Hace más de cien años que el Café San Bernardo se encuentra enclavado en el corazón de Villa Crespo y es el principal lugar de encuentro, no sólo de quienes viven en el barrio, sino también, de muchos turistas que llegan para descubrir la mística de los antiguos cafés porteños. Ubicado sobre Avenida Corrientes al 5400, el “Sanber” -como se lo conoce en la jerga porteña- nació a principios del siglo XX y le debe su nombre a la “Parroquia San Bernardo”, ubicada en Gurruchaga 171 y conocida como la iglesia del “Cristo de las Manos Rotas”
En una entrevista con Infobae, Laura Ávila, quien junto a su marido Carlos Fernández, son propietarios del Café San Bernardo, contaron las peripecias económicas y financieras que vienen transitando desde el inicio de la cuarentena para poder sobrevivir y preservar, no solo la fuente de trabajo de los 22 empleados que allí se desempeñan, sino también, un capítulo importante de la historia cultural de Buenos Aires.
Por sus mesas desfilaron hombres y mujeres ilustres, como Carlos Gardel, Celedonio Flores, Leopoldo Marechal, Osvaldo Miranda, Juan Gelman y hasta Paquita Bernardo, “La Flor de Villa Crespo”, primera bandoneonista profesional argentina, y en cuya orquesta tocaba el maestro Osvaldo Pugliese, quien estudiaba piano en el barrio y debutó públicamente en el “Sanber”. Además, fue una de las salas de billares más importantes, en las cuales se lucieron nada menos que los famosos hermanos Navarro y por las que en la actualidad -hasta que empezó la cuarentena- profesionales y aficionados disfrutaron de largas horas de ese y de muchos otros juegos de mesa.
En 2012, fue reconocido por la Legislatura de Buenos Aires como Sitio de Interés Cultural. Dos años después, fue nombrado Bar Notable de Buenos Aires. Pero la llegada de la pandemia de COVID-19 cambió todo y, desde entonces, el “Sanber” lucha para sobrevivir en medio de la cuarentena.
-¿Cómo está viviendo esta crisis, siendo una de las propietarias de este importante sitio cultural e histórico?
El café San Bernardo es un sitio emblemático de Villa Crespo, que desde siempre ha sido el punto de encuentro de la gente del barrio. Cuando las fábricas se implantaron aquí, fue el lugar de reunión de todas las colectividades que poblaron la zona. Muchas personalidades de la cultura pasaron por aquí, desde Osvaldo Pugliese, Paquita Bernardo, Carlos Gardel, Celedonio Flores -un poeta que le dedicó unos versos a este bar y que fueron publicados en un libro- hasta gente que estuvo relacionada con el mundo de los billares y campeones importantes, como los hermanos Navarro.
El Café transitó muchísimas crisis, algunas que nosotros ni siquiera conocemos, pero sin embargo siempre estuvo en pie y siguió adelante. Al margen de la crisis sanitaria, hoy tenemos una imposibilidad de poder trabajar.
El Café siempre fue un lugar de encuentro y hoy nosotros tenemos que salir a buscar al cliente. Primero, empezamos con el delivery, después con el take-away... pero ni de casualidad lo que facturamos se asoma a un número que permita salir adelante. La situación es crítica y muy compleja.
¿Cuánto tiempo más pueden resistir así?
Ya no podemos aguantar más: tanto económica como financieramente, estamos quebrados. Sacamos préstamos, pero esa plata ya no existe más. Hemos gestionado un subsidio, al comienzo del mes de mayo, que nunca salió. Estamos poniendo plata de nuestro bolsillo.
Uno sigue porque siente una responsabilidad enorme y cargamos con la responsabilidad de lo que significa este Café. tanto para nosotros como para la sociedad. Sabemos que, si podemos trabajar, no vamos a tener la concurrencia de antes, pero la gente nos va a elegir y va a querer venir. El tema es que estamos en una nebulosa, porque no hay nada en concreto.
Tenemos un mix de gastronomía y juegos. Tampoco, nos queda claro cuál va a ser la situación. Armamos un protocolo para los juegos, previendo- por ejemplo- que la mesa de pool sea solo para dos personas y no para más jugadores. Lo mismo con una mesa de ping pong, pero no hay ninguna certeza que podamos abrir a corto plazo. El panorama no es alentador para nadie.
-¿Le da miedo tener que cerrar, cuando otros bares emblemáticos tuvieron que hacerlo?
No se me pasa por la cabeza cerrar. Siempre fui muy positiva, así que no se me pasa por la cabeza. Esta no es la primera crisis que pasó el Café y, detrás suyo, hay una familia que lo viene llevando adelante hace 60 años. No concibo la idea de cerrar: día a día, vamos haciendo algo para seguir hacia adelante.
Tenemos muchísimas dificultades y quizás soy muy positiva, pero internamente tengo un apego en lo emotivo y en la responsabilidad que significa estar detrás de un Bar Notable. Tenemos días difíciles, pero detrás hay una familia formada por mi marido, nuestros dos hijos y yo: cuando cae uno, el otro lo sostiene.
-¿Qué le diría al presidente, Alberto Fernández, sobre la difícil situación que transitan?
Le diría la importancia que tiene poder trabajar y depositar la confianza en los demás. Después de tantos meses, la gente ya sabe lo que está bien y lo que está mal. Por eso, necesitamos que se nos permita trabajar. La Argentina se armó con gente de laburo y nosotros somos gente de trabajo.
Necesitamos que se empiecen a cumplir con las cosas que venimos charlando, como el subsidio que nos prometieron y que gestionamos a comienzos de mayo. Hay una creencia colectiva que en la gastronomía uno se llena las arcas de dinero: la realidad es que no, es una actividad muy demandante y desgastante, que también se hace con mucho amor. Que nos permitan trabajar, eso es lo más importante. Agradecemos la colaboración, pero somos gente de trabajo: queremos trabajar.
-¿Cómo hacen para pagar los salarios de los 22 empleados y en qué porcentaje disminuyó la facturación del local?
Entre el delivery y el take-away, solo facturamos el 10%. Tenemos la colaboración del ATP, pero no hemos podido pagarle al personal la parte que corresponde. Todos saben que nuestra intención es abonarles. Pero necesitamos trabajar, para poder generar ingresos y poder pagar. Ya no sabemos cómo hacer y todos los días tenemos la esperanza de que falte un día menos.
Tenemos 22 empleados y un grupo que no está trabajando, que es el del turno noche. El resto están haciendo reparaciones dentro del local, porque como es de 1895, hay que hacerle un mantenimiento constante. Por eso, cuando uno habla de gastos también hay que tener en cuenta los de mantenimiento. Tenemos un montón de gastos fijos y el mantenimiento es uno de ellos, porque cuidamos a este edificio muchísimo, aunque sea tan viejo.
Los Bares Notables fuimos elegidos por una serie de diferencias con el resto, y quizás prima más lo cultural que lo económico. Podremos pasar épocas mejores o peores, pero la base no pasa por llenarse de dinero, sino por lo cultural. Somos un referente de cultura y, desde ese lugar, pedimos una colaboración o una ayuda: somos la cara visible de la cultura.
El impedimento de no poder trabajar, durante tantos meses consecutivos, es una locura en cualquier parte del mundo. Recién, hablé con una persona que vive en Italia y están trabajando. Caminan sin barbijo, con la distancia que corresponde, pero en el momento que tienen que estar cerca, se cuidan. A esta altura, todos sabemos cuidarnos porque hay demasiada información en los medios.
-¿Cómo imagina el mes de diciembre?
Me lo imagino pagando deudas. Voy a hacer una lista y voy a ver qué tiempo necesito para ponernos al día. Respecto a las fiestas, espero que se nos permita poder celebrarlas con la familia. Nos estamos perdiendo el contacto, no solo físico, sino afectivo: poder compartir la vida con nuestros seres queridos. El argentino es familiero y le encanta estar en contacto con la gente.
Nosotros disfrutamos del encuentro y una videollamada no lo suple. La estamos pasando mal en lo económico y en lo moral, porque no estamos acostumbrados a la soledad. Necesitamos la posibilidad de poder reencontrarnos.
Aquí, los versos de Celedonio Flores dedicados al Café San Bernardo:
“...¿Dónde iría a parar el San Bernardo
palestra de los cracks de la baraja
que se juegan un feca a una de quince
y discuten por toda una semana?...
Que le tiemble la mano y se le caiga…
al que firme el decreto de tu arrase.”