Como en 2018, pero con las tasas de interés internacionales por el piso y sin sequía, el país enfrenta otra vez un contexto internacional adverso, que atenta contra la estabilización de sus variables financieras a pesar del reciente acuerdo por la deuda. La fuga de capitales de la región, que privilegian el mercado asiático donde las secuelas económicas del coronavirus empiezan a superarse, presiona sobre las monedas de los países, afectando principalmente a Brasil y dificultando aún más la normalización financiera en la Argentina.
Analistas del mercado prevén que el fenómeno será pasajero y que hacia fin de año empezaría a soplar viento a favor. Sin embargo, apenas meses pueden resultar una eternidad para el decreciente nivel de reservas del Banco Central. Por lo pronto, la profunda incertidumbre sobre cómo la economía argentina procesará la enorme emisión monetaria con la que se financió el salto del gasto público en plena pandemia de coronavirus y cuál será el derrotero de su eventual reducción, se combina con la salida de los inversores de América latina, la región actualmente más impactada por el virus.
“Los buenos momentos globales apenas si se sienten, en tanto que los malos golpean de lleno. El contexto sigue siendo la clave para determinar la evolución de la macroeconomía argentina”, afirma el último informe de la consultora Delphos Investment, que agrega: “América latina continúa viendo un flujo de salida de inversores especuladores, a lo mejor, aguardando señales de mejoría respecto al duro panorama Covid observado a lo largo del continente. Y, en este sentido, Argentina no es la excepción”.
Contra las aspiraciones de países como la Argentina, a la hora de buscar rendimientos en mercados emergentes los inversores orientan el flujo de capital a los países asiáticos, donde ya se registran datos contundentes de reactivación.
Así, las consecuencias de la pandemia sumadas a las dudas sobre la fortaleza y características que tendría la recuperación en las economías de la región, impiden a los países latinoamericanos capturar los beneficios del alto nivel de liquidez mundial. Por el contrario, a la hora de buscar rendimientos en mercados emergentes, los inversores orientan el flujo de capital a los países asiáticos, donde ya se registran datos contundentes de reactivación.
En el caso de la Argentina, la salida de capitales que tiene desde hace meses epicentro en Brasil -donde se registra una salida superior a los USD 30.000 millones en el primer semestre-, inhibe la posibilidad de capitalizar el efecto estabilizador que el Gobierno le adjudica al cierre de la reestructuración de la deuda. Y neutraliza, también, la buena noticia que implica la suba del precio de las commodities, principalmente de la soja cuyo valor volvió a la zona de los USD 300 por tonelada.
Si bien el ministro de Economía, Martín Guzmán, insiste en que una vez concluido operativamente el canje en las dos semanas, se producirá un ingreso de dólares que aportará calma al mercado, lo cierto que es los operadores consideran que el efecto está descontado y que, ahora, el foco está en los grandes interrogantes que plantea hacia adelante la política económica para salir de la crisis y también en el determinante contexto regional. “Por alguna razón, los capitales están saliendo de América latina, sobre todo muy fuerte de Brasil, y eso juega en contra a la Argentina en el corto plazo. El real caía ayer a 5,62 pero revirtió y cerró a 5,55. Con que dejen de salir los inversores extranjeros, a Brasil no lo para nadie y puede empujar a toda la región, activos argentinos incluídos”, sostuvo el economista Santiago López Alfaro. Cuando eso ocurra, la economía podría beneficiarse de un renovado viento de cola.
La presión cambiaria se explica en gran medida por las dificultades para acomodar el shock de la pandemia, partiendo de condiciones desfavorables y la incertidumbre asociada a la forma en que adoptará la política económica en el futuro.
Esto, siempre y cuando el Gobierno logre despejar las dudas que pesan sobre su plan económico. “La presión cambiaria se explica en gran medida por las dificultades para acomodar el shock de la pandemia, partiendo de condiciones desfavorables y la incertidumbre asociada a la forma en que adoptará la política económica en el futuro. Esto incluye el modo en el que se afrontarán los desafíos fiscales y cambiarios, cuáles serán los marcos para las finanzas públicas y la política monetaria y en qué medida podrán brindar consistencia macroeconómica”, sostuvo Martín Castellano, jefe de Research para América latina de International Institute of Finance, entidad que en su último informe de agosto remarcó la necesidad de un “ajuste fiscal sustancial”. Dice el reporte del IIF: “Ni un gran déficit ni un amplio financiamiento monetario son parte de un marco de política viable. Dado que las opciones de endeudamiento del mercado doméstico e internacional serán limitadas el próximo año, un escenario sin monetización y sin FMI para el financiamiento del déficit implicaría un ajuste fiscal sustancial”.
Seguí leyendo: