Una economía que no crece y la ausencia de un plan económico integral orientado a revertir la larga historia de decadencia, es el escenario que encontró la irrupción del COVID-19, y la decisión de la “cuarentena eterna”, porque empezó el 20 de marzo y a más de 155 días aún no tienen fecha de finalización, fueron determinantes para asestarle un fuerte golpe a los salarios y jubilaciones.
La inestabilidad cambiaria y convivencia con altas tasas de inflación obligan a los economistas a convertir cualquier variable nominal en pesos al dólar que se puede obtener en el mercado, libre de cepos y restricciones, para poder tener una idea aproximada de la calidad de vida que pueden alcanzar los residentes en la Argentina en comparación con otros países, en particular los del vecindario.
El momento parece oportuno porque en pocos días más comenzarán a liquidarse los nuevos haberes de los jubilados y pensionados, de acuerdo con el criterio de ajuste trimestral que establecía la Ley de Movilidad Jubilatoria, suspendida por el Gobierno para contener la expansión del gasto previsional en unos $72.000 millones en el corriente año, según estimó un estudio del Iaraf.
“El deterioro no es exclusivo de esta gestión. Como se observa en el gráfico (abajo), para diciembre de 2011 los jubilados ganaban el equivalente al 60% de la canasta básica de sus consumos; 50% en diciembre de 2015 y 37% en diciembre del 2019. Por su parte, la última actualización indica que solo se cubre el 35% de la canasta básica de los adultos mayores”, precisa un informe de la Fundación Libertad y Progreso, luego de contemplar el aumento generalizado de 7,5% dispuesto por el Poder Ejecutivo Nacional a partir del 1 de septiembre, y garantizar un haber mínimo bruto mensual de $18.130, equivalente a USD 131 al cambio libre al cierre de la semana.
No sólo se trata del menor valor y la menor cobertura de los últimos 15 años, sino que se encuentra entre los peores de la serie de los últimos 30 años. Sólo cayeron más abruptamente en la crisis de 2002 a poco más de USD 40, y demoraron 4 años para recuperar el punto de partida de USD 150 que regía en los tiempos de la convertibilidad fija entre 1 peso y 1 dólar.
Después de notables altibajos, propios del ciclo de la actividad económica el haber mínimo de las jubilaciones alcanza su punto máximo con poco más de USS 400 en septiembre de 2017, pero el regreso de la recesión desde noviembre de ese año lo vuelve a derrumbar a USD 182 en noviembre de 2019, previa a la asunción a la presidencia de Alberto Fernández, y se sostiene en ese rango hasta febrero, pre pandemia del COVID-19.
Luego, las medidas preventivas, con el decreto del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio desde el 20 de marzo, comienza el debilitamiento de la actividad económica, se derrumba a recaudación y una vez más una de las variables de ajuste son las jubilaciones, con aumentos por decreto inferiores a los que determinaba la legislación vigente, al punto que antes de efectivizar desde el 1 de septiembre el aumento de 7,5% las ubicará, al tipo de cambio libre del último viernes, en el equivalente a USD 131 para casi 2 de cada 3 jubilados y pensionados.
Mientras que casi 1 de cada 4 (23,5% del total de 6,9 millones de beneficiarios) pasará a percibir entre USD 160 y USD 270; y apenas 12,5% restante cobrará más del equivalente a 300 dólares.
El ingreso real de los trabajadores también se desplomó
La pérdida de capacidad de compra de los ingresos no es una característica exclusiva de los jubilados y pensionados, sino también por parte de los trabajadores, en particular cuando se compara el promedio del asalariado registrado por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) de unos $60.000 desde junio, con el tipo de cambio libre de $138 por dólar, porque arroja un equivalente de USD 440, cuando antes de la cuarentena y en un escenario de menor incertidumbre cambiaria esa relación arrojaba USD 718, un 5% superior a la heredada el 10 de diciembre último.
El salario promedio registrado cayó al equivalente de USD 440, cuando pre cuarentena, y en un escenario de menor incertidumbre cambiaria esa relación arrojaba USD 718, un 5% superior a la heredada el 10 de diciembre último
Como en el caso de las jubilaciones, y como lo refleja el gráfico, el nuevo rango no sólo retrocedió a los valores de 15 años atrás, sino que es apenas la tercera parte del pico que había anotado en 2017, y se vuelve a ubicar entre los más bajos de la región, principalmente por el estancamiento secular de la economía, y la ausencia de un plan económico integral que permita recuperar la senda de crecimiento, como hicieron varias naciones vecinas.
La baja real es aún más notable en el caso del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM), como consecuencia de que la última actualización es de octubre de 2019, a $16.875, como lo había determinado el Consejo del Salario, el Empleo y la Productividad, cuando equivalía a USD 260 y ahora está en unos 122 dólares.
En enero de 2020, como muestra el siguiente gráfico, el salario mínimo medido en dólares en la Argentina estaba más o menos a mitad de tabla en el vecindario latinoamericano, con 282,5 dólares medido al tipo de cambio oficial, como lo midió Statista, un analista y proveedor mundial de estadísticas y comparaciones, pero descendía por debajo de Brasil y sólo por encima de México y Venezuela si se tomaba el dólar blue. Como el SMVM no se mueve hace un año y el blue siguió subiendo, ahora el valor sólo supera al que entonces tenía Venezuela.
No sólo en el equivalente en dólares perdieron poder adquisitivo los salarios. “En términos de metros cuadrados a construir, un salario mensual hoy equivale a 1,44 m2, el nivel más bajo de los último 13 años, con deterioro continuo en los últimos 5 periodos. Asimismo, con un sueldo promedio se pueden adquirir 167 kilos de carne vacuna, el poder de compra más bajo en 20 años después del piso de 162 kilos en 2010″, destacan los economistas Marcelo Capello y Laura Caullo de Ieral Fundación Mediterránea.
Brasil, Uruguay y Chile
El cotejo de ingresos entre países tiene sus complejidades, por los tipos de cambio, niveles de inflación, precios relativos y canastas de consumo en cada país, sin siquiera considerar el “salario no monetario” a través de la provisión de bienes públicos, que históricamente fue un fuerte argentino.
Sin embargo, es posible hacer algunas comparaciones.
En Brasil, por ejemplo, una elaboración de Tomás Pejkovich Balbiani, de la consultora Abeceb, en base a estadísticas oficiales, precisa que el salario privado en reales subió entre enero y junio de este año, un 5,6%, contra una inflación para ese período del 1%. A su vez, medido en dólares, y a raíz de la fuerte devaluación del real, el mismo salario sufrió una baja de 490 dólares en enero a 397 en junio, un retroceso de nada menos que 19% y que completó ese mes un cuarto mes de retroceso consecutivo.
Casi 1 de cada 4 jubilados (23,5% del total de 6,9 millones de beneficiarios) pasará a percibir entre USD 160 y USD 270; y apenas 12,5% restante cobrará más del equivalente a 300 dólares
En Uruguay, en tanto, la serie del “Nivel Gral de Salarios y Compensaciones del Sector Público” publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas de Uruguay, que consultó la investigadora Nuria Susmel, de la Fundación FIEL, precisa que, en términos reales (esto es, descontada la inflación), la serie con base 100 en 2016 marcaba un valor de 142,13 en enero, antes de la pandemia, y de 136,63 en junio, último valor publicado. Esto es, el salario medio real en Uruguay perdió en la primera mitad de 2020 un 3,9%, medida que luce tolerable en un contexto de crisis internacional y regional y más aún teniendo en cuenta el aumento real de 42% en los cuatro años previos.
En el caso de Chile, la información oficial precisa que -también tomando el año 2016 como “base 100″- en enero el “Índice de Remuneraciones” reales era de 118,85 en enero y de 118,35 en mayo, último mes publicado. Esto es, una pérdida de 0,4%. A su vez, el “Indice del Costo de la Mano de Obra” (aquel que debe afrontar el empleador) pasó de 118,59 en enero a 118,09 en mayo, un retroceso de igual magnitud.
En definitiva, la estabilidad vale.
Comparación con 2002
En un país dolarizado como la Argentina, una comparación inmediata es la evolución de los ingresos en dólares. Al respecto, ayer, en un tuit, el economista Esteban Domecq, de la consultora Invecq, desafió a sus seguidores a un simple ejercicio: buscar su recibo de sueldo de 2018, calcularlo en dólares (a $ 18), compararlo con el último recibo de 2020 y calcularlo al dólar oficial ($ 77) y al blue (que tomó a $ 136). Domecq comparó así la caída del salario promedio en dólares en lo que va de 2020 con la ocurrida en 2002, tras el estallido de la convertibilidad. Aquella vez, precisó, la caída fue del 75%. Ahora, al dólar oficial es del 40% y al dólar “blue” de 70%, muy cerca del pozo de la post-convertibilidad.
Salarios, informalidad y sistema jubilatorio
Los salarios, junto al nivel de formalidad y la tasa de actividad de la economía, son clave para avizorar la sostenibilidad del sistema previsional, pues de la cantidad y cuantía de sus contribuciones depende la capacidad del sistema de solventar, sin auxilio del Tesoro o dosis crecientes de emisión monetaria, la cantidad y el nivel de actuales y futuras jubilaciones. Al respecto, Laura Caullo, economista de la Fundación Mediterránea, comparó la cantidad de trabajadores privados en blanco de la Argentina, Chile y Australia respecto de su población total. Las diferencias (ver mapa) son abismales, mientras en la Argentina esa relación es de sólo el 14% (7,4 millones sobre 45 millones de habitantes), en Chile es del 38% y en Australia del 56%. En definitiva, el nivel de empleo, de formalidad y de salarios del presente limita cada vez más lo que el sistema jubilatorio es capaz (o incapaz) de dar.
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