Kodak, una de las marcas icónicas del siglo XX, revivió brevemente a fines de julio y principios de agosto, gracias a un préstamo de USD 765 millones anunciado por el gobierno de EEUU para hacer de la empresa de fotografía una empresa farmaceútica dedicada a la producción de componentes químicos críticos en el combate al coronavirus “usando técnicas de manufactura avanzada.
Su acción, que había subido más de 1.000% luego de que se conociera la noticia, se desplomó luego de que la “Development Finance Corporation” (DFC), suerte de agencia de fomento del gobierno norteamericano que había anunciado que le daría el crédito en el marco de la “ley de Producción para la Defensa”, dijo que no habilitaría el desembolso hasta tanto no se conozcan los resultados de una investigación de posibles irregularidades por parte de altos ejecutivos de la empresa. La investigación está a cargo de la SEC, el regulador bursátil de EEUU, y del propio Senado.
Luego de los anuncios iniciales, la acción de la empresa con sede en Rochester, Nueva York, había subido hasta 1.480 %, desde USD 2,10 a USD 33,20, pero cuando se supo que el préstamo estaba en duda, la acción perdió de inmediato 43%, su cotización debió luego ser suspendido debido a la altísima volatilidad y durante esta semana cotizó a USD 10,42, menos de un tercio de lo que había llegado a valer después del anuncio.
En la Cámara Baja del Congreso, los demócratas cuestionaron que la DFC apoye a “una organización que estuvo a punto de quebrar en 2012 y no tuvo éxito en ninguno de sus previos intentos en el mundo farmaceútico”. Por eso, Jim Clyburn, un congresista demócrata, se mostró “complacido” de que el propio gobierno que había hecho el anuncio decidiera poner en espera y revisión la medida.
“Ahora necesitamos saber por qué le iban a dar dinero de los contribuyentes a una compañía sin experiencia en el mundo farmaceútico, y cómo fue que algunos ejecutivos de Kodak compraron millones de dólares en acciones y opciones al mismo tiempo que negociaban el préstamo en secreto”, dijo Clyburn, a cargo de un Comité sobre la crisis del coronavirus.
El préstamo era el primero de ese tipo, en el marco de la ley de “Producción para la Defensa” y la colaboración del Pentágono para “acelerar la producción de drogas consideradas críticas para el tratamiento de Covid-19”.
La revolución que se perdió
Kodak es un caso paradigmático de empresa que se negó al cambio que podía liderar. “Desarrollamos la primera cámara digital, pero no tuvimos aprobación para venderla por temor a los efectos sobre la venta de rollos fotográficos”, dijo una vez Don Strickland, ex vicepresidente de Kodak.
La empresa dominó el mercado de la fotografía con rollo de película la mayor parte del siglo XX, pero desperdició la chance de liderar la revolución de la fotografía digital. En 1975, Steve Sasson, ingeniero de Kodak e inventor de la primera cámara digital, presentó su creación al comité de gerentes, que lo rechazó. “Muy listo, pero no se lo cuentes a nadie”, le dijeron. Por temor a perder el negocio del rollo fotográfico, perdieron la oportunidad de liderar la revolución digital teniendo en sus manos la primera cámara digital.
En otras palabras, Kodak fue incapaz de identificar y liderar una tecnología disruptiva. Pidió la quiebra en 2012, pero sobrevivió malamente desde entonces y vio una oportunidad de “renacimiento” en la decisión del gobierno de Trump, que podría terminar siendo su “disrupción” final.
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