Por mera casualidad, pocas horas después de que el Gobierno comunicara un acuerdo con los bonistas bajo legislación extranjera, la AFIP comunicó que por séptimo mes consecutivo el total de los recursos tributarios aumentó en julio muy por debajo de la tasa de inflación en comparación con un año antes, al sumar apenas $559.092 millones, apenas 24% más que el año anterior, pese a una tasa de inflación de 43% y suba del tipo de cambio para el comercio exterior 68%, refleja la aguda crisis económica que provoca la extensión de la cuarentena preventiva del COVID-19.
De todas formas, para la AFIP resulta positivo que frente a una drástica baja de 24,8% en términos reales observada en el primer mes pleno en cuarentena, comenzara un proceso de gradual desaceleración de la contracción agregada de los recursos tributarios a 22,8% en mayo; 16,2% en junio y 13,2% en julio.
Los datos de las tres principales fuentes de recursos del Estado nacional, excluidos los giros de utilidades del Banco Central y otras rentas por ganancias de la Anses y venta de activos, dieron cuenta de que la flexibilización de la cuarentena en junio y primera quincena de julio no fue suficiente para afianzar la recuperación parcial que había insinuado la venta de bienes durables, como automotores y casas y departamentos como dieron cuenta los informes de la Asociación de Concesionarias y Colegio de Escribanos, y que luego se manifestaron en la caída de la confianza de los consumidores.
El comunicado de prensa mensual de la AFIP destaca: “La caída en el nivel de actividad y las distintas medidas de política tributaria tendientes a aliviar la situación de los contribuyentes constituyen los principales factores explicativos para la variación en los ingresos tributarios de julio. La dinámica de la recaudación evidencia, sin embargo, una desaceleración en el ritmo de contracción en términos reales con relación a los registros observados desde que inició la pandemia del COVID-19″.
La caída en el nivel de actividad y las distintas medidas de política tributaria tendientes a aliviar la situación de los contribuyentes constituyen los principales factores explicativos para la variación en los ingresos tributarios de julio (AFIP)
Claramente, el efecto de la disminución de la actividad, por el doble efecto de la baja de ingreso nominal de parte de los trabajadores que desde abril ya no tienen la posibilidad de trabajar tiempo extra, ni en forma remota, como en gran parte del comercio minorista no esencial; como los que perdieron el empleo, aunque formalmente están suspendidos los despidos, afectó al consumo agregado de las familias y se reflejó en el desempeño del IVA.
De todas formas, en ese rubro tiende a afirmarse como aliado la creciente difusión del uso del dinero electrónico, porque contribuye al blanqueo de la economía, al prescindir los nuevos contribuyentes de los pagos presenciales y el uso de efectivo. El fenómeno también se refleja en el cobro del Impuesto sobre los débitos y créditos bancarios, subió casi 3 puntos porcentuales más que el promedio general.
En esa línea también se ubicó lo percibido por la Aduana, porque pese a las sendas disminuciones que mantienen las exportaciones e importaciones, el aumento del tipo de cambio en un 68% en el promedio del mes en comparación con similar período del año anterior posibilitó atenuar la caída de la recaudación por retenciones derivada de la baja de los precios de las materias primas que exporta el país.
Por el contrario, la comentada contracción de los ingresos nominales de parte de los trabajadores, junto a las facilidades que instrumentó el Gobierno como paliativo a los efectos negativos sobre la economía de la cuarentena que empezó el 20 de marzo, se reflejó nuevamente en una fuerte caída en términos reales de lo percibido por la Dirección Nacional de la Seguridad Social.
Mientras que volvió a constituirse en un puntal de los recursos totales el récord de cantidad de personas que aceptaron pagar el Impuesto PAIS de 30% en la compra de hasta el cupo de USD 200 por mes, aportó $20.018 millones en julio y acumuló $67.723 millones desde su puesta en vigencia en enero del corriente año.
En el acumulado de los primeros 7 meses de 2020 los recursos tributarios registraron una pérdida de más de 14 puntos porcentuales respecto de la inflación de ese período en comparación con igual tramo del año anterior
En el acumulado de los primeros 7 meses de 2020 los recursos tributarios sumaron $3,4 billones, un aumento del 26,2% interanual, significó una pérdida de más de 14 puntos porcentuales respecto de la inflación de ese período, en ambos casos en comparación con similar período del año previo.
Un claro efecto de la cuarentena, con la consecuente caída de la actividad productiva fue que tanto en julio, como en el acumulado de los 7 meses del año, registró mejor desempeño lo ingresado por IVA aduanero, sobre las importaciones, con sendos aumentos nominales de 20,9% y 35,8%, respectivamente, que en el originado por la venta de productos nacionales que aportaron apenas 3,2% y 13,3% más que un año antes, en el mes y en acumulado, en ese orden.
Deterioro de las finanzas públicas
Semejante debilitamiento de los ingresos fiscales, junto al aumento del gasto social vinculado con la cuarentena por el COVID-19, se reflejó en el aumento del déficit fiscal del último mes y en el pedido del Gobierno al Congreso nacional de la aprobación del Proyecto de Ley de Ampliación del Presupuesto 2020, con un déficit fiscal que se ubicaría en el rango del récord registrado en la crisis de 1975, en medio de un escenario de recesión y aceleración de la inflación.
De ahí que tras el acuerdo que el Gobierno logró con los bonistas bajo legislación extranjera, y que luego seguirá con los tenedores de títulos bajo ley nacional, y el reperfilamiento de vencimientos de la deuda con el FMI, no son pocos los economistas que esperan la presentación de un plan económico plurianual que de sustentabilidad a las negociaciones, más allá de la incertidumbre que plantea el escenario inédito del COVID-19, por sus efectos recesivos sobre la economía mundial.
“Un elemento relevante a la hora de evaluar el desempeño de la recaudación es el elevado nivel de acogimiento a los distintos Planes de Facilidades de Pago por deuda corriente. Este comportamiento, que se traduce en una merma de ingresos tributarios, no sólo se explica por la dimensión de la crisis sino también por las distintas modificaciones normativas y la ampliación de las herramientas disponibles para regularizar obligaciones vencidas”, destaca el análisis de los técnicos de la AFIP.
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