La economía venía debilitada desde la segunda mitad del gobierno anterior, que como el actual, recibió limitados grados de libertad para revertir en forma rápida un largo ciclo de estancamiento con alta inflación; y para peor apareció la pandemia del COVID-19 que provocó y está generando severos daños en el entramado social y el tejido productivo local e internacional.
Pero cuando después del aislamiento estricto dispuesto desde el 21 de marzo y todo abril, salvo para las actividad decretadas esenciales, comenzó a observarse un proceso de reactivación con protocolos sanitarios muy cuidados, pareciera que gradualmente la economía empezaría a recuperar su ritmo, como ya lo están haciendo otros países. Sin embargo, tras un pico natural en mayo, ya en junio se observó una brusca desaceleración e incluso los primeros datos de julio, como el Índice General de Actividad de Orlando Ferreres, arrojó un leve retroceso respecto de junio, en valores ajustados por estacionalidad.
Y las perspectivas no anticipan una mejora sustantiva, no sólo por la extensión una vez más de la cuarentena por otro módulo de 14 días sino porque, como sostiene el citado Centro de Estudios Económicos, “las condiciones macroeconómicas y sociales atentan contra un cambio de tendencia que permita salir del estancamiento de los últimos dos años y entras en una fase de crecimiento sostenido”.
Se trata de una visión alineada con la que Natalia Motyl, economista de Fundación Libertad y Progreso concluyera su análisis sobre “El impacto económico de la crisis del COVID-19 en América Latina”, en una columna en Infobae: “por más de que podamos ver cierta recuperación en los indicadores financieros, el panorama no es alentador y, la región se encuentra transitando una de sus crisis económicas más profundas de la historia”.
- ¿La economía en cuarentena y, más aún pos cuarentena, necesita más regulaciones de precios y de divisas para poder salir del cuadro histórico de estancamiento con alta inflación, y ahora en depresión, como ha dispuesto el Gobierno en las últimas semanas?
- No, todo lo contrario, para poder salir del estancamiento en el cual nos encontramos inmersos desde hace varios años, es necesario apostar al mercado; y, eso implica desregular toda la economía. Más precisamente, con respecto a la inflación, es necesario lograr una moneda sana. Hoy muchos colegas hablan de “inflación estructural” o “inflación multicausal”; conceptos vagos que no identifican el problema de fondo: el único causante de la inflación es el Estado.
Hoy muchos colegas hablan de ’inflación estructural’ o’ inflación multicausal’; conceptos vagos que no identifican el problema de fondo: el único causante de la inflación es el Estado
Si se inyectan pesos en la economía que nadie quiere durante mucho tiempo, porque el Estado gasta más de lo que recauda por impuestos; ya se debería saber que eso tiene un costo: el valor de la moneda local se deprecia. En la Argentina se habla mucho del dólar y poco del peso; cuando debería ser al revés. La preferencia que tenemos los argentinos hacia el dólar no es más que rechazo al peso. La pregunta no debería ser ¿por qué los argentinos compramos dólares? sino, todo lo contrario, ¿por qué los argentinos no nos quedamos con los pesos?. La respuesta es simple, porque a diferencia de un país desarrollado, en la Argentina el Banco Central de la República Argentina no es independiente. La principal función básica de cualquier autoridad monetaria debería ser defender el valor de su moneda local, pero en nuestro país no más que un dependiente del gobierno de turno. ¿40% o 50% de inflación a fin de año? Eso no les preocupa, lo que les importa es hacer buena letra con el Poder Ejecutivo. Por ello, cuando el Estado excede sus gastos el BCRA sale a inyectar pesos para financiarlo.
Ésta es una práctica que se pudo observar claramente en abril de éste año, cuando se llegó a un récord de expansión de base monetaria del 90% interanual. En ese momento se escogió financiar al Tesoro por sobre el interés de los argentinos. Nadie se detuvo a pensar que en un contexto como el actual de crisis, en el que muchas familias iban a perder su única fuente de ingresos, corroer aún más el valor del peso les iba a perjudicar su calidad de vida. La mayoría de los trabajadores no tiene la posibilidad de que su sueldo se ajuste fácilmente en pos de la inflación, entonces si los precios siguen subiendo ellos son los más perjudicados en su capacidad de compra.
- ¿Cómo debiera ser el proceso para bajar la inflación de modo sustentable?
- Para bajar la inflación es necesario que el Estado baje el gasto público. Obviamente, eso implica reducir los privilegios de muchos políticos. Por eso, hoy está en agenda más restricciones de precios y divisas, en vez de una política de austeridad fiscal. Creo que las restricciones en el mercado de cambio no se van a levantar en tanto y en cuando no se baje el gasto público. El cepo es una política de muy de corto plazo, sirve hasta que la gente vuelva a ahorrar en pesos, vuelva a recobrar la confianza en su moneda local, o hasta que las reservas se agoten.
Hoy la brecha entre la cotización del dólar mayorista y el contado con liquidación se encuentra superando el 80%; un 55,5% más que cuando comenzó su gestión en el Banco Central, Miguel Ángel Pesce; y 42,5% más desde que comenzó la cuarentena de marzo que paralizó a toda la economía. Lamentablemente, dado el actual escenario, veo poco probable que las restricciones cambiarias se relajen. Fundamentalmente, porque desde el discurso del equipo económico no se escucha un cambio rotundo de dirección, por tanto cabe esperar un continuo drenaje de reservas hasta que represente un verdadero ojo de tormenta.
Dado el actual escenario, veo poco probable que las restricciones cambiarias se relajen. Fundamentalmente, porque desde el discurso del equipo económico no se escucha un cambio rotundo de dirección
- Los instrumentos de regulación monetaria, como las Leliq y pases, han adquirido una magnitud que supera a la base monetaria. ¿En su visión, qué riesgos implica sobre el resto de la economía y cómo cree que se debería desarmar?
- Cuando en abril el ritmo de emisión monetaria tocó récord, y se amplió la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, el BCRA se asustó y comenzó a absorber los pesos -aplicando una política contractiva- que había inyectado inicialmente con deuda. No obstante, esa deuda sigue siendo inflación y tentativa de crisis en el sistema financiero a futuro. Más precisamente, las Leliq tienen una capitalización semanal de intereses, por lo que su costo es bastante alto. Además, se emiten a mayor velocidad que las precedentes Lebac. Es una “bola de nieve” que en algún momento puede llegar a explotar. Existe un exceso de pesos acumulados y el Banco Central decidió optar por deuda remunerada. Sin embargo, vuelve a ser una política económica de corto-mediano plazo ya que no es sostenible.
Para desarmar las Leliq se necesita primero generar un shock de confianza; y, luego, bajar el déficit fiscal vía reducción del gasto público. No se puede concebir un desarme de la deuda pública sin estos dos ejes. En primer lugar, la Argentina sufre desde hace varios años una crisis de confianza que amenaza cualquier posibilidad de estabilidad macroeconómica. Esto es resultado de no haber llevado adelante las reformas estructurales que el país necesita.
Si el Gobierno apuntara a reducir varios puntos el gasto público y lleva adelante una reforma del sistema tributario que reduzca la presión fiscal; es muy probable que se modere la suba del riesgo país y la tasa de interés real. Lo que puede morigerar la presión de los pasivos del BCRA. Además, esto podría favorecer la recuperación de la demanda de pesos; fundamental para encarar un desarme ordenado de las Leliq sin que presione sobre los precios y el mercado de cambios.
- En 15 días el ministro de Economía presentará al Congreso el Presupuesto 2021 y las previsiones plurianuales ¿Cuáles son sus expectativas?
- No tengo muchas expectativas en el Presupuesto 2021. Probablemente, haya una orientación de recursos hacia políticas más populistas: más planes sociales, algún programa de ampliación de acceso a servicios de entretenimiento, y, definitivamente, el Gobierno va a intentar colocar la perspectiva de género en el centro de debate. Seguramente, orientarán el discurso hacia el lenguaje inclusivo y mayores recursos al Ministerio de la Mujer, con ampliación de programas. Son temas que generan ciertos debates acalorados en la sociedad y sirven para desviar la atención. No vamos a ver grandes sorpresas. Veo más ganas de vender imagen que de producir valor en el Presupuesto 2021.
Además, como venía adelantando, creo que se va a focalizar en intentar a través de la obra pública compensar parte de la pérdida de riqueza ocasionada en el sector privado debido a las medidas restrictivas y prolongadas de confinamiento. El tema es cómo y de dónde van a sacar esos recursos. Habrá que estar atentos porque ciertos actores internacionales como los organismos de crédito multilateral o países van a ser fundamentales para el gobierno en el próximo año. Los recursos que tiene la Argentina son muy magros, no se puede expandir los recursos públicos de un área sin sacarle a otra.
Insisto, lo ideal es que el Poder Ejecutivo intente reducir el gasto público. Estamos en medio de una crisis de características históricas, miles de familias y empresas se encuentran con graves problemas de liquidez. Muchos no saben si van a poder alimentar a sus hijos o no. Entonces ¿para qué necesitamos un sinnúmero de secretarías estatales ?; preguntémonos ¿qué le genera de valor la Secretaría Pymes a las pequeñas y medianas empresas, si para sostener esta Secretaría se deben pagar un 106% de impuestos por sobre sus ganancias netas? Totalmente absurdo.
- ¿Qué escenario imagina en las próximas negociaciones del ministro Martín Guzmán con los técnicos del FMI para el reperfilamiento de la concentración de vencimientos en los próximos 3 años?
- Tal como venía hasta ahora. Por un lado, dado que nuestro país no tiene mucho margen de maniobra, van a afirmarle al FMI que tienen intenciones de llevar adelante un plan de consistencia fiscal como apunta el organismo. Sólo para terminar con las negociaciones lo más antes posible. Por el otro, van a declarar públicamente que no van a “volver a caer en el Fondo” para apacigüar el descontento del ala izquierda del gobierno.
Renegociando la deuda no se soluciona nada. La Argentina requiere que se encaren las reformas necesarias para crecer. De otra forma, únicamente compra tiempo
No obstante, renegociando la deuda no se soluciona nada. La Argentina requiere que se encaren las reformas necesarias para crecer. De otra forma, únicamente compra tiempo. No es suficiente con un tímido coqueteo hacia determinadas políticas como una reforma tributaria que promulgan que va a ser más “progresiva”; sino que es necesario que el país se separe definitivamente de las políticas populistas que viene aplicando desde hace varias décadas. De no ser así, definitivamente podemos olvidarnos de lograr un modelo de desarrollo. Es más, dado el contexto global recesivo actual, la aversión hacia activos riesgosos, la baja de los precios de las materias primas es probable que la Argentina no tenga otra oportunidad. Hoy los capitales son magros y los inversores apuntan hacia caminos más confiables. Si la señal no es extremadamente positiva, nadie va a apostar por el país.
- Salvo los años de “boom” de los precios de las materias primas, como entre 2003 y 2008, el mayor ciclo largo de crecimiento se registró en los años de aceptación del bimonetarismo que adoptó la sociedad argentina desde hace unos 50 años y desregulaciones, sin embargo, no se advierte consenso político para volver a esa práctica. ¿Qué recomendaciones hace la Fundación Libertad y Progreso para revertir el estancamiento secular y volver a la estabilidad de los precios?
- Desde la Fundación Libertad y Progreso queremos que la Argentina crezca y salga de la decadencia, por eso se elaboró un libro de propuestas de políticas públicas en el que planteamos las reformas estructurales que requiere el país de forma urgente: eliminación y reducción de impuestos; reforma de administración nacional; reducción hasta la eliminación de los subsidios a la energía y al transporte; reducción gradual de planes sociales; reforma laboral; reforma de la Coparticipación Federal; desregulación y simplificación normativa; fortalecimiento y respaldo de la moneda; y, apertura comercial. Todas estas propuestas están subidas en nuestra página de internet.
- Uno de los sectores que menos acusó el impacto de la cuarentena fue el estatal, en sus tres órdenes; nacional, provincial y nacional, pese al severo deterioro de los ingresos tributarios y transferencias por coparticipación. ¿Con el deterioro de la situación social y debilitamiento de las finanzas de las empresas, cree que en la pos cuarentena la administración pública deberá y hará una racionalización del gasto público?
- Definitivamente. El sector privado se encuentra muy atrofiado. Es necesario que esta vez sea el Estado el que se ajuste. Durante muchos años el sector privado es el que sostuvo siempre al sector público con más impuestos y más regulaciones, impidiendo el desarrollo y crecimiento de una estructura productiva diversificada. Para que nuestro país pueda crecer necesita de un capital que se ahorra durante mucho tiempo y nuestro país no tiene. Por ello debe atraerlo y para eso necesita encarar las reformas estructurales que le saquen el peso del sector público al sector privado. Así se podrían generar más inversiones, más puestos de trabajo, mejores salarios y más oportunidades para todos.
El sector privado se encuentra muy atrofiado. Es necesario que esta vez sea el Estado el que se ajuste
Específicamente, con respecto a la administración pública, desde la Fundación Libertad y Progreso, elaboramos una reforma de la Administración Nacional cuyo objetivo es reducir sustancialmente el número de empleados de la Administración Nacional y las erogaciones innecesarias, asegurando que ninguna persona pierda ingresos en lo inmediato y que tenga oportunidad de reinsertarse y progresar. Comprende:
1) Cambios en las normas laborales del sector público para incorporar la gestión por resultados. Continuar con la digitalización y las mejoras en la tecnología informática;
2) Un Decreto con nueva estructura de Ministerios (hay un organigrama propuesto) en el marco de las atribuciones establecidas en la Ley 25.164, de Empleo Público, que define las unidades administrativas dependientes de cada uno de los ocho ministerios, hasta el nivel de direcciones nacionales, direcciones generales y organismos descentralizados; y la correspondiente dotación de personal. En forma transitoria, por 90 días, las unidades administrativas de la vieja estructura son asignadas a cada uno de los nuevos ministerios. En ese plazo cada nuevo ministro cubre los cargos dando prioridad al personal en disponibilidad.
3) Incentivos a las empresas para que contraten al personal dejado a disponibilidad con el pago del salarios durante dos años; como eximición de aportes patronales durante un período de dos años y subsidio sobre los gastos de capacitación en el nuevo empleo. Jubilación temprana a quienes, quedando en disponibilidad, no hubieran conseguido empleo en dos años y tengan más de 60 años.
- ¿Una reflexión final, a la luz de que formalmente el Gobierno decidió iniciar las conversaciones por un nuevo acuerdo con el FMI?
- Desde un principio el FMI apuntó a que el problema de la Argentina era el abultado déficit fiscal. El tema es que los técnicos del Fondo apuntan a reducirlo mediante una suba de la recaudación más que por una reducción del gasto público. Es más, muchas veces inclusive recomiendan incrementar el gasto social. Por eso hacen tanto foco en una reforma tributaria que les permita recaudar más. Puede ser bastante contra recíproco el mensaje e induzca a que se intenten aplicar más impuestos a los sectores de ingresos más altos. No se entiende que la única forma de generar un círculo virtuoso es a través de los sectores que poseen una capacidad de ahorrar mayor al resto de la población. Si ahorras más, invertís más, generas más riqueza y favoreces a que los salarios de todos suban.
Los impuestos no son más que una transferencia de recursos desde el sector privado al sector público, sin existir evidencia de que eso compense la destrucción de riqueza ocasionada a la economía en su conjunto. Más impuestos conlleva a una menor inversión, no se abocan a nuevos proyectos, no se crea más empleo, la innovación se vuelve más lenta, los salarios caen y terminan perdiendo los argentinos que no pueden acceder a productos más baratos, ni de mejor calidad. El único camino que no es recesivo es bajando el gasto público; las otras opciones sólo condenan aún más el futuro de todos los argentinos
Fotos: Adrián Escandar
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