Mediante un documento titulado “Basta de Relato”, la dirigencia de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) alertó nuevamente sobre el aumento de la inseguridad rural y exigió que los casos sean esclarecidos de manera inmediata. “Angustia, frustración, pesar, rabia, impotencia. Son algunas de las sensaciones que se experimentan frente a la injusticia”, manifestaron.
Además, responsabilizaron de la problemática al gobierno nacional: “No se hace nada por reivindicar el valor que la actividad productiva agropecuaria tiene para el país y la sociedad en su conjunto. Solamente le interesa asfixiarla y exprimirla fiscalmente para hacerse de recursos genuinos que el Estado es incapaz de generar, pero eficaz y certero a la hora de su despilfarro sistemático y grosero”.
En medio de la ola de inseguridad rural, desde CRA también recordaron que hay proyectos legislativos con el objetivo de condenar el vandalismo rural, que hasta el momento no fueron tratados en el ámbito del Congreso de la Nación. Al respecto, los dirigentes señalaron: “Las iniciativas esperan la resolución de una agenda que parece más abocada a resolver las urgencias de una reforma judicial planteada a la medida del poder de turno”.
Y agregaron: “Extraña confusión de roles: ciudadanos soberanos devenidos en súbditos de un poder vicepresidencialista caprichosamente autoritario que ha encontrado en la crisis sanitaria el pretexto perfecto para avanzar despiadadamente sobre libertades individuales y arremeter contra las instituciones republicanas en un desesperado intento por garantizar su impunidad. Todas las verdaderas urgencias, pobreza, inseguridad, crisis económica, inflación, déficit fiscal y un largo etcétera deben esperar. Las causas judiciales apremian y la búsqueda de impunidad aparece como impostergable”.
Delitos rurales
En el último tiempo, los delitos rurales que mayor crecimiento registraron fueron la rotura de silobolsas, el abigeato, y el robo de maquinaria y fertilizantes. Pero además, fue notorio el aumento de los incendios intencionales. En CRA mostraron su preocupación por lo sucedido en el campo del Vicepresidente de la entidad, Gabriel de Raedemaeker, en la localidad cordobesa de Oliva, quien en 3 meses sufrió dos incendios.
Si bien el dirigente denunció como intencional el primero de los incendios, el segundo que tuvo lugar el pasado sábado, los peritos que estuvieron en el lugar no encontraron indicios de que fue intencional. Pero las dudas y sospechas están. “Un rayo no cae nunca dos veces en el mismo lugar, canta un artista. Las brujas no existen, pero que las hay...las hay, pregonan los más sugestionables. Las casualidades tampoco existen. Sin embargo, llamativamente, un campo parece que se puede incendiar dos veces en el mismo lugar en menos de tres meses. No se trata ni de magia ni de brujería”, manifestaron desde CRA.
En otra parte del documento se planteó la preocupación de los dirigentes y productores sobre muchos casos de incendios por “descuidos accidentales” que producen cuantiosos perjuicios económicos y ambientales, daños de los que nadie se hace cargo. “Desaprensión, desidia, falta de educación o simple ignorancia. A nadie se le ocurriría arrojar un cigarrillo encendido entre las sábanas del lecho conyugal o dentro de un tanque de combustible. Pero parece que sí en la banquina sucia y descuidada de una ruta, desde la ventanilla de un vehículo, junto a un campo. A ninguno parecen importarle los daños que puedan sufrir los productores de alimentos”, dijeron.
Frente a dicha problemática, los integrantes de la Confederación reconocieron la labor de los bomberos voluntarios, “cientos de héroes anónimos y desinteresados que ponen en riesgo su vida por amor a su vocación de servicio a la comunidad. La inmensa mayoría de servidores públicos que congestionan despachos y oficinas de todos los niveles de gobierno deberían imitarlos”, resaltó el documento de la entidad.
Por último, la entidad que preside Jorge Chemes, reclamó que los sectores públicos y privados “deberán sentarse a discutir en serio un modelo de país sustentable e inclusivo, sin espacio para corruptos ni oportunistas. Se pregonan el aumento de las exportaciones y la generación de nuevos puestos de trabajo, música para los oídos distraídos de circunstanciales destinatarios de vacíos discursos tribuneros, pero nada se dice sobre cómo proteger al productor primario, eslabón fundamental sobre el que se nutre todo el resto de la cadena agroindustrial”.
El comunicado completo:
Angustia, frustración, pesar, rabia, impotencia. Sólo algunas de las sensaciones que se experimentan frente a la injusticia.
Un rayo no cae nunca dos veces en el mismo lugar, canta un artista. Las brujas no existen, pero que las hay...las hay, pregonan los más sugestionables. Las casualidades tampoco existen. Sin embargo, llamativamente, un campo parece que se puede incendiar dos veces en el mismo lugar en menos de tres meses. No se trata ni de magia ni de brujería.
Desaprensión, desidia, falta de educación o simple ignorancia. A nadie se le ocurriría arrojar un cigarrillo encendido entre las sábanas del lecho conyugal o dentro de un tanque de combustible. Pero parece que sí en la banquina sucia y descuidada de una ruta, desde la ventanilla de un vehículo, junto a un campo. A ninguno parecen importarle los daños que puedan sufrir los productores de alimentos. El Gobierno Nacional no hace nada por reivindicar el valor que la actividad productiva agropecuaria tiene para el país y la sociedad en su conjunto. Sólo le interesa asfixiarla y exprimirla fiscalmente para hacerse de recursos genuinos que el Estado es incapaz de generar, pero eficaz y certero a la hora de su despilfarro sistemático y grosero.
A los repetidos ataques a silobolsas y los incendios intencionales que vienen padeciendo los productores agropecuarios en la Argentina se le deben sumar los "descuidos accidentales" que producen cuantiosos perjuicios económicos y ambientales, daños de los que nadie se hace cargo.
Mención y reconocimiento aparte merecen los bomberos voluntarios, cientos de héroes anónimos y desinteresados que ponen en riesgo su vida por amor a su vocación de servicio a la comunidad. La inmensa mayoría de servidores públicos que congestionan despachos y oficinas de todos los niveles de gobierno deberían imitarlos.
Mientras tanto, los proyectos legislativos para condenar los hechos de vandalismo agropecuario continúan demorados, a la espera de resolución de una agenda que parece sólo abocada a resolver las urgencias de una reforma judicial planteada a la medida del poder de turno. Extraña confusión de roles: ciudadanos soberanos devenidos en súbditos de un poder vicepresidencialista caprichosamente autoritario que ha encontrado en la crisis sanitaria el pretexto perfecto para avanzar despiadadamente sobre libertades individuales y arremeter contra las instituciones republicanas en un desesperado intento por garantizar su impunidad. Todas las demás verdaderas urgencias, pobreza, inseguridad, crisis económica, inflación, déficit fiscal y un largo etcétera deben esperar. Las causas judiciales apremian y la búsqueda de impunidad aparece como impostergable.
Se pregonan el aumento de las exportaciones y la generación de nuevos puestos de trabajo, música para los oídos distraídos de circunstanciales destinatarios de vacíos discursos tribuneros, pero nada se dice sobre cómo proteger al productor primario, eslabón fundamental sobre el que se nutre todo el resto de la cadena agroindustrial.
Más temprano que tarde, todos los sectores, públicos y privados, deberán sentarse a discutir en serio un modelo de país sustentable e inclusivo, sin espacio para corruptos ni oportunistas.
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