La incesante compra del dólar “solidario”, que se aceleró en agosto, provocó una luz amarilla entre los economistas por su impacto en la pérdida de las reservas del Banco Central.
De todos modos, fuentes del Banco Central afirmaron a Infobae que no se estudian cambios al cupo de 200 dólares mensuales que puede comprar el público, aunque en la entidad hay preocupación por el tema.
Fuentes de cinco entidades del sistema financiero, nacionales y extranjeras indicaron a Infobae que la venta de divisas se mantiene firme este mes. Cabe destacar que el último informe del Central es del mes de junio.
La mayoría de las compras, aclararon en un banco líder, son en forma digital, dadas las restricciones actuales que hay para circular, pero las cifras son similares o inclusive algo superiores a las de julio.
En otra entidad, nacional indicaron que en la primera semana de este mes hubo un crecimiento de 10 %, tanto en volumen vendido cómo en cantidad de operaciones, respecto a la primera semana de julio.
Al respecto, el gerente de otro banco sostuvo que “antes que disminuir, es más posible que el cepo se agrande, salvo que bajen o el déficit fiscal o la emisión monetaria, algo que parece poco probable”.
“Si esos factores no cambian, o acelerás la devaluación o ponés más controles. Y devaluar sin ancla fiscal no tiene mucho sentido, porque en unos meses vas a tener el mismo problema y con una inflación más alta”, subrayó.
En tanto, el director de la consultora Empiria, Francisco Gismondi, dijo a Infobae que “los datos de esa parte de la dolarización están hasta junio, pero en julio y agosto claramente se siguió acelerando. Ya son unos 800 millones, cuatro millones de personas”.
El ex director del Central en la gestión de Cambiemos indicó que “actualmente hay unos 9,5 mil millones de reservas netas. Obvio que el panorama lo completa el comercio (agro a favor, resto en contra)”.
Gismondi diferenció el concepto de reservas netas y líquidas. “Las netas es lo que mira el FMI y lo que utilizan otros países como definición de reservas. El FMI resta los pasivos en moneda extranjera a menos de un año (swap con China, BIS, encajes)”.
“Para las líquidas algunos restan el oro y los Deg (la moneda del FMI). En las líquidas los encajes son líquidos, se pueden usar y, al revés, lo del BIS inmoviliza algunas reservas por aforos, que habría que restar”, detalló.
Fernando Marengo, socio del estudio Arriazu, dijo que “claramente la evolución de las reservas es la variable crítica en la actual situación económica”.
En la primera semana de agosto el Banco Central, indicó, “perdió USD 477 millones, acumulando una pérdida de 1145 millones desde mediados de junio, luego de unos días de pax cambiaria explicada por la resolución 7030 del Banco Central”, que restringió el acceso de los importadores al mercado cambiario.
“El gran desafío argentino es cómo manejar la fuerte emisión monetaria producto de la contención sanitaria y social motivada por el Covid. La recuperación económica demanda divisas por importaciones, lo que se suma al atesoramiento de los 200 dólares mensuales”, afirmó Marengo.
Sin embargo, “al ser las reservas netas escasas, esta dinámica no es sostenible en el tiempo”.
“La solución deseada sería reducir el déficit y consecuentemente la emisión, lograr fondos para las reservas y financiamiento del déficit, lo que reduciría la desconfianza y el deseo de desprenderse de los pesos”, aclaró.
De lo contrario, si se mantuviera “esta dinámica y sin reservas, la solución es mover el tipo de cambio; sin embargo, esto tiene un impacto directo en inflación y, por ende, en el deterioro de las variables sociales”.
“Como imagino se intentará evitar este escenario, la pregunta es de dónde se conseguirán dólares, los que, si no vienen acompañados de la solución de los problemas de origen no haría más que postergar el problema”, advirtió.
En este sentido, “más controles solo generan más brecha, incentivos negativos para el mercado de cambios y finalmente pérdida de reservas. Es otra pésima solución que solo podría dar un poco de tiempo. La pandemia demostró que ganar tiempo sin un plan no tiene sentido”.
Andrés Borenstein, de Econviews, dijo que “esto es como un rectángulo: los lados son cepo, venta de reservas, tasa y devaluación. Hasta ahora el Gobierno utilizó más que nada los primeros dos. No les quedan muchas reservas y no pueden poner más cepo. Hay que ver cuál de los otros dos lados restantes usan más intensivamente en las próximas semanas y meses. Es decir que, si no quieren devaluar mucho, deberán subir las tasas”. Si las tasas no subieran, la brecha aumentaría, advirtió.
Matías Carugati, economista jefe de Seido, afirmó que “las compras por parte de privados siguen fuertes y ya con el impuesto PAIS sabemos que julio fue un mes caliente”.
“Si las reservas netas empiezan a caer, aunque no sea un ritmo dramático, estimo que habrá nuevas medidas para reducir la dolarización de ahorros”, expresó.
Federico Moll, su par de Ecolatina, dijo que “la sangría es lenta pero significativa y varía de acuerdo a la magnitud de la brecha”.
“Si el Banco Central encuentra en los 200 dólares mensuales el causante de la caída en las reservas es razonable que la pare, pero creo que es como mínimo un análisis incompleto. Si no hubiera un tipo de cambio paralelo en esos niveles no tendríamos una demanda de dólares al oficial tan alta”, expresó.
Y el paralelo no está en esos niveles, indicó, “porque el oficial está muy atrasado como sucedía hasta 2015; está en niveles récord por la incertidumbre asociada a la política fiscal y monetaria”.
“El miedo es el futuro. No se sabe cuál es la estrategia para desandar el camino que la cuarentena obligó a transitar y la gente se adelanta a lo que cree va a ser un desmanejo futuro”, afirmó.
Por esta razón, opinó que el Central “debería estar buscando cuáles son las condiciones necesarias y suficientes para dejarnos comprar todos los dólares que querramos y desarmar el cepo; no en ver cómo hacer para que no podamos comprar ni 200 dólares por mes”.
Por su parte, Gabriel Rubinstein dijo que “están dados todos los incentivos para comprar. La presión va a seguir. Lo ideal sería que no haya cupo, sino con un mercado de dólar comercial por un lado y financiero por el otro, con una brecha del 25 al 30 por ciento. Pero esto implica una devaluación del oficial y un plan económico. Mientras tanto, la brecha seguirá siendo alta. Y si el Banco Central cierra las compras mensuales, ampliará la brecha con el blue, en el marco de un sistema cambiario que funciona realmente mal”.
Todos los caminos parecen complicados. Un ex directivo de la entidad que tuvo que transitar olas similares afirmó que cualquier camino que se adopte tiene riesgos que se pueden reflejar finalmente en el costo de vida. La buena noticia es que los depósitos en dólares no están cayendo en la misma proporción, aunque los préstamos en moneda extranjera no crecen.
En cualquier caso, el economista dijo que, tarde o temprano, el Gobierno deberá adoptar una medida de fondo, porque un cepo para el final de un mandato o de un ciclo político puede aguantar, pero no para una administración política que, pese a todo lo que ocurrió, recién arrancó hace nueve meses en el poder.
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