La demorada definición del acuerdo por la deuda no traerá modificaciones en el estricto esquema de control de cambios que rige hoy en la Argentina. Más allá de que se alivió el panorama de obligaciones en dólares del Estado, el cepo cambario no se toca, al menos en el corto plazo, según pudo saber Infobae de fuentes oficiales.
Por lo tanto, los ahorristas, los inversores, los importadores y todos aquellos que demanden dólares, deberán acostumbrarse al escenario cambiario actual. No existe ningún apuro en el Banco Central por modificar las normas, aún cuando había anticipado que un acuerdo por la deuda ablandaría el cepo. Todavía quiere testear si la buena noticia se traduce en una reducción de la demanda, algo que aún está por verse.
En el terreno de la compra de dólares para atesoramiento, los USD 200 mensuales permitidos, con el castigo del 30% del impuesto PAIS, pueden parecer escasos para los ahorristas pero son muchos para el sistema cambiario. En el Banco Central se lamentan por los USD 630 millones de dólares que se llevaron 3,3 millones de argentinos en julio a través del dólar “solidario”.
Aún cuando parte de esos dólares quedaron depositados en el sistema, también hay parte que va a alimentar la oferta del dólar informal, sin ser suficientes para aquietar su cotización. La llegada del acuerdo por la deuda, no obstante, podría reducir un poco las brechas entre el oficial y el dólar blue, algo que hasta ahora ya sucedió en el caso del dólar Bolsa y el “contado con liqui” gracias a un juego de pinzas regulatorio entre el BCRA y la Comisión Nacional de Valores (CNV).
En el Banco Central afirman que no hay importaciones trabadas y que la controvertida Comunicación A7030 cumplió su cometido y ya recibió todas las correcciones necesarias.
Si los compradores minoristas no se hubieran llevado esos dólares, la entidad presidida por Miguel Pesce podría haberlos comprado para acumular reservas, uno de sus objetivos aún cuando implique todavía más emisión de pesos, la que luego deberá ser esterilizada. En el Central consideran que las Leliq para absorber pesos pueden crecer “mucho más”.
Esa expectativa está sujeta, por supuesto, al nivel de déficit fiscal que decida el Gobierno. El propio Alberto Fernández dijo que no era una preocupación al comienzo de la cuarentena, ya que lo prioritario era asistir a quien lo precisa. La extensión de la pandemia, de esta forma, determinará para el Central qué porción de los pesos emitidos para el Tesoro estará obligado a esterilizar.
Por último, no debe olvidarse que el escaso monto de USD 200 mensuales fue dispuesto por el gobierno anterior el 28 de octubre pasado, el mismo día en que perdió las elecciones; la autoría de Cambiemos, en cierto modo, le quita urgencia política a la flexibilización.
También explican con crudeza la necesidad de mantener las restricciones para los exportadores que rigen desde junio, otro aspecto del cepo que no tendrá modificaciones inmediatas. Y que tras el revuelo de la Comunicación A7030 del 28 de mayo, que impidió acceder a dólares para importación a quienes tuvieran depósitos en el exterior, entre otras limitaciones, el mercado recobró su normalidad.
“No estamos funcionando en modo DJAI”, explica una voz del BCRA, en referencia a las declaraciones juradas de la época del ex secretario de Comercio, Guillemo Moreno. “No hay importaciones trabadas, las operaciones se hacen en forma casi automática. La Comunicación A7030 cumplió su cometido y ya hicimos todas las correcciones necesarias”, agregó, aceptando que al comienzo hubo algunos ruidos con su aplicación.
Por causas estructurales que fueron exacerbadas por la pandemia, el Banco Central no transitó con facilidad el segundo trimestre del año, en el que habitualmente abundan los dólares de la cosecha. Entre abril y mayo tuvo que vender USD 1.226 millones para abastecer de dólares al mercado. Con el refuerzo del cepo a los importadores del 28 de mayo, consiguió revertir la situación en junio y compró USD 672 millones.
En julio, aún con el andamiaje de restricciones cambiarias funcionando a pleno, volvió a vender más de USD 500 millones. Y cada señal de recuperación económica en la postpandemia, implica también una mayor presión sobre el dólar por parte de los importadores, tanto en el mercado oficial como en el paralelo. En este último caso, también juega en contra la pandemia; la economía informal tiene limitaciones físicas para hacer las transacciones y, además, desapareció la oferta que suele dejar el turismo y termina alimentando a las cuevas.
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