El Gobierno consiguió despejar los vencimientos de deuda hasta el 2024. Posiblemente ni siquiera tenga que lidiar con el lastre de los fondos buitre, ya que podría conseguir una mayoría calificada de aceptación del canje. Pero no hay respiro. El resultado positivo que consiguió Martín Guzmán luego de muchos meses de negociación no dan margen para ponerse a festejar ni mucho menos. El derrumbe de la economía es demasiado serio y los desafíos por delante lucen demasiado serios.
Los anuncios que realizó el Gobierno esta semana revelan los problemas relacionados con la escasez de recursos. Para poner en marcha la construcción vía Procrear se anunciaron líneas crediticias por un total de $25.000 millones. Al tipo de cambio de contado con liquidación son poco más de 200 millones de dólares. Apenas alcanza para minicréditos para pequeñas refacciones del hogar (como pintar una pared o cambiar un mueble) y financiar la construcción de casas baratas en tierras estatales loteadas.
El Gobierno todavía precisa dedicar la mayor parte del dinero para ayudar a los que peor están pasando la pandemia (vía Ingreso Familiar de Emergencia) o pagar salarios del sector privado (ATP 4). Pero para movilizar la economía, con financiamiento estatal a la vivienda u obra pública, los recursos son prácticamente nulos.
Los recursos que tiene el Estado para volcar en la economía real son muy escasos. Con elevado déficit fiscal, la mayor parte de los fondos sigue destinado a los programas de emergencia social y laboral.
Este año el déficit fiscal primario (antes del pago de deuda) será uno de los más altos de toda la historia. Podría llegar a 8% del PBI. Pero paradójicamente la Argentina es uno de los países que implementó el paquete fiscal menos expansivo del mundo. En términos del PBI, no llega ni a la mitad de dedicado por cualquier país europeo ni la tercera parte de Estados Unidos. También está lejos de lo que ocurrió en casi toda América Latina.
Claro que esta relativa austeridad del Gobierno para enfrentar con pocos recursos los efectos de la pandemia igual genera un descalabro. La mega expansión de pesos es un peligro latente y se trata de un desafío que debe ser encarado con enorme cuidado. La inflación ya está dando señales de alarma. Si bien julio terminaría en alrededor de 2%, a partir de la segunda quincena hubo una fuerte aceleración que dejaría un arrastre más elevado para agosto. Se verifican aumentos en todos los rubros, tanto los que reaccionan más por la suba del dólar como los que están menos influidos por el tipo de cambio.
Que finalmente la inflación se mantenga relativamente controlada dependerá de lo que suceda con el dólar. La famosa “restricción externa” entra una vez más en escena. El Banco Central arrancó vendiendo USD 225 millones en los dos primeros días de agosto. Las compras de USD 200 por parte de pequeños ahorristas sigue impactando en el nivel de reservas. Y por delante vienen los peores meses, porque ya terminó el ingreso fuerte de divisas por la liquidación de la cosecha gruesa.
Entre la demanda de dólar “solidario”, los pagos de deudas financieras del sector privado y pagos de tarjeta por gastos en el exterior, se pierden todas las divisas que entran por superávit comercial.
La “salvación” momentánea para el BCRA es que el movimiento turístico esté totalmente frenado. En medio de un estricto cepo cambiario, los argentinos hubieran aprovechado para viajar al exterior y además pagar con tarjeta. El “dólar turismo” está a $100 cuando en el mercado paralelo cotiza a $135. O sea, viajar al exterior sería una verdadera “ganga” como ocurre cuando se abren las brechas cambiarias.
La escasez de dólares es hoy lo más preocupante tras la renegociación de la deuda. Al Banco Central no le queda nada de los USD 1.500 millones de superávit comercial mensual. Y si se abre el turismo, el impacto sobre las reservas por los viajes al exterior podrían provocar un desastre
¿Tendrá en cuenta este factor el Gobierno para rehabilitar el transporte aerocomercial? El turismo es la gran “industria sin chimenea” de la Argentina y hoy está en serios riesgos de desaparición. Pero no es menor real que un regreso de la actividad turística le costaría a la Argentina entre USD 8.000 y USD 10.000 millones que saldrían de las reservas. Los extranjeros que ingresan a la Argentina, en buena medida de países limítrofes, no cambian sus divisas en el mercado formal porque obtienen la mitad que en la calle.
En otras palabras, no se puede mantener la ventana abierta para la compra de USD 200 mensuales del pequeño ahorrista y al mismo tiempo abrir el turismo. Si no hay un cambio drástico de expectativas es uno u otro. Una elección horrible, pero dentro de un mercado cambiario al que no le sobra absolutamente nada.
El titular del BCRA, Miguel Pesce, sigue con preocupación está evidente escasez del mercado cambiario. El acuerdo por la deuda no era la solución ni mucho menos. De todas maneras, algunas sociedades de Bolsa como Delphos Investment advirtieron que el aumento del dólar “Bolsa” y el “contado con liquidación” estuvo en realidad influido por algunas oportunidades de arbitraje entre bonos por el canje de deuda local. Superada esta instancia, estos tipos de cambio deberían tranquilizarse. Además, sostiene que ya a $130 el tipo de cambio real es demasiado alto para el promedio histórico de la Argentina, salvo que se produzca un proceso de fuerte aceleración inflacionaria que se “coma” esa mejora del tipo de cambio real.
En una entrevista que publicó el fin de semana la agencia Télam, la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco, reconoce su preocupación por la suerte del tipo de cambio: “Cada salto genera un aumento no sólo de productos atados al dólar, sino de muchos otros. Esto se da por la puja distributiva entre trabajadores y empresarios”.
La funcionaria adelantó que se vienen medidas pensando en la economía argentina del futuro. Esto incluirá un pacto de precios y salarios, una reforma impositiva y también medidas coordinadas con los gobernadores para impulsar a las economías regionales. Las tasas en pesos, además, deberán ganarle a la inflación para desincentivar la compra de dólares.
Acuerdo de precios y salarios, reforma impositiva, incentivos a las economías regionales y tasas reales positivas son algunos de los ejes del plan reactivante que se viene. Así lo expresó la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco
La funcionaria y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, tomarán ahora un gran protagonismo. Ellos son los máximos responsables del plan o de las medidas que se vayan conociendo para sacar a la economía del pozo. Al menos los datos de industria de junio mostraron un fuerte salto, bastante mayor que el esperado, respecto a mayo.
Luego de la renegociación de la deuda, las futuras medidas que vaya delineando el Gobierno serán la clave para consolidar la recuperación de la confianza. El acuerdo con bonistas es un paso claramente en esa dirección, pero es apenas el primer escalón.
En los próximos meses el Gobierno de Alberto Fernández tendrá que marcar claramente cuál es su rumbo. Consolidar la tenue reactivación que arrancó ante la apertura de distintos sectores de la economía y evitar una nueva crisis cambiaria serán las dos grandes pruebas de fuego por delante.
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