Por segundo mes consecutivo, y en línea con las expectativas de las consultoras privadas, el Indec volvió a registrar en junio una parcial recuperación de la actividad agregada, con un aumento de 7,4% respecto del bajo nivel de mayo, pero manteniendo por cuarto mes consecutivo contracción interanual a ritmo de dos dígitos porcentuales (12,3%), y acumulado 31 meses en recesión desde el último pico observado en noviembre de 2017, al promediar el gobierno de Cambiemos.
Sobre 15 grandes ramas de actividad, el organismo oficial de estadística detectó en junio 9 con índices superiores a los de mayo, sin ajuste por estacionalidad, fueron los casos del conjunto de la industria manufacturera, la producción de servicios de electricidad, gas y agua, construcción, comercio y talleres de reparación de automotores, hoteles y restaurantes, sistema financiero y seguros, inmobiliarias y servicios de mensajería, servicios sociales y de salud, y los servicios personales; 3 que virtualmente mantuvieron el nivel previo: administración pública, enseñanza, y la industria minera y de extracción de petróleo y gas; mientras que bajaron las 3 restantes: agro, pesca y transporte y comunicaciones.
Sobre 15 grandes ramas de actividad, el Indec detectó en junio 9 con índices superiores a los de mayo, 3 virtualmente estancado y otros 3 con bajas
Pero cabe notar que se trata de datos extremadamente preliminares, más allá que está explicitado en el nombre del indicador: Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), porque por efecto de las severas limitaciones que desde el 20 de marzo impuso el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, el Indec no pudo mantener el sistema tradicional de relevamiento de datos, decidió aplicar las “recomendaciones internacionales, producto del intercambio con otros institutos de estadística y los organismos multilaterales expertos en la materia (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Fondo Monetario Internacional, Eurostat, entre otros)”, aclara en un apartado metodológico del informe.
Sobre esa base, en diversos sectores optó por estimar el nivel de actividad a partir de los datos de puestos de trabajo registrados por el Sistema Integrado Previsional Argentino, “a los cuales se le aplican diversos ajustes para transformarlos en puestos de trabajo a tiempo completo y, a su vez, adecuados a la cantidad de días laborables en que cada actividad estuvo operativa”, agrega el comunicado del EMAE. “Los principales sectores de actividad donde se utiliza parcialmente esta información son: explotación de minas y canteras, construcción, restaurantes, actividades empresariales y de alquiler, servicios de salud privada, enseñanza privada, servicios a las empresas y algunas actividades de servicios comunitarios, sociales y personales”, especificó el Indec. Se trata de un conjunto de sectores que en 2019 representaron poco más del 27% del PBI de la economía.
Un largo camino por recorrer
De ahí que más allá de la precariedad de las estadísticas, y de la mejora generalizada de los indicadores de actividad, el EMAE volvió a mostrar en junio un comportamiento singularmente heterogéneo, propio de un escenario nuevo donde las restricciones que prevalecen para el uso de los medios públicos de pasajeros por parte de los trabajadores que se desempeñan en actividades consideradas “no esenciales”, tanto en comparación con un mes estacionalmente bajo como es febrero, como respecto de un año antes, predominan las variaciones negativas a tasas de dos dígitos porcentuales.
Un fenómeno similar acusó la serie de empresas registradas por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que en junio cumplieron con el pago de los aportes y contribuciones del personal asalariado, disminuyó en 15.657 respecto del nivel de febrero, pre cuarentena. Las bajas más marcadas correspondieron a las ramas del comercio y reparaciones, hoteles y restaurantes, transporte y logística, construcción y servicios profesionales,
La brusca desaceleración de la tasa de recuperación intermensual que registró el Indec anticipa que el regreso a los valores pre cuarentena no será inmediata, independientemente de que en las próximas semanas de que se pueda flexibilizar más el aislamiento preventivo y habilitar plenamente el uso de los servicios públicos, según se desprende no sólo de la mínima reactivación que registró la industria en julio, como mostró el IPI de FIEL, sino también del resultado que arrojaron de las expectativas de los empresarios para el trimestre que sondearon tanto el Indec como el Ministerio de Trabajo.
La brusca desaceleración de la tasa de recuperación intermensual que registró el Indec anticipa que el regreso a los valores pre cuarentena no será inmediata, independientemente de que en las próximas semanas de que se pueda flexibilizar más el aislamiento preventivo y habilitar plenamente el uso de los servicios públicos
De todas formas, dos meses consecutivos con aumento de más de 1% de la actividad agregada respecto del período inmediato anterior es un fenómeno que no se observaba desde mayo de 2010, y para consolidarlo, aseguran los economistas de las consultoras privadas se requerirá mucho más que flexibilizar la cuarentena, dada la generalizada pérdida de riqueza que provocó esta crisis; el aumento del endeudamiento de las familias y la ausencia de un plan integral que se constituya en una hoja de ruta que permita reducir el grado de alta incertidumbre que se manifiesta en la ampliación de la brecha cambiaria y sostenida caída de las reservas de divisas en el Banco Central.
Más aún cuando el escenario internacional para la Argentina, pese a la persistencia de muy bajas tasas de interés, no se presenta favorable, porque los capitales tienden a ir a buscar refugio en economías que comienzan a dejar atrás los efectos negativos de la pandemia del COVID-19, como es el caso de las asiáticas, lideradas por China y Taiwán, entre otras.
Y los voceros del Fondo Monetario comenzaron a mirar al país con otro prisma, de cara a las negociaciones que se avecinan para reprogramar los vencimientos del crédito stand-by que tomó el gobierno de Mauricio Macri en 2018, muy concentrados en 2021 y 2022, porque anticipa que volverán a recomendar sus recetas de “encuadramiento fiscal y monetario”, además de las siempre demoradas reformas estructurales.
A la tasa histórica de 0,2% de aumento anual del PBI, volver al nivel de 2017 llevará un siglo; mientras que el tiempo se acortaría a 12 años si se cumpliera el objetivo de Martín Guzmán de crecer a un ritmo de 1,7% anual acumulativo y casi 7 años, al ritmo de 3% que estimaba en el canje de 2005 el ex ministro Roberto Lavagna
Un ejercicio muy simple de estimar cuántos años se requerirán para volver al punto de partida del PBI por habitante en noviembre de 2017, cuando finalizó el anterior miniciclo de reactivación económica arroja que a la tasa real histórica de los pasados 50 años de apenas 0,2% anual acumulativo real llevarán poco más de un siglo. El tiempo se acorta a unos 12 años, si la actividad siguiera el sendero que anticipó el ministro Martín Guzmán a los bonistas en su hoja de ruta de largo plazo, aunque no definió cómo lo lograría. Y se reduciría a casi 7% si se alcanzara un crecimiento ininterrumpido del 3% anual constante, como se había propuesto el ministro Lavagna en 2005, con el primer canje de deuda de la crisis de 2001, pero no se logró.
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