Por qué el acuerdo por la deuda no alcanzó para calmar la presión cambiaria

El foco del mercado se corrió desde el fantasma del default hacia el de la emisión monetaria y ahora espera señales de un plan fiscal que modere las expectativas de devaluación

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El ministro de Economía, Martín
El ministro de Economía, Martín Guzmán (Foto: Maximiliano Luna),

No sólo el Gobierno falló en su vaticinio. También erró el amplio consenso de economistas y analistas del mercado que pronosticó una inmediata mejora de la brecha cambiaria tras el acuerdo con los acreedores extranjeros de la deuda. Hoy revisan el diagnóstico y dudan de que una vez concretado el canje, el alivio sea suficiente para aportar pax cambiaria. De hecho, ahora tienen las mismas inquietudes que hicieron explícitas las autoridades del Banco Central, desde donde se promovió el cierre total del grifo para la compra de dólar ahorro hasta tanto se logre diseñar políticas que permitan recomponer el nivel de reservas.

Desde el Ministerio de Economía, sin embargo, Martín Guzmán sostiene la idea de que aun cuando el anuncio del acuerdo por la deuda -que fue ratificado ayer por los acreedores tras la presentación oficial ante la SEC, el organismo regulador del mercado de capitales de Estados Unidos- no haya logrado modificar las expectativas, los efectos prácticos de la operación sí contribuirán a una mayor calma.

La contracara de ese postulado es que la presión cambiaria sólo cederá cuando se perciban señales concretas de que el Estado tendrá fuentes alternativas de financiamiento que reemplacen la emisión monetaria.

Lo concreto es que, tras una reacción inicial positiva al entendimiento con los bonistas, con una caída del dólar paralelo y financiero de 6%, las cotizaciones alternativas al oficial recobraron impulso, y ahora el argumento de Guzmán ya no resulta tan convincente.

Martín Guzmán sostiene la idea de que aun cuando el anuncio del acuerdo por la deuda no haya logrado modificar las expectativas, los efectos prácticos de la operación sí contribuirán a una mayor calma.

En principio, porque la operación no implica la llegada de fondos frescos, con lo cual no incrementa per se la oferta de dólares. En segundo lugar, porque el anuncio eliminó el fantasma del default pero, sin precisiones sobre el resto del plan económico, dejó expuestas las limitaciones para el cambio de expectativas, que ahora se depositan en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Mientras esa discusión aún no ocurre, las reservas del Banco Central gotean a una velocidad cada vez mayor y se prevé que en agosto se disparará la salida de dólar por la compra mensual de USD 200, que rozaría los USD 1.000 millones.

“El acuerdo con los acreedores no tuvo impacto porque faltan las señales concretas de un marco fiscal que asegure la sustentabilidad de la deuda, lo que no es para nada menor dado el elevado déficit fiscal de este año”, aseguró el economista Martín Polo, de la consultora Empiria. A diferencia de lo que sostiene Guzmán, para el analista de firma fundada por el ex ministro Hernán Lacunza, tampoco a partir del 28 de agosto o 4 de septiembre, cuando quede sellada la operación, habrá un impacto directo. “Mientras la principal fuente de financiamiento sea el Banco Central, con consecuencias sobre la inflación futura, no va a haber cambios. Se necesitan señales más contundentes de que habrá un marco más consistente para aprovechar las ventajas del canje”, explicó Polo.

El anuncio eliminó el fantasma del default pero, sin precisiones sobre el resto del plan económico, dejó expuestas las limitaciones para el cambio de expectativas, que ahora se depositan en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Aunque desde el equipo de Guzmán destacan “las operaciones de pasivos” por venir como la primera variable que contribuirá a normalizar el mercado, el ministro es consciente de la necesidad de señalar cuál será el recorrido fiscal y monetario en el corto plazo.

De ahí que se remarque que en menos de cuatro semanas se enviará al Congreso el proyecto de Presupuesto, de donde surgirían esos indicios fundamentales.

“Tenemos un déficit que en 2020 va a ser de los más altos en los últimos 60 años, en una economía que ya estaba pasada de pesos y con un stock de Leliq creciendo al 100% interanual. Si no hay un plan económico con consistencia que empiece a alinear las cuentas públicas, con un programa financiero y atrás un programa monetario para alinear también las expectativas de cómo se va a ir absorbiendo el excedente de pesos, es muy probable que la presión sobre la brecha siga en aumento y el día de mañana se produzca un evento de disrupción cambiaria”, sostuvo por su parte el consultor Esteban Domecq.

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