Congeniar la negociación de un programa de largo plazo para devolver el megapréstamo del FMI, que contribuya además a recuperar acceso al mercado financiero “lo antes posible”, con las necesidades políticas que surgirán en un año electoral es, a partir de ahora, la principal misión del ministro de Economía, Martín Guzmán.
El funcionario y su equipo se preparan para, en pocas semanas, iniciar formalmente la discusión con los técnicos con el organismo, con quienes han consolidado durante los últimos meses un diálogo fluido y, hasta se animan a describir, un vínculo cercano. El proceso indica que, para eso, el país debe presentar la solicitud para aplicar a un programa del organismo. A partir de ese momento, se iniciaría una nueva etapa, la de la Guerra Fría, según la propia metáfora con la que bromean.
“Va a ser lo más parecido a Estados Unidos y Rusia después de la Segunda Guerra Mundial. De un día para el otro, de aliados impensados, otra vez a rivales enfrentados”, admitió un integrante del equipo económico. En cualquier caso, ya se sabe sobre qué campos se librarán las próximas batallas: en el terreno de la política fiscal y el de la política monetaria.
Según una fuente involucrada en las recientes negociaciones de la deuda, volver al mercado va a llevar tiempo, como mínimo y en el mejor de los casos, un año. Esa demora es, precisamente, uno de los costos de la estrategia aplicada con los acreedores
Es en el primero de ellos donde surgen los dilemas que más entretienen a Guzmán. En principio porque, aun cuando se verifique la mayor tolerancia del organismo a un desequilibrio fiscal en los próximos años o, al menos, en 2021 tal como prevé el ministro, queda sin resolver la cuestión central: de dónde saldrán los recursos para financiarlo. Esta vez, no será el FMI el que aporte los desembolsos que el mercado de capitales niega.
Así, las opciones se limitan a mantener altos niveles de asistencia al Tesoro por parte del Banco Central con emisión monetaria, acelerar el ajuste de las cuentas públicas o intentar un rumbo de política económica que vuelva a abrir el mercado internacional. “Volver al mercado va a llevar tiempo, como mínimo y en el mejor de los casos, un año”, opinó ante Infobae una fuente involucrada en las recientes negociaciones de la deuda, quien admitió que ése, precisamente, será uno de los costos de la estrategia aplicada con los acreedores. “La idea de Guzmán es volver lo antes posible. Es eso o emitir y el ministro tiene clarísimo el riesgo que implica exacerbar la emisión monetaria”, agregó.
En efecto, en cada oportunidad que tuvo, Guzmán remarcó que una emisión desmedida puede resultar “desestabilizante” para la economía y que recurrirán a todos los instrumentos disponibles para esterilizar lo necesario en función de evitar un salto inflacionario hacia fin de año. “Sin duda, es la principal incertidumbre a partir de ahora, cómo se gestionará el aterrizaje de la mega emisión por la pandemia”, afirmó el colaborador en la reestructuración de la deuda.
Tampoco los técnicos del FMI, con quienes en el equipo económico esperan una discusión “de bajo perfil mediático” según confiesan sus integrantes, suelen estar bien predispuestos a una política monetaria laxa. Es el otro campo de batalla en el que unos y otros seguramente tendrán que dar pelea. Claro que para financiar el déficit con bajos niveles de emisión, sólo queda el camino, hoy muy difícil, del endeudamiento voluntario. Sin señales de un rumbo claro, esa opción se mantendrá vedada. La expectativa del mercado es que sea la negociación con el Fondo Monetario la que marque el camino, pero cuesta imaginar que el Gobierno acepte imposiciones en pleno año electoral. “Cualquiera sea el programa que se discuta, no debería implicar condicionalidades que impidan un programa de crecimiento como lo piensan Alberto y Cristina”, aportó una fuente oficial quien recordó que aun cuando estas condiciones no fueran, durante los primeros años, demasiado exigentes, importará lo que se anuncie cuando se firme el acuerdo. “El año que viene hay elecciones y lo que se comprometa sí va a importar”, advirtió.
En el Palacio de Hacienda no desconocen ni relativizan esta variable. “Vamos a tener sin duda una extensa discusión técnica. En algunos temas, el punto de partida está más despejado pero además de eso, también está siempre la política”, admiten.
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