Gravan el trabajo, el patrimonio, el ingreso, el consumo y el ahorro. No hay forma de escapar de ellos, al menos no para una persona con un trabajo formal y un ingreso “en blanco” y que paga los tributos como marcan la ley y el vademécum impositivo argentino, cuya última edición computó un total de 165 diferentes impuestos, tasas, contribuciones y cargas de diferente tipo a nivel nacional, provincial y municipal.
Ahora bien, ¿cuál es el peso de esa serie de detracciones sobre el ingreso de una persona? ¿Qué le dejan de “consumo neto” (esto es, libre de impuestos) al cabo de haber afrontado todas las etapas de imposición?
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), hizo un ejercicio al respecto, tomando cuatro casos hipotéticos, los mismos que ya usó para calcular el peso de los impuestos al consumo y al patrimonio y a los que ahora agregó las cargas sobre el trabajo, su ingreso y su ahorro.
El Estado tiene dos caras, una que los ciudadanos financian con el pago de impuestos, y otra como proveedor de bienes públicos: Educación, Salud, Seguridad Social, Justicia (Argañaraz)
El resultado, en un abanico que va desde los $73.000 a los $340.000 mensuales de “ingreso potencial”, es que un trabajador formal argentino pierde entre el 49 y el 58% a manos del fisco
El estudio comienza por presentar los cuatro casos. El primero es Martín, cuyo “ingreso potencial” es de $73.200. Esto es igual al “costo laboral” del empleador, lo que este le pagaría si no tuviera que deducir, en primer lugar, $10.215 en concepto de “aportes personales” y $13.162 de “contribuciones patronales” para el sistema previsional y para su cobertura de salud. Esto suma $23.377 de lo que los economistas llaman “impuestos al trabajo” y que reducen su ingreso a $49.876 mensuales, nivel que lo exime de pagar impuesto a las Ganancias, un impuesto nacional.
Martín no tiene casa ni auto, sino que alquila una vivienda de dos dormitorios y por contrato paga el impuesto inmobiliario provincial y la tasa inmobiliaria municipal correspondientes, por $1.229, con lo que su ingreso se reduce ahora a $48.746. Detraídos ya los “impuestos al trabajo” y “al patrimonio” (aunque en su caso no sea el patrimonio propio, sino el del dueño de la vivienda que alquila) y eximido, por su nivel de ingreso, de tener que pagar impuesto a las Ganancias, ahora es el turno de los llamados impuestos indirectos, que no paga directamente, sino a través del mayor precio de los bienes sobre los que esos tributos y tasas se aplican. Estos son IVA e Impuestos Internos a nivel nacional, Ingresos Brutos a nivel provincial y “Tasa de Seguridad e Higiene” a nivel municipal.
Para no complejizar excesivamente el ejercicio, el Iaraf asume una canasta de consumo de igual composición estructural para los cuatro casos, que para Martín suponen una carga de $5.953 en concepto de IVA, $1.384 de Impuestos Internos, $3.120 de Ingresos Brutos (provincia) y $1.014 de la TSH, la tasa que el municipio aplica sobre los almacenes, bares y supermercados en que realiza sus consumos. Esas detracciones le habrán dejado $37.266 de “consumo neto”, es decir la parte de sus gastos que quedó libre de impuestos. En definitiva, al cabo de recorrer todo el espinel impositivo, Martín habrá dejado para el fisco, un total de $ 36.000, equivalente a 49% de su “ingreso potencial” de $73.200. Se supone, además, que Martín no ahorra nada.
El segundo caso es Camila, que tiene un “ingreso potencial” (o “costo laboral” para su empleador) de $160.200. Su mayor ingreso implica mayores “impuestos al trabajo”, $22.136 en concepto de Aportes Personales y $29.990 de Contribuciones Patronales, que adelgazan su remuneración en $52.126 y la dejan en $108.074. Entra allí en escena el impuesto a las Ganancias, por los que la AFIP se lleva otros $6.615.
Camila tiene una casa ubicada en un barrio alejada del centro y un auto chico usado. Por el primero no paga impuesto nacional, cuyo “mínimo imponible” es muy superior, pero sí es alcanzada por los inmobiliarios provincial y municipal y por el impuesto y tasa automotor, que se llevan respectivamente $1.311 y $515, esto es $1.825 en total. Ahora le quedan $99.634 (108.074 menos lo que pagó de Ganancias y de inmobiliarios y automotor). A través de su canasta de consumo, soportará $10.976 en concepto de IVA y $ 2.551 de internos (nivel nacional) más $ 5.753 de impuestos provinciales y $1.188 de tasas municipales. Hizo un esfuerzo de ahorro y compra cien dólares por mes, por lo que paga $2.036 de impuesto “PAIS” (acronismo de “Por una Argentina Inclusiva y Solidaria”). En suma (o, mejor dicho, en resta), de aquellos $160.200 Camila habrá dejado al fisco $83.600 en impuestos al trabajo, al ingreso, a la propiedad, al consumo y al ahorro. En total, 52% de su “ingreso potencial”.
El tercero caso estudiado es Víctor,que tiene un “ingreso potencial” importante, $236.400 al mes, de los que los “impuestos al trabajo se llevan $75.770 ($31.381 de Aportes Personales y $44.390 de Contribuciones Patronales), Luego la AFIP rastrilla $25.177 en concepto de Impuesto a las Ganancias. Como Víctor tiene casa propia en un barrio más coqueto y un auto mediano relativamente nuevo paga $3.106 de impuestos inmobiliarios y $ 1.151 por su auto, esto es $ 4.257 para las arcas provinciales y municipales. Víctor es un ahorrista metódico y cada mes, apenas percibe su sueldo, compra 150 dólares en concepto de ahorro, por los que obla $3.054 de “Impuesto PAIS”. Después sí, dedicará lo que le queda a sus gastos de consumo, a los que el fisco cargará una mochila de $14.013 de IVA y $3.257 de impuestos internos (Nación) e Ingresos Brutos y TSH por $7.344 y $2.420 respectivamente. Al final del recorrido, habrá pagado directa e indirectamente al Estado $135.000, un 57% del ingreso con el que comenzó su aventura.
Un trabajador formal argentino pierde entre el 49 y el 58% a manos del fisco
El último caso es Silvia, una profesional bien remunerada: $339.500 de “ingreso potencial”, del que la primera resta son $95.722, resultado de $31.381 en concepto de Aportes personales y $64.342 en Contribuciones patronales. Silvia tiene una casa en un barrio privado y dos autos, uno mediano y otro chico, relativamente nuevo. Aunque es una casa importante, no paga por ella impuestos nacionales, pero sí $5.222 de inmobiliarios provincial y municipal y $2.667 de impuesto (provincia) y tasa (municipio) automotor. Compra el máximo de 200 dólares “solidarios” que fija el BCRA, para su chanchito, por los que tributa $4.072 del impuesto PAIS. Y recién entonces acomete sus gastos de consumo, que le significarán una tributación indirecta de $35.648: $18.485 de IVA y $4.297 de “Internos” para el fisco nacional, $9.688 de “Ingresos Brutos” para las arcas provinciales y $3.179 para la “Muni” de la localidad donde vive. La suma de todas las cargas que directa o indirectamente pagó en el mes suma $200.000, un 58% del “ingreso potencial” con que había comenzado.
Ninguno de las personas o familias representadas en el ejercicio pagó impuesto sobre los bienes personales. Aún así, como se ve, el fisco les llevó entre el 49 y el 58% de su ingreso potencial, el “costo laboral” que afronta el empleador para contar con sus servicios.
El ejercicio es uno de “carga tributaria”, explicó Argañaraz a Infobae. “El Estado tiene dos caras, una que los ciudadanos financian con el pago de impuestos, y otra como proveedor de bienes públicos: Educación, Salud, Seguridad Social, Justicia”.
Queda para Martín, Camila, Víctor y Silvia evaluar si lo que aportan se corresponde con la calidad de los bienes públicos que el Estado brinda al conjunto de la sociedad.
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