La gigantesca emisión de pesos que viene llevando adelante el Banco Central da para todo. En julio hubo compra récord de dólares, ya que se estima que los pequeños inversores adquirieron alrededor de USD 630 millones a través de la pequeña ventana abierta de U$S 200. Sin embargo, también crecieron las colocaciones en moneda local. Los plazos fijos en pesos aumentaron 7,5%, es decir bien por encima de la inflación proyectada para el mes.
Hubo una marcada desaceleración respecto a junio, que había marcado un récord de incremento de las colocaciones en pesos. Aquel mes, en un contexto de dólar virtualmente planchado en todas sus cotizaciones, los plazos fijos del sector privado habían aumentado una espectacular cifra de $ 193.000 millones, lo que representó un salto quizás irrepetible de 12%.
Pero ya el mes pasado se moderó notoriamente la tendencia. La principal explicación estaría en la suba de los distintos tipos de cambio. El “blue” subió 8% y cerró el mes en niveles máximos, a $ 136. Y el “contado con liquidación” aumentó casi 20%, volviendo a niveles de $ 125. Este incremento del dólar es el peor impacto para colocaciones en pesos, aún cuando la tasa le gane a la inflación. Pero la mayoría de los ahorristas termina mirando si ganó o perdió en relación a la evolución del dólar que se consigue “en la calle”.
Una mayor estabilidad cambiaria luego del acuerdo por la deuda y la suba de tasas en pesos a 33% deberían ayudar a mantener el buen ritmo de crecimiento de los plazos fijos. La gran emisión monetaria del BCRA obviamente que también ayuda
El titular del BCRA, Miguel Pesce, parece haber tomado nota de esta desaceleración y la consideró un llamado de atención. Por eso, ordenó que a partir de agosto la tasa mínima de plazo fijo no debe ser inferior al 33% anual en pesos, es decir 3 puntos más que el nivel vigente en los últimos meses.
La medida resultó de alguna manera sorpresiva, ya que tampoco había justificación por un rebrote inflacionario. Pero tuvo que ver sobre todo con seguir remunerando al ahorrista para que consiga un rendimiento real positivo en pesos. En otras palabras, que la tasa supere el nivel del aumento de precios. En caso de reinversión durante un año, ese rendimiento pasa al 38%.
Por supuesto que la gran emisión de pesos y al mismo tiempo el cepo cambiario juegan a favor de un aumento de las colocaciones en moneda local. Los inversores institucionales y las empresas, por ejemplo, tienen pocas opciones disponibles y los caminos para hacer “contado con liquidación” se acotaron sustancialmente.
Los depósitos a plazo fijo en pesos crecieron 7,5%, es decir, claramente por encima de la inflación proyectada para el mes.
Ahora con el acuerdo por la deuda, se espera mayor tranquilidad en el mercado cambiario y que la brecha entre el dólar “blue” (a $ 130) y el “solidario” (a casi $ 100) se achique al menos gradualmente.
El escenario luce propicio para que este mes vuelvan a trepar fuerte las colocaciones en pesos. Si el dólar efectivamente se mantiene más tranquilo y una tasa algo más elevada debería ser una señal favorable en ese sentido. Además, la posibilidad de comprar dólares hasta el cupo de U$S 200 por mes termina siendo demasiado poco para algunos ahorristas.
Las miradas ahora apuntarán a la evolución de la inflación, como una variable que puede desacomodar todo. El índice de julio rondaría el 2%, pero con una salvedad no menor: en la segunda quincena los precios se habrían acelerado a una tasa del 3% mensual. Sin embargo, la noticia del acuerdo con bonistas y la mayor estabilidad cambiaria deberían ayudar para que en agosto no se dispare mucho más allá de los niveles registrados en los últimos meses.
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