Los grandes fondos de inversión del mundo estarán, a partir del cierre del proceso de reestructuración de la deuda argentina, “muy atentos” a las señales en materia de política económica que envíe el Gobierno. Ese mensaje, repetido en público y privado no sólo por analistas de coyuntura sino por también los representantes de los bancos asesores del Gobierno y hasta por los propios acreedores, se leía principalmente como una advertencia respecto del déficit fiscal y la necesidad de un ajuste de magnitud a partir de 2021, año en que las elecciones legislativas siembran dudas respecto las chances de que el presidente Alberto Fernández decida avanzar en ese camino.
A partir del viernes, el decreto que congela las tarifas de los servicios de telefonía, Internet y TV paga, servicios a los que declara públicos y esenciales, amplió esa lectura y motivó fuertes críticas. Una de las más contundentes provino ayer de Ashmore Group, un fondo de inversión orientado particularmente a mercados emergentes, que integra uno de los tres comités de acreedores de la deuda argentina, que acordó con el Gobierno su participación en el canje abierto hasta el viernes y cuya liquidación se concretará el próximo 4 de septiembre.
Ashmore comparte ese comité de bonistas, el más inflexible durante todo el complejo proceso de negociación, con el célebre fondo BlackRock. Paradójicamente, en el otro extremo, el comité más amigable fue liderado por otro acreedor viejo conocido del país, el fondo Fintech, del mexicano David Martínez, socio minoritario de una de las empresas más afectadas por el DNU de Fernández: Telecom.
Esta es una muy mala política. El control de precios no corrige las causas subyacentes de la inflación mientras que desalienta activamente la oferta de productos, lo cual empuja los precios hacia arriba, dada la escasez (informe de Ashmore).
En uno de los momentos más álgidos de las discusiones entre los acreedores y el ministro de Economía Martín Guzmán, Martínez se involucró personalmente en una gestión ante el Presidente para destrabar la negociación, pero sus tratativas no llegaron a buen puerto. Aun así, según confiaron a Infobae fuentes de la negociación, Fintech fue uno de los pocos acreedores que aceptó la oferta fallida del 6 de julio.
En cualquier caso, su colega Ashmore ya venía advirtiendo sobre el complejo panorama económico al que se enfrentaba la Argentina pero, en un informe difundido ayer, puso el foco en la reciente medida presidencial y calificó de “extremadamente mala” la política de control de precios.
“El fin de semana, el presidente Fernández declaró vía Twitter como servicio esencial a la tv paga, la telefonía celular y el acceso a Internet, por lo cual se congelan los precios hasta 2021. La administración de Fernández ya controla más de 2.000 productos de consumo en un intento de contener las presiones inflacionarias. Esta es una muy mala política. El control de precios no corrige las causas subyacentes de la inflación mientras que desalienta activamente la oferta de productos, lo cual empuja los precios hacia arriba, dada la escasez”, sentenció el informe de Ashmore.
La gran expansión monetaria está presionando la moneda. Fuertes controles de capital y la recesión están evitando que la inflación se salga de control pero son sólo un ancla temporal.
Sus autores agregaron una conclusión lapidaria: “La Argentina es uno los pocos países emergentes en el mundo que es incapaz de mantener un básico camino de sostenibilidad para las políticas macroeconómicas”.
En este sentido, hace poco más de una semana, las entidades que asisten al Gobierno nacional y de la provincia de Buenos Aires, el Bank of América y el Citi, coincidieron en destacar que las señales en materia fiscal serán clave para abrir el financiamiento no sólo al Gobierno en el mediano plazo sino, más cerca en el tiempo, al sector privado.
Sin embargo, también sobre ese punto, Ashmore expresó reparos: “La incapacidad del Gobierno para ajustar el gasto está forzando al Banco Central a financiar el déficit fiscal. La gran expansión monetaria está presionando la moneda. Fuertes controles de capital y la recesión están evitando que la inflación se salga de control pero son sólo un ancla temporal. La Argentina se liberará de su dependencia de deuda en moneda extranjera sólo cuando desarrolle su propio mercado de capitales y el Gobierno aprenda a vivir con sus propios medios”, afirmó el fondo acreedor del país en un reporte a sus inversores hace una semana. “Sólo en ese punto, los argentinos empezarán a creer que su moneda mantendrá su valor en vez de devaluarse como en episodios anteriores”, agregó.
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