fue el del actor Gerard Depardieu. Fue un fracaso. La famosa curva de Laffer muestra que en un punto una suba de impuestos comienza a generar menos recaudación y una baja genera más recaudación en el mediano plazo.

La fachada de la AFIP en la city porteña (Adrián Escandar)

— Según su visión, ¿no es cierto que las personas de más poder adquisitivo pagan pocos impuestos como señaló el presidente Alberto Fernández?

— Pagan poco los que están en la informalidad, que cada vez se va agrandando más y genera una competencia desleal entre pagadores e informales. Cada vez que hay una suba de impuestos, el beneficiado más importante es el informal. En la Argentina, la informalidad tiene aristas económicas, sociológicas, políticas y hasta psicológicas. En los países escandinavos, donde hay una alta presión fiscal, son los que tienen menos evasión porque hay un sentimiento de que los impuestos se vuelven en un Estado de bienestar, en salud, educación, infraestructura y justicia. Veo una contradicción cuando se pide un impuesto a la riqueza y, al mismo tiempo, se avanza una reforma judicial que genera un enorme incremento del gasto público. Es un contrasentido generar más gasto público con una reforma que no es prioritaria. Los contribuyentes cumplidores, que no están en la informalidad, ya no tienen más tolerancia a más carga fiscal ni a nuevos impuestos. Debe haber menos impuestos para todos y apuntar contra la informalidad. Ahí está la recaudación. Pero es más fácil cazar en el zoológico. En el Gobierno de Mauricio Macri se intentó con el sinceramiento fiscal, pero la informalidad doméstica siguió.

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