El dólar no tiene techo: no es la divisa la que aumenta, sino el peso que baja

El Gobierno está en una encrucijada, donde ninguno de los caminos es bueno. Y no termina de asumir que el dólar es un refugio que se activa cuando los inversores y ahorristas no ven el futuro

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(Adrián Escandar)
(Adrián Escandar)

La semana comienza con una enorme presión del dólar sobre el Gobierno, que sigue equivocando el camino para controlar su escalada. El diagnóstico lo centran en lo económico. Por eso apuestan a que la concreción del canje de la deuda, alivie la situación. Pero lo que no quieren asumir es que el dólar es un refugio que se activa cuando los inversores y ahorristas no ven el futuro. La falta de un plan económico y el desaliento a la inversión privada muestran que el diagnóstico oficial es equivocado. La razón de la suba del dólar es la falta de fe y credibilidad.

La pandemia contribuyó en parte a desalentar el ahorro en pesos, pero el resto lo hicieron las señales que emitió el propio Gobierno con la amenaza de estatizaciones y la intromisión en la vida de las empresas a través de medidas tarifarias o la intención de crear nuevos tributos como fue el fracasado impuesto a la riqueza. Si no no hubiera acentuado esta vocación de intervenir en la economía, la euforia por la buena negociación de la deuda se hubiera prolongado bastante más allá de las 24 horas que duró.

La pandemia contribuyó en parte a desalentar el ahorro en pesos, pero el resto lo hicieron las señales que emitió el propio Gobierno

La lectura de los inversores sobre la economía quedó reflejada el viernes cuando el contado con liquidación, que es el dólar que se utiliza para fugar divisas, aumentó $ 2,06 (+1,5%). Entre los compradores de este dólar, que cerró en un récord de $ 135, hubo empresas que giraron divisas por pedido de sus casas matrices.

El aumento de apenas 10 centavos a $ 129,52 del dólar Bolsa o MEP en ese mismo día, muestra el contraste entre los dólares alternativos y reafirma que para algunos la prioridad es bajar el nivel de exposición en la Argentina. La amenaza es cada vez más concreta.

El Gobierno, lejos de buscar la inversión privada, redobló su apuesta y se encargó de cerrar una de las puertas más importantes para atraer dólares. Por supuesto, quién no disfrutaría de pagar menos por el uso de su celular o que no le aumente la cuenta del cable o de internet, como sucede con los precios de la luz, el gas y el transporte. Atrás de estas medidas que sugieren un alivio para los asalariados, hay un problema: el impuesto inflacionario que pagan todos, en particular los de menos poder adquisitivo.

El remolino cambiario, otra vez
El remolino cambiario, otra vez (Adrián Escandar)

Ladrón

La inflación es un ladrón que cada noche saca dinero de las cuentas o del bolsillo de los que tienen pesos. Por eso, teniendo la misma cantidad de billetes cada día adquieren menos productos. Las computadores y celulares, subieron más de 100% por la caída de la moneda local.

La contracara son los que tienen dólares en su poder. Para ellos la Argentina cada día es más barata porque deben cambiar menos dólares para vivir. Como la escasez de reservas limita la venta del dólar mayorista a importadores y empresas que tienen deuda tomada en el exterior, acuden al mercado alternativo para hacerse de divisas y trasladan ese mayor costo a sus productos.

Para quienes tienen dólares en su poder, la Argentina cada día es más barata

Por supuesto, que los que no pueden operar con dólares alternativo, lo compran en la plaza libre. Allí el “blue” subió otros dos pesos y cerró en $ 138 y se acerca a un récord.

Los exportadores hace tiempo que dejaron de ser fuente de liquidación de dólares. Para ellos, el dólar mayorista en lo que va del año subió 22%, mientras el contado con liquidación creció 82%. Por eso el viernes en la plaza mayorista se operaron apenas USD 210 millones y el Banco Central tuvo que vender casi USD 40 millones porque la demanda de los compradores superó por lejos la liquidación de divisas de exportadores. El oro ayudó a que esta caída no fuera mayor porque recuperó una parte del terreno perdido al aumentar 0,21% a 1942.70 dólares. Pero no logró quebrar el techo de USD 2.000 que había alcanzado hace poco más de una semana. En el mercado de futuros del metal precioso, en las primeras horas del lunes, perdía 0,34% y cotizaba a USD 1940,50.

El viernes las reservas bajaron USD 45 millones a 43.048 millones. No sería extraño que esta semana perforen el piso de 43 mil millones. De hecho, el euro, la otra moneda que incide en el nivel de reservas, estaba cayendo a la medianoche frente al dólar.

Bolsa sin atractivo

FOTO DE ARCHIVO. Operadoras trabajan
FOTO DE ARCHIVO. Operadoras trabajan en la Bolsa de Buenos Aires, Argentina. 19 de junio de 2018. REUTERS/Martín Acosta

La Bolsa, que perdió más de 2% en la semana, sigue sin atraer a los inversores. El monto de negocios fue de $ 1.677 millones. Este volumen es menos de la mitad de lo que se negoció el día de la euforia, cuando los acreedores aceptaron la propuesta argentina. Pero hay detalles más reveladores. El Merval, índice de las acciones líderes, bajó 9,70% desde aquel día. El dólar, en ese lapso subió 10,65%. En otras palabras, la Bolsa perdió 18,37% en dólares en 20 días. Motivos para no asumir riesgos, sobran.

El Gobierno está en una encrucijada donde ninguno de los caminos es bueno. La eliminación del cupo de USD 200 mensuales va a hacer que los dólares alternativos y el “blue” aceleren su aumento y puede obligar al Gobierno a devaluar.

“La clave –señaló un operador- es que el Gobierno se dé cuenta que lo que suben no son los precios, sino que es el peso que pierde valor frente a cualquier producto, excepto las tarifas que están subsidiadas”.

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